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    ¡Despertad! 1989 | 8 de noviembre
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      “El violento y sangriento encuentro entre hinchas británicos e italianos [...] dejó un saldo de por lo menos 38 muertos y 350 heridos.”

      “Una chusma atacó a la policía, arrojó cócteles molotov, saqueó tiendas y volcó automóviles.”

      “En un bar estalló una pelea. Se arrojaron botellas, las navajas hicieron su aparición y todo esto desembocó en una batalla campal.”

      “Enfrentamientos con la policía, automóviles volcados, ventanas rotas y extranjeros que fueron golpeados y escupidos.”

  • ¿Qué está sucediendo en el mundo de los deportes?
    ¡Despertad! 1989 | 8 de noviembre
    • ¿DESCRIBEN los informes de la página de la izquierda el último golpe de estado acaecido en un país de América Latina u otro atentado terrorista en alguna parte de Europa? No, estos y otros informes semejantes son, según lo describe un diario de deportes, un “día deportivo tristemente típico”.

      En la actualidad parece que los deportes y la violencia son inseparables. Por ejemplo, muchos todavía recuerdan la tarde del 29 de mayo de 1985, cuando, antes de iniciarse la final de la Copa de Europa de campeones de liga de fútbol, fallecieron 39 personas y unas 200 resultaron heridas a causa de la violencia entre los hinchas.

      Sin embargo, la violencia provocada por participantes y espectadores no se limita solo al fútbol, sino que estalla en todo tipo de deporte, como el béisbol, boxeo, hockey y otros.

      Los dichos “que gane el mejor” y “lo importante es participar” son ya frases del pasado en el mundo de los deportes. ¿Por qué los jugadores y espectadores dan rienda suelta a sus instintos más bajos y exteriorizan una incontrolable agresividad cuando se juegan deportes de competición? ¿Qué hay tras la violencia en los deportes? Y, ¿hasta qué grado es grave el problema?

  • Violencia en los deportes, ¿por qué aumenta?
    ¡Despertad! 1989 | 8 de noviembre
    • “EL DEPORTE es salud”, dice un viejo adagio. En la antigüedad, los médicos griegos afirmaban que una actividad deportiva moderada podía resultar en buena salud.

      Sin embargo, hoy día, muchos espectáculos deportivos no son nada saludables ni para los participantes ni para los espectadores. La violencia en los deportes ha alcanzado tales proporciones, que el Parlamento Europeo ha aprobado una extensa resolución “sobre el vandalismo y la violencia en el deporte”. Alarmados por la ferocidad de los enfrentamientos que tienen lugar antes y después de los espectáculos deportivos, tanto entre los jugadores como entre los hinchas de equipos contrarios, los miembros de dicho parlamento examinaron el fenómeno por medio de analizar sus diversos rasgos, sus causas y las medidas que se podrían tomar para sofocar los estallidos de violencia. ¿Qué han descubierto, y qué formas ha adoptado la violencia en los deportes?

      ‘Un fenómeno extendido’

      El fútbol, el deporte más popular del mundo, es también el más criticado, pero a casi todos los demás tipos de deportes les afecta este mismo problema. Durante la Eurocopa de fútbol de 1988 disputada en Alemania, hubo estallidos de violencia. Después de un encuentro en el que jugaba su equipo nacional, los hinchas británicos empezaron una cruenta batalla que terminó con policías heridos, serios destrozos y 300 personas arrestadas. Durante el mismo campeonato, después de una victoria de la selección italiana, tres personas perdieron la vida en medio de las enloquecidas muestras de entusiasmo.

      En Gran Bretaña, los infames hooligans siembran el pánico dondequiera que van, y así, tal como comentó The Guardian, ayudan “a destruir la imagen del fútbol inglés en casa y en el extranjero”. Hubo una temporada, durante la cual las ediciones del lunes de los periódicos de deportes italianos hablaron varias veces de domingos “negros”: manifestaciones deportivas que estallan en violentos alborotos que resultan en heridos y muertos. Según lo expresó cierto diario, las instalaciones deportivas se han convertido en “estadios de guerrilleros”. Pero esa situación no se limita a Gran Bretaña e Italia, sino que los Países Bajos, Alemania, la Unión Soviética, España y muchos otros países tienen que afrontar el mismo problema.

