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Poder, Obras poderosasPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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La resurrección de Jesucristo de entre los muertos a la vida celestial fue la mayor demostración que ha habido del poder de Dios. Sin ella, la fe cristiana sería “en vano”, sus seguidores serían “de todos los hombres [...] los más dignos de lástima”. (1Co 15:12-19.) Fue el acontecimiento que los discípulos de Jesús relataron con más frecuencia y el factor más importante que contribuyó a fortalecer la fe. Las distancias no impidieron que Jesús utilizara su poder cuando estuvo en la Tierra (Mt 8:5-13; Jn 4:46-53), y luego, desde su posición celestial, ungió a sus seguidores con el espíritu de Dios en el Pentecostés, lo que les permitió hacer obras poderosas en su ausencia. De esa manera refrendó el testimonio de ellos concerniente a su resurrección (Hch 4:33; Heb 2:3, 4) y también dio prueba de que eran el pueblo aprobado de Dios, su congregación. (Hch 2:1-4, 14-36, 43; 3:11-18.)
La muerte de su Hijo como ser humano no había acortado la mano de Jehová, tal como testificaron los muchos milagros, señales y portentos efectuados por los apóstoles y otros cristianos. (Hch 4:29, 30; 6:8; 14:3; 19:11, 12.) Las obras poderosas que efectuaron fueron como las de su Maestro: curaron a cojos (Hch 3:1-9; 14:8-10) y enfermos (Hch 5:12-16; 28:7-9), levantaron muertos (Hch 9:36-41; 20:9-11), expulsaron demonios (Hch 8:6, 7; 16:16-18), y todo lo hicieron sin buscar beneficio personal u honra para sí mismos. (Hch 3:12; 8:9-24; 13:15-17.) Por medio de ellos, Dios expresó juicios en contra de los malhechores, como había hecho valiéndose de los profetas de la antigüedad, edificando el debido respeto hacia sí mismo y hacia sus representantes. (Hch 5:1-11; 13:8-12.) Se les otorgaron nuevas facultades, como el hablar en lenguas extranjeras e interpretarlas. Esto también tuvo un “propósito provechoso”, puesto que pronto tendrían que extender la obra de predicar más allá de Israel, y hablar acerca de las obras maravillosas de Jehová entre las naciones. (1Co 12:4-11; Sl 96:3, 7.)
Jehová Dios también realizó otras obras poderosas, como abrir ‘puertas’ de oportunidad que les permitieran predicar en ciertos territorios, protegerles de los que querían acabar con su obra ministerial y dirigir su actividad. Normalmente hizo estas obras de manera que pasasen inadvertidas a las personas. (Hch 5:17-20; 8:26-29, 39, 40; 9:1-8; 10:19-22, 44-48; 12:6-11; 13:2; 16:6-10, 25-33; 18:9, 10; 1Co 16:8, 9.)
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Poder, Obras poderosasPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Importancia relativa de los actos milagrosos. Aunque Jesús destacó principalmente las verdades que proclamaba, sin embargo, mostró la relativa importancia que tenían sus obras poderosas, y muchas veces hizo referencia a ellas para acreditar su comisión y mensaje. La importancia de las obras poderosas radicaba en especial en que cumplían profecías. (Jn 5:36-39, 46, 47; 10:24-27, 31-38; 14:11; 20:27-29.) Los que veían tales obras contraían una responsabilidad especial. (Mt 11:20-24; Jn 15:24.) Como Pedro les dijo más tarde en el Pentecostés a las muchedumbres, Jesús era “varón públicamente mostrado por Dios a ustedes mediante obras poderosas y portentos presagiosos y señales que Dios hizo mediante él en medio de ustedes, así como ustedes mismos lo saben”. (Hch 2:22.) Tales demostraciones de poder divino ponían de manifiesto que el reino de Dios los había ‘alcanzado’. (Mt 12:28, 31, 32.)
Al valerse de manera tan significativa de su Hijo, Dios hizo que los ‘razonamientos de muchos corazones fuesen descubiertos’. (Lu 2:34, 35.) Ellos estaban viendo manifestado ‘el brazo de Jehová’, pero muchos, la mayoría, prefirieron ver otro significado en los acontecimientos que contemplaban, o permitir que los intereses egoístas les impidieran actuar en armonía con la “señal” vista. (Jn 12:37-43; 11:45-48.) Muchas personas deseaban obtener beneficios personales del poder de Dios, pero no tenían un anhelo sincero por la verdad y la justicia. Su corazón no se conmovió por la compasión y la bondad que impulsaron tantas de las obras poderosas de Jesús (compárense Lu 1:78; Mt 9:35, 36; 15:32-37; 20:34; Mr 1:40, 41; Lu 7:11-15 con Lu 14:1-6; Mr 3:1-6), una compasión que reflejaba la de su Padre. (Mr 5:18, 19.)
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