BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • ¿Son señales de Dios los milagros y apariciones?
    ¡Despertad! 1989 | 8 de marzo
    • ¿Son señales de Dios los milagros y apariciones?

      “HOY día los milagros todavía son considerados [...] una especie de carta de recomendación, una garantía de mensaje auténtico de Dios, su sello todopoderoso sobre una misión o palabra procedente de él.” Los milagros a los que alude aquí Joseph Vandrisse, corresponsal del diario francés Le Figaro en el Vaticano, son, naturalmente, aquellos que gozan de la aprobación de la iglesia católica. Ahora bien, ¿cuáles son los criterios por los que se rige la Iglesia para determinar si un milagro o una aparición verdaderamente viene de Dios?

      ¿Debería ser la Iglesia juez y parte?

      Según ciertas autoridades católicas, las apariciones deben satisfacer dos requisitos. Primero: tienen que estar en armonía con las enseñanzas de la Iglesia. Un ejemplo sobresaliente de esto es la aparición que tuvo lugar en Lourdes, donde la “Virgen” se presentó como “La Inmaculada Concepción”. Es interesante que unos pocos años antes el papa Pío IX había decretado que María había sido preservada del pecado original en el momento de su concepción. En 1933, el que llegaría a ser el papa Pío XII expresó su opinión de que los dos acontecimientos estaban enlazados. Dijo: “La Inmaculada Virgen, Madre de Dios y bendita entre las mujeres, deseaba confirmar con sus propios labios lo que había sido definido en Roma mediante su infalible Supremo Pontífice. Esto lo hizo poco después en una famosa aparición en la gruta de Massabielle [Lourdes]”.

      Segundo: debe tomarse en consideración la conducta del que ve la aparición. En este sentido, el obispo de Tours declaró: “La Iglesia [...] creyó en las apariciones [de Lourdes] debido a la santidad de Bernadette”. Y las autoridades eclesiásticas opinan que tanto Bernadette como Lucie, quienes afirmaron haber visto a María en Lourdes y Fátima, respectivamente, cumplieron con este requisito al hacerse monjas posteriormente.

      Los mensajes transmitidos estaban en conformidad con la enseñanza católica. Las vidas de quienes tuvieron las visiones estaban en armonía con el modelo establecido por la Iglesia. En estos casos, no sorprende que las apariciones reconocidas por la iglesia católica confirmen exclusivamente sus propias tradiciones y doctrinas, incluso las más recientes, como la de la Inmaculada Concepción.

      No obstante, ¿son los milagros y las apariciones realmente señales del cielo que prueban la veracidad de las enseñanzas de la Iglesia? J. Bricout, editor del Dictionnaire pratique des connaissances religieuses (Diccionario práctico de los conocimientos religiosos), citó a otro autor católico, P. Buysse, quien escribió: “Como los milagros de Lourdes tienen una conexión específica con ‘creencias particulares de la iglesia católica’ (la Inmaculada Concepción, la definición de este dogma por la autoridad pontificia, la veneración del Sagrado Sacramento, la veneración de la Virgen María, etc.), uno puede, o más bien, debe, reconocer que ‘las doctrinas de la Iglesia llevan el sello de aprobación de Dios’”.

      Sin embargo, la iglesia católica no puede afirmar legítimamente que posee tal garantía divina. Al asumir la autoridad de decidir si las apariciones (y los milagros relacionados) vienen de Dios o no, se está constituyendo en juez y parte.

      Muchas otras religiones alegan tener evidencia de milagros y afirman contar con el apoyo divino. ¿Está Dios detrás de los milagros que se hacen en los movimientos carismáticos (incluyendo los no católicos) o hasta en las religiones no cristianas? Resulta difícil creer que sí, pues la Biblia nos dice que Dios “no es Dios de desorden, sino de paz”. (1 Corintios 14:33.)

      ¿Cuál es la base de juicio correcta? El libro Les signes de crédibilité de la révélation chrétienne (Las señales de credibilidad de la revelación cristiana) explica que los criterios por los que se rigen para considerar que un milagro es auténtico son principalmente morales y religiosos.

      ¿Están de acuerdo con la revelación?

      Según varios autores católicos, “el primer requisito es que el mensaje transmitido esté de acuerdo con la revelación del Evangelio y de la tradición doctrinal de la Iglesia”. “Ninguna revelación nueva puede modificar la revelación inicial.” Además, el papa Juan Pablo II explicó que “el mensaje que se dio en Fátima en 1917 contiene la completa verdad del Evangelio”. Esto significa que, por encima de todo, el mensaje dado por tales apariciones debe conformarse a la “revelación”, las Santas Escrituras. ¿Es ese realmente el caso?

