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  • Efectos de la teoría evolucionista
    ¡Despertad! 1995 | 8 de agosto
    • Degradación en vez de mejora

      ¿Vemos que esté produciéndose tal mejora? Con relación al optimismo de De Chardin, el libro Clinging to a Myth (Aferrados a un mito) observó: “De Chardin debió de estar totalmente ajeno a la historia de derramamiento de sangre humana y de los sistemas racistas, como el del apartheid de Sudáfrica. Sus palabras parecen proceder de alguien que no vive en este mundo”. En vez de adelantar hacia la unidad, el género humano ha sufrido en este siglo segregación racial y división nacionalista en una escala sin precedentes.

      Las esperanzas que daba El origen de las especies de que el hombre progresaría hacia la perfección, o por lo menos mejoraría, se han visto grandemente truncadas, y cada vez parecen estar más lejos de materializarse, pues desde la aceptación general de la evolución, la humanidad ha caído en la barbarie con demasiada frecuencia. Considere esto: en las guerras del presente siglo han sido asesinados más de cien millones de seres humanos, cincuenta millones de los cuales perecieron tan solo en la II Guerra Mundial. Piense, además, en las matanzas étnicas ocurridas recientemente en lugares como Ruanda y la antigua Yugoslavia.

      ¿Quiere decir esto que no hubo guerras ni brutalidad en siglos pasados? ¡Claro que las hubo! Sin embargo, la acogida de la teoría de la evolución, esa idea de que la vida es una lucha despiadada por la existencia en la que sobreviven los mejor dotados, no ha servido para mejorar la vida del hombre. De manera que, si bien no puede culparse a la evolución de todos los males acaecidos, sí ha contribuido a fomentar el odio, el delito, la violencia, la inmoralidad y la degradación. Puesto que comúnmente se acepta que los humanos descienden de animales, no es raro que cada vez más individuos se comporten como tales.

  • La evolución y usted
    ¡Despertad! 1995 | 8 de agosto
    • La evolución y usted

      EL ORIGEN de las especies convenció a las masas del siglo pasado de que el hombre había sobrevivido sin la intervención divina y de que seguiría adelante sin ella. Mucha gente, embelesada con los adelantos científicos, creyó que podía prescindir de Dios y que la ciencia salvaría a la raza humana. El libro La edad del progreso indica que el siglo XIX ‘estuvo animado por la convicción de que el esfuerzo racionalmente aplicado podía transformar al mundo’.

      No obstante, hacia finales de siglo, hasta Charles Darwin flaqueó en su optimismo. Según un historiador, temía que la teoría de la evolución “hubiera matado a Dios y que las consecuencias fueran incalculables para el futuro de la humanidad”. Alfred Russel Wallace, contemporáneo de Darwin más joven que él, relató: “Durante la última conversación que sostuvimos [poco antes de su muerte], Darwin se mostró muy pesimista tocante al futuro de la humanidad”.

      ¿En qué ha resultado el esfuerzo humano?

      La historia del siglo XX ha revelado que al hombre verdaderamente le aguardaban días aciagos. Los logros técnicos alcanzados desde los días de Darwin no han hecho más que camuflar lo que ha resultado ser, con mucho, la más tenebrosa y violenta era de toda la historia. Vivimos en medio de lo que el historiador H. G. Wells denominó “una verdadera desmoralización”.

      Desde que Wells escribió aquellas palabras (hace ya cerca de setenta y cinco años), la crisis moral del mundo sigue agravándose. Ninguna medida adoptada por los hombres de ciencia, economistas, organizaciones sociales, gobiernos, o por las religiones de este mundo, ha remediado, o por lo menos reprimido, dicha oleada. Las condiciones siguen en constante deterioro.

      Por lo tanto, deberíamos preguntarnos: ¿En qué ha resultado el esfuerzo humano? ¿Han creado la ciencia y la técnica un mundo mejor? La bióloga Ruth Hubbard comentó: “Cuando uno abre el diario para enterarse de lo que está sucediendo, se encuentra con que los problemas no son de índole científica; son problemas de organización social, de asuntos fuera de control, de individuos que buscan enriquecerse sin hacer caso de las necesidades humanas”. A lo cual añadió: “Francamente, no creo que con una distribución racional de los recursos la ciencia pueda resolver ninguno de los problemas que tanto atribulan al mundo”.

      ¿De qué provecho es en realidad que el hombre pueda viajar a la Luna si no consigue solucionar los problemas básicos de la humanidad? ¿Puso fin a las guerras y a la violencia étnica la invención de armas cada vez más destructivas, como la bomba atómica? ¿Han reducido sensiblemente los logros científicos la criminalidad, la desintegración familiar, las enfermedades de transmisión sexual, la inmoralidad, los nacimientos ilegítimos, la corrupción en las altas esferas, la pobreza, el hambre, el problema de las personas sin hogar, el consumo de drogas, la contaminación ambiental? No; en todo caso, la ciencia ha agudizado algunos de estos problemas. Haber abandonado a Dios y haberlo sustituido por la evolución y la ciencia no ha beneficiado a la familia humana; por el contrario, la ha perjudicado.

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