      La “guerra de los hinchas”

      Ciertos hinchas, al haber sido avivada su agresividad por los medios de comunicación, dan salida a sus instintos más bajos cuando presencian espectáculos deportivos. En el fútbol, los ultrà italianos o los hooligans británicos se reúnen detrás de pancartas en las que han escrito lemas como “Red Army” (Ejército rojo) o “Tiger Command” (Comando tigre). El hincha del fútbol, como lo expresó un hooligan, “quiere luchar, conquistar el territorio de la oposición”. Las condiciones en las gradas de los estadios son muy parecidas a las de las arenas de la antigua Roma, donde los espectadores instigaban a los gladiadores a dar muerte a sus adversarios. Los hinchas intercalan obscenidades y consignas racistas en sus gritos instigadores.

      Además, suelen llevar encima armas peligrosas. Cuando la policía ha registrado a la gente antes del comienzo de algunos partidos, han encontrado verdaderos arsenales: navajas, bengalas y bolas de billar. En las gradas de algunos estadios británicos ¡incluso han llovido nubes de dardos con punta de acero!

      Intervención del gobierno

      La resolución adoptada por el Parlamento Europeo movió a los gobiernos a tomar medidas severas para acabar con la violencia en los deportes. Por ejemplo, el gobierno británico, bajo la dirección de su primera ministra Margaret Thatcher, ha tomado dichas medidas. La señora Thatcher ha insistido en que se adopten leyes más estrictas, como el que sea obligatorio llevar una tarjeta de identificación para acceder a los estadios, y que esta se les retire a los que sean hallados culpables de actos de violencia. Además, en Gran Bretaña hay planes de construir o reformar las instalaciones deportivas a fin de equiparlas con cámaras de televisión de circuito cerrado para vigilar a los hinchas, levantar barreras para separar a los apoyadores de cada equipo y eliminar cualquier material inflamable que pueda haber. Algunos policías se han infiltrado en bandas de hooligans, los hinchas más violentos, para poder saber quiénes son sus cabecillas y arrestarlos.

      En otros países también se están adoptando ciertas medidas. Por ejemplo, las autoridades deportivas de Italia, en colaboración con el Ministerio del Interior, han decidido utilizar en los estadios alambradas de púas, redes de protección, helicópteros, cámaras de televisión de circuito cerrado y gran cantidad de policías. Incluso ha llegado a pensarse en militarizar los estadios. Durante los preparativos para los Juegos Olímpicos celebrados en 1988 en Seúl (Corea), las autoridades disponían de policías entrenados para combatir ataques terroristas.

      Además, están los actos de violencia perpetrados contra los árbitros, como el que tuvo lugar recientemente durante una temporada de fútbol en Italia, en el que 690 árbitros fueron víctimas de tales ataques. El árbitro de un combate de boxeo en los Juegos Olímpicos de Seúl fue atacado de modo salvaje por entrenadores y hasta por policías que no estaban de acuerdo con su decisión.

      La violencia en el deporte no solo supone un peligro para la vida de la gente, sino también un considerable gasto económico, que envuelve entregar centenares de miles de dólares por las pérdidas causadas por robos, saqueos y vandalismo y también enormes cantidades de dinero para prevenir estos actos. En un día normal del calendario de fútbol británico, se gastan aproximadamente 700.000 dólares (E.U.A.) tan solo en protección policial.

      ¿A qué obedece semejante agresividad salvaje?

      La violencia: “intrínseca” a la práctica del deporte hoy día

      Hoy día, la agresividad ha llegado a estar vinculada a los deportes. Es digno de notar que la misma comisión que preparó la resolución adoptada por el Parlamento Europeo, indicó que “la violencia no es una parte esencial del deporte, pero es una característica intrínseca de las condiciones en las que se juega y del hecho de que las reglas del juego, si pueden llamarse así, no la impiden adecuadamente”. ¿Por qué?

      Pues bien, aparte de los actos violentos de los hinchas, es la forma de participar en el deporte lo que ha cambiado. Como reconoció el Parlamento Europeo, existe una “violencia creciente” en la sociedad misma. Además, el mundo del deporte ya no enfatiza únicamente la actividad física. Por ejemplo, en el año 1896, cuando se celebraron en Atenas los primeros Juegos Olímpicos de tiempos modernos, un grupo de deportistas británicos fueron descalificados porque habían entrenado antes del comienzo de la competición, y este acto se consideraba contrario al espíritu de aficionado que se defendía en aquel tiempo. Sin embargo, en la actualidad, un incidente así provocaría la sonrisa de la mayoría de la gente.

      Después de la primera guerra mundial y en especial después de la segunda, la gente que vivía en los llamados países desarrollados han tenido cada vez más tiempo libre. Como consecuencia, la recreación se ha convertido en poco tiempo en un negocio muy lucrativo, los intereses económicos han ocupado su lugar junto a los intereses nacionales y sociales, y los espectáculos deportivos de hoy son “un escenario en el que dominan factores económicos, políticos y sociales”. En otras palabras, el deporte se ha convertido en un “fenómeno de masas”. Con frecuencia, el ganar supone millones de dólares para los vencedores. La televisión también ha contribuido a la popularidad de los deportes y puede que hasta haya fomentado la violencia que reina en ellos. De hecho, a menudo la cámara de televisión se recrea en las jugadas violentas en lugar de en las que se consideran moderadas, y las repone una y otra vez por medio de repeticiones instantáneas. Así que es posible que la televisión, involuntariamente, esté intensificando los efectos que la violencia en los deportes tiene en la mente de futuros hinchas y jugadores. El deporte de aficionados apenas existe, y en su lugar está la “afición profesional”, según lo expresó cierta revista al hablar de las decenas de miles de dólares que ganaron los deportistas durante los Juegos Olímpicos de 1988, celebrados en Seúl.

      El nacionalismo hace que los deportistas, entrenadores, managers y espectadores atribuyan una importancia exagerada a la victoria. Después de ciertos espectáculos deportivos internacionales, a los ganadores se les concede honores por su triunfo, como los que se concedían en tiempos antiguos a los comandantes que regresaban victoriosos a casa. Esto se ha visto en años recientes en Italia, Argentina y los Países Bajos, donde los deportistas literalmente lucharon al máximo sin ningún tipo de escrúpulos. Y los hinchas les imitan, excediéndose en su muestra de lealtad a su equipo o nación y avivando encarnizadas batallas, antes, durante y después del espectáculo deportivo.

      Antes de iniciarse la Eurocopa de fútbol de 1988, el semanario alemán Der Spiegel dijo que se temía que este acontecimiento iba a convertirse en un “terreno idealmente abonado para una mezcla muy explosiva de agresividad, nacionalismo y neofascismo”.

      Otra forma de violencia

      Pero esto no es todo en cuanto a la violencia en el mundo de los deportes. En los Juegos Olímpicos de 1988 celebrados en Seúl estalló el “escándalo del doping”. El doping, que consiste en el uso de drogas ilegales para aumentar los niveles de energía de los deportistas y conseguir un rendimiento mayor al normal, es una práctica que, no solo perjudica el espíritu deportivo, sino también la salud de los deportistas.

  • Las drogas son “el SIDA del deporte”
    ¡Despertad! 1989 | 8 de noviembre
    • “Los esteroides constituyen una creciente amenaza para la salud y seguridad de nuestros ciudadanos.”—(Funcionario de la U.S. Drug Enforcement Administration)

      LA NOTICIA sacudió a millones de espectadores que seguían las Olimpiadas de Seúl. Su héroe, el atleta más rápido del mundo en los 100 metros lisos, fue desposeído de su medalla de oro y descalificado por haber usado sustancias prohibidas.

      Así que otra plaga ha infectado los deportes: el doping, tan difícil de desarraigar que ha sido denominado “el SIDA del deporte”.

      “Las Olimpiadas de los medicamentos”

      Parece que fue principalmente después de la segunda guerra mundial cuando algunos deportistas comenzaron a utilizar drogas en la competición. Pero ahora, según los entendidos, esta práctica se ha extendido tanto, que se requieren “organizaciones complicadas y costosas, a menudo fundadas por las propias federaciones deportivas, con la clara intención de obtener resultados prestigiosos, atraer patrocinadores, ganar dinero, conseguir poder”. El fenómeno está tan extendido, que el Corriere Medico, un periódico italiano, calificó los juegos de Los Ángeles de 1984 como “las Olimpiadas de los medicamentos”.

      De hecho, el uso de drogas y otras terapias ilegales para, injustamente, ganar ventaja competitiva, es una plaga que está afectando a muchos deportes en todos los países. Como cada país quiere superar a los demás, ninguno quiere dejar de administrar drogas a los deportistas. De manera oportuna, el Parlamento Europeo señaló que “las ambiciosas expectativas y la frecuencia de los espectáculos deportivos mantienen al deportista bajo tal presión, que aumenta la tentación de utilizar medios más o menos legales para mantenerse en buena forma física y psicológica. Otro factor que contribuye a esto es la falta de escrúpulos de los entrenadores deportivos”. Pues, incluso dopan a jovencitos.

      Diversas formas de “doping”

      Existen diversas formas de doping. Por ejemplo:

      Esteroides, las drogas implicadas en lo que se ha definido como “el suceso más grave de la historia olímpica”: la descalificación en Seúl de Ben Johnson, plusmarquista mundial en los 100 metros lisos. Son sustancias que, al influir en la producción de aminoácidos, contribuyen al aumento de la masa muscular y de la fuerza, así como de la agresividad. Se dice, por ejemplo, que todos los récords de levantamiento de pesas alcanzados en los últimos diez años deben atribuirse al uso de estas sustancias.

      Estimulantes, como la cafeína y la estricnina, que se utilizan para estar más despierto y demorar la fatiga.

      Analgésicos narcóticos, para mitigar el dolor y conseguir un efecto tranquilizante.

      Betabloqueantes, sustancias que disminuyen los latidos del corazón y estabilizan el organismo, por lo que particularmente los usan los arqueros y los tiradores.

      Diuréticos, para perder peso en poco tiempo y para que, cuando se lleven a cabo las pruebas, no se detecten otras sustancias prohibidas.

      Estas son solo algunas de las sustancias más conocidas que se utilizan en el doping, pero el Comité Olímpico Internacional ha confeccionado una lista de unas cien drogas prohibidas. El problema es que, tan pronto como se prohíbe una de ellas o se desarrollan métodos para detectar su presencia, equipos enteros de médicos y químicos comienzan a trabajar para producir otras.

      No obstante, todavía existen otros recursos mediante los que los deportistas tratan de mejorar su rendimiento de manera fraudulenta. A fin de aumentar su flotabilidad, algunos nadadores se han hecho llenar los intestinos de gas helio.

      Muchos deportistas han admitido haber recibido transfusiones de sangre para mejorar su rendimiento. Según algunos, la transfusión de sus propios glóbulos rojos mejora el aporte de oxígeno a todas las partes del cuerpo, incluidos los músculos.

      La prensa ha revelado recientemente que algunas atletas han utilizado el embarazo como una forma de doping. Las embarazadas experimentan un aumento de volumen sanguíneo, lo cual, a su vez, incrementa el aporte de oxígeno a los músculos. Algunas atletas, en especial las que participan en deportes que requieren una gran fuerza física, se han aprovechado de las etapas iniciales del embarazo para mejorar su rendimiento, y, después de la competición, han abortado.

      Un problema grave

      Pero, ¿hasta qué grado está extendido el problema? A juzgar por las pocas veces que los deportistas son descalificados por el uso de drogas, algunos aficionados pudieran pensar que solo un pequeño porcentaje recurre al doping, y que, desde luego, sus ídolos jamás harían nada semejante. Pero, los que están familiarizados con el mundo de los deportes ven las cosas de modo diferente.

      “El uso de anabolizantes está mucho más extendido de lo que comúnmente se piensa”, dijo un ex lanzador de disco de Italia. Y, según el profesor Silvio Garattini, experto en farmacología, el problema del doping es, con toda probabilidad, mucho más serio de lo que se pensaba. Según algunas fuentes, el 50% de los deportistas mejor dotados físicamente utilizan sustancias prohibidas.

      El riesgo para los atletas

      Pero el problema del doping no solo radica en conseguir un mejor rendimiento por medios ilegales. El deportista de hoy, y en concreto el que toma drogas, forma parte de un equipo mucho mayor, aunque oculto, que incluye médicos que prescriben sustancias prohibidas en caso necesario. No obstante, es el deportista quien paga las consecuencias: la vergüenza de ser descubierto o descalificado y, más importante, los graves peligros para su salud.

      Se cree que los esteroides anabolizantes, además de ser perjudiciales para el hígado, el sistema cardiovascular y el aparato urogenital, provocan diversos efectos físicos secundarios y, en el caso de algunos deportistas, una personalidad violenta.

      El abuso de otras drogas, como por ejemplo los estimulantes, produce un “estado de confusión, toxicodependencia y alucinaciones visuales”. En cuanto a las transfusiones de sangre, el periódico médico Doctor indica que la transfusión de los propios glóbulos rojos del deportista no carece de riesgos. Uno de ellos es la “sobrecarga y reducción del flujo sanguíneo en ciertas zonas, debido al aumento de la viscosidad de la sangre” y a la acumulación de hierro, “con consecuencias negativas para el parénquima (hígado, riñones, corazón, glándulas endocrinas, etc.)”.

      Las víctimas del doping, incluso sin contar las que no se conocen, son muchas. Algunos de los casos más oídos son el del ciclista danés Jensen, que murió durante las Olimpiadas de 1960 celebradas en Roma; el del ciclista británico Tom Simpson, que murió durante el Tour de Francia de 1967; el del corredor de medio fondo holandés Augustinus Jaspers, que murió justo después de una carrera en las Olimpiadas de 1984 celebradas en los Ángeles; el de Birgit Dressel, de Alemania occidental, que practicaba la especialidad de héptalon y que murió envenenada por las drogas que un médico deportivo le había ido prescribiendo durante años.