      ¿Qué se puede sacar en conclusión de las visiones de un infierno de fuego que tuvieron los pastores de Fátima? Las Escrituras indican claramente que los pecadores no sufren ese castigo cuando mueren. Jesús mismo dijo que deberíamos temer a Aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo, lo que muestra que el alma puede morir. Otros textos bíblicos enseñan sin lugar a dudas que los muertos no tienen una existencia consciente y que la esperanza de volver a vivir se basa en la promesa bíblica de una resurrección futura. (Mateo 10:28; Eclesiastés 9:5, 10; Juan 5:28, 29.)

      ¿Y qué puede decirse de la “Inmaculada Concepción” de la que habló Bernadette? También es una clara contradicción de la enseñanza bíblica. Las Escrituras muestran que María, como todos los descendientes de Adán, fue ‘concebida en pecado’ y heredó la muerte. (Salmo 51:5; Romanos 3:23.) Si María fue concebida sin pecado, ¿por qué presentó una ofrenda por el pecado después de dar a luz a Jesús? (Levítico 12:6; Lucas 2:22-24.) Además, no hay ni un solo texto bíblico que apoye la doctrina católica que enseña que ella fue preservada del pecado original por una gracia especial. En vista de que la adoración a María no tiene fundamento bíblico, es muy lógico que se formulen preguntas tocante a si sus apariciones provienen de Dios.

      ¿Pudieran ser de otra fuente?

      Por supuesto, los que estudian la Biblia saben que no todas las señales milagrosas provienen de Dios. Después de hablar de los milagros realizados ante el faraón y Moisés por los magos egipcios, el Dictionnaire de la Bible, edición de F. Vigouroux, dice que “en los últimos días, falsos profetas y falsos Cristos, todos ellos agentes del Diablo, harían muchos milagros, hasta el punto de engañar a los propios discípulos fieles de Jesucristo, si fuese posible”. (Mateo 24:24; Éxodo 7:8-13.)

      Pero, ¿qué hay si, como fue el caso de Fátima, la aparición invita a la humanidad a arrepentirse y pide a los creyentes que oren por la conversión de los pecadores? Un libro que habla en favor de las apariciones, titulado Fàtima—Merveille du XXe siècle (Fátima: maravilla del siglo XX), cita unos interesantes comentarios del sacerdote que estaba entonces en Fátima, en los que, a pesar del contenido de los mensajes, expresa sus dudas sobre el origen de estos. Él dijo: “Podrían ser muy bien un engaño demoniaco”. La verdad es que la Biblia enseña que Satanás “se disfraza de ángel de luz” y que “sus ministros se [disfrazan] también de ministros de justicia”. (2 Corintios 11:14, 15, Biblia de Jerusalén.) El hecho de que el mensaje de una aparición sea plausible no prueba que esta venga de Dios.

      Esta es también la conclusión a la que llega una obra católica, el Dictionnaire historique de la Bible, de Calmet, que dice: “Los milagros y los prodigios no son siempre una señal segura de que los que los llevan a cabo sean santos o de que su doctrina sea correcta, ni tampoco son testimonio de que los que han visto la visión hayan recibido una misión”.

  • Por qué no son necesarios los milagros y apariciones
    ¡Despertad! 1989 | 8 de marzo
    • Por qué no son necesarios los milagros y apariciones

      CUANDO Jesús estuvo en la Tierra, hizo muchos milagros. Transformó el agua en vino, suministró alimento para muchedumbres de personas, sanó a los enfermos y expulsó demonios. Las enseñanzas de Jesús y el hecho de que él cumpliera las profecías bíblicas tocante al Mesías convencieron a muchos de sus contemporáneos. Algunos razonaban así: “Cuando llegue el Cristo, él no ejecutará más señales que las que ha ejecutado este hombre, ¿verdad?”. (Juan 7:31.)

      Para qué sirvieron los milagros

      ¿Cuál era el propósito de que Jesús hiciera milagros? La Biblia explica que él tenía que ser ‘un profeta semejante a Moisés’. (Deuteronomio 18:15, 18.) Jehová Dios concedió a Moisés el poder de hacer ciertos milagros a fin de demostrar que era el caudillo escogido para liberar a los israelitas del cautiverio egipcio. (Éxodo 4:1-9, 30, 31.) De manera ‘semejante a Moisés’, Jesús hizo milagros para identificarse como el Mesías, como el prometido Libertador de los judíos. (Hechos 3:22.)