      “El deporte no tiene piedad —dijo Carl Lewis, varias veces campeón olímpico—. El doping ya se ha cobrado sus víctimas, pero los organizadores, aunque lo saben, no dicen nada.”

      Y sin embargo, aun conociendo estos preocupantes hechos, ante la pregunta: “Si yo pudiera darle una píldora que le convirtiera en campeón olímpico, pero que le provocara la muerte en el plazo de un año, ¿se la tomaría?”, el 50% de los deportistas estadounidenses entrevistados dijo que sí. Y así es como probablemente responderían muchos deportistas en otras partes del mundo.

  • ¿Terminará todo esto?
    ¡Despertad! 1989 | 8 de noviembre
    • ¿Terminará todo esto?

      PARTICIPAR en alguna actividad física placentera resulta agradable y es bueno para la salud. Pero, lamentablemente, el ser jugador, o hasta solo espectador, muchas veces supone que uno sea absorbido en un mundo muy violento, y con frecuencia lleno de drogas.

      El deporte moderno es tan solo una expresión de ese mundo violento. Refiriéndose a los incidentes ocurridos en Bélgica en 1985, y que causaron la muerte de 39 personas en las gradas de un estadio de fútbol, el filósofo Emanuele Severino dijo: “La opinión general es que sucesos como el de Bruselas ocurren, porque cada vez son más las personas que dejan de creer en ciertos valores fundamentales de nuestra sociedad. —Y añadió—: La violencia de nuestro tiempo no se debe a la ausencia de valores, sino a la presencia de nuevos valores”.

      Nuevos valores en los deportes

      ¿Cuáles son estos nuevos valores mencionados por el profesor Severino? Uno es el narcisismo de los deportistas, que hace que los campeones se vean como “semidioses”.

      Luego, está el nacionalismo y las resultantes implicaciones políticas. La revista L’Espresso dice: “El deporte se ha convertido en un gran medio para la promoción social. Cuantas más victorias gana, mejor nación se considera”.

      El dinero también es uno de los nuevos valores que ha llegado a formar parte del mundo de los deportes. Considerables intereses económicos y comerciales —derechos de retransmisión por televisión, publicidad, loterías y patrocinio— garantizan la “competición sin escrúpulos”, hasta entre los deportistas. Un ex jugador de fútbol dijo que ese deporte “ya no es un juego. Es tan solo un negocio”.

      El principio que impera es el de vencer a toda costa, y, según los nuevos valores de hoy, ahí entra todo, desde la violencia en el campo y en las gradas, hasta la violencia cometida por los hinchas antes y después de la competición; desde el doping y sus letales efectos hasta el juego sucio y la falta de escrúpulos. El espíritu deportivo, llamado juego limpio, parece haberse convertido en cosa del pasado. ¿Volverá alguna vez? A juzgar por lo que se dice, la gente así lo espera, pero los hechos no son nada animadores.

      ¿Terminarán algún día las drogas y la violencia?

      Como admite el profesor Severino, la violencia en los deportes es solo un aspecto de la violencia que atormenta a la sociedad moderna en general. ¿Cuál es la causa de tanta violencia? Una profecía bíblica nos ayuda a entender el problema. Al hablar de los últimos días de este inicuo sistema de cosas, el apóstol Pablo mencionó que se caracterizarían por, entre otros, los siguientes rasgos: ‘Los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, desleales, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres’. Y añadió: “Los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor”. (2 Timoteo 3:1-5, 13.)

      La Biblia explica que este mundo actual “yace en el poder del inicuo” (1 Juan 5:19), y este “inicuo” que corrompe las cosas buenas —como las actividades deportivas sanas— es Satanás el Diablo. Él es el responsable del espíritu violento, y también fomenta el nacionalismo, el egoísmo y la avidez que ha arruinado la sociedad y los deportes.

      Pero nosotros, como individuos, no tenemos que ceder ante el espíritu demoniaco. Podemos, por medio de aplicar los principios bíblicos, ‘desnudarnos’ de nuestra vieja personalidad con sus prácticas incorrectas, entre las que se incluye el comportamiento violento, y vestirnos de “la nueva personalidad” que produce fruto pacífico. (Colosenses 3:9, 10; Gálatas 5:22, 23.)

      Pero ¿se acabarán alguna vez la violencia y el doping en los deportes? ¡Por supuesto que sí! ¿Cuándo? Cuando deje de existir la violencia y el uso abusivo de drogas en la sociedad. Y el que actualmente la iniquidad vaya en aumento es un indicio de que ese tiempo está cerca. (Salmo 92:7.)

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