      Pero los milagros de Jesús también demostraron que Dios le había dado un poder especial. Cuando el Reino de Dios rija sobre la Tierra sin oposición, Jesús utilizará a plenitud el poder que, a pequeña escala, demostró tener durante su estancia en la Tierra. Para ilustrarlo, tomemos el caso del milagro de los panes y los peces. (Lucas 9:12-17.) En el nuevo mundo de Dios, Jesús se encargará de que toda la humanidad tenga lo suficiente para comer. (Salmo 72:16.) También curará todas las enfermedades y dolencias, de modo que los seres humanos obedientes podrán vivir para siempre. (Revelación 21:4.) Las tres resurrecciones que, según el registro bíblico, Jesús llevó a cabo, demuestran que tiene el poder de levantar de entre los muertos a millones de personas. (Lucas 7:11-17; 8:40-56; Juan 5:28, 29; 11:11-44.)

      Un medio de identificación

      Otra razón por la que Jehová hizo milagros a favor de Israel fue para probar más allá de toda duda que era su pueblo escogido. (Deuteronomio 4:32-34.) Los beneficiarios fueron un pueblo entero, no unos pocos individuos privilegiados.

      De manera similar, los milagros del primer siglo fueron una de las pruebas de que el favor de Jehová había pasado del Israel carnal a la congregación cristiana primitiva. (Mateo 21:43; 27:51; Romanos 9:6; 11:7.) Los muchos milagros que hicieron los apóstoles evidenciaron que la congregación cristiana, acaudillada por el Hijo de Dios, Jesucristo, tenía la aprobación divina. (Hechos 2:22, 43; 4:29, 30; Hebreos 2:3, 4.)

      La Biblia dice, por ejemplo, que la gente colocaba a los enfermos en lugares donde quizás solo la sombra de Pedro caía sobre ellos, y “todos sin excepción eran curados”. (Hechos 5:15, 16.) ¿A qué se debe, entonces, que no sean curados todos los que hoy día acuden con fe a los santuarios?

      Las apariciones no son necesarias

      La razón principal es que las señales y los milagros ya no son necesarios para demostrar que Dios ha pasado su favor del Israel carnal a la verdadera congregación cristiana. En una carta a sus compañeros cristianos, el apóstol Pablo explicó claramente que los dones milagrosos con el tiempo serían eliminados. Llegaría el día en que ya no serían un medio de identificar a los cristianos verdaderos. (1 Corintios 13:8-13.)

      Ni siquiera el invocar el nombre de Jesús sería prueba de que alguien fuese un cristiano verdadero. En su Sermón del Monte, Jesús predijo que él rechazaría a algunos que alegarían: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre [...], y en tu nombre hicimos muchos milagros?”. ¿Por qué razón iba Jesús a rechazar a estos hacedores de milagros? Él responde: “¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!”. Por lo visto, algunos harían milagros en el nombre de Cristo, pero, en realidad, serían impostores. (Mateo 7:22, 23, Biblia de Jerusalén.)

      La verdadera pauta

      En vista de lo susodicho, ¿cómo se puede identificar a los cristianos verdaderos hoy día? Jesús suministró la pauta cuando declaró: “Un árbol bueno no puede dar fruto inservible [...]. Realmente, pues, por sus frutos reconocerán a aquellos hombres”. El día antes de su muerte, Jesús recordó a sus apóstoles: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí”. De estas palabras se desprende que el hacer milagros no iba a ser siempre la pauta. Más bien, todos tendrían que probar que eran discípulos de Cristo mediante tener verdadero amor. (Mateo 7:18-20; Juan 13:34, 35.)

      De modo que, ¿debería fundarse su fe, aunque solo fuese en parte, en los “milagros” que se hacen hoy en el nombre de Cristo? ¿O debería fundarse enteramente en la verdad que se encuentra en la Palabra de Dios, la Biblia? Es esencial examinar a la luz de la Palabra de Dios la conducta de los que afirman ser sus siervos.

      ¿Quiénes son los que están dando a conocer por todo el mundo la Palabra de Dios y tratan de vivir en armonía con ella? ¿A quiénes se les conoce por toda la Tierra por su unidad? ¿Quiénes son los que no tienen barreras nacionales, políticas, raciales ni religiosas entre ellos? ¿Quiénes predican celosamente las buenas nuevas del Reino de Dios? Los testigos de Jehová le mostrarán con gusto los hechos que usted necesita para contestar por sí mismo estas y otras preguntas relacionadas. Siéntase libre de ponerse en contacto con los Testigos de su vecindario o acudir a su Salón del Reino local. Ellos le ayudarán a cifrar su confianza en Jehová y en Jesucristo, su Hijo, pues “no hay salvación en ningún otro”. (Hechos 4:12.)

      [Ilustración en la página 10]

      Los milagros de curación ya no son necesarios para identificar a la congregación cristiana verdadera

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir