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Página 2¡Despertad! 1988 | 22 de noviembre
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El problema de las esposas maltratadas atraviesa todo tipo de fronteras: educativas, sociales y económicas. En todas las razas, grupos étnicos y religiones, tanto no cristianas como “cristianas”, se encuentran hombres que maltratan a su esposa. Puede que sean médicos, abogados, hombres de negocios, jueces, policías o quizás el hombre común de la calle. Algunos tienen ingresos que ascienden a millones, mientras que otros viven de un subsidio.
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Esposas maltratadas... ¿qué está sucediendo en los hogares?¡Despertad! 1988 | 22 de noviembre
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Esposas maltratadas... ¿qué está sucediendo en los hogares?
LOS casos de esposas maltratadas se suceden de un modo alarmante. La revista Psychology Today informó que “una de cada diez mujeres sufrirá graves maltratos (golpes, patadas, mordiscos o algo peor) por parte de su marido durante su matrimonio”. Un año después de este informe, la revista Family Relations indicó que la magnitud del problema era aún mayor, pues dijo que “en Estados Unidos, una de cada dos mujeres será víctima de violencia doméstica”. Según un informe de 1987, en Canadá, una de cada diez mujeres será maltratada. En otros países los cálculos son aproximadamente los mismos.
Un fiscal de distrito de Nueva York añade más testimonio al creciente problema de las esposas maltratadas. “La violencia contra las mujeres adquiere proporciones epidémicas en la sociedad americana. El FBI ha calculado que cada dieciocho segundos, una esposa es golpeada, y que cada año, hasta seis millones de mujeres son maltratadas.” Se ha determinado que “el maltrato infligido a la esposa provoca en las mujeres más daños que requieren hospitalización que todas las violaciones, asaltos y accidentes de tráfico combinados”. Todos los años pierden la vida por esta causa unas cuatro mil mujeres.
Si el maltrato a la esposa se mantiene bien oculto como un secreto de familia, las personas más próximas al marido —como sus mejores amigos, compañeros de trabajo o familiares que no viven en la misma casa— quizás nunca sospechen que maltrata a su esposa. Puede que cumpla bien con sus responsabilidades en el trabajo y en la sociedad en general, y a menudo se atrae el respeto de los que lo rodean, quienes lo ven como un ejemplo. Muchos de esos maridos se apartarían de una pelea en un bar, en la calle o en el lugar de trabajo. Muchos se quitarían la camisa que llevan puesta para dársela a algún necesitado.
Sin embargo, cuando tratan con su mujer, se encolerizan por los motivos más insignificantes, como por ejemplo, el que la comida no esté lista a la hora, no le haya preparado la clase de comida que desea, no le guste el estilo del vestido que lleva, ella quiere ver un programa de televisión y él otro. Un estudio efectuado en Gran Bretaña sobre esposas maltratadas reveló que en el 77% de los casos, no recibieron los golpes como consecuencia de una discusión. Los informes indican que en muchos casos, las palizas comienzan por algo tan “trivial como el que la esposa rompa la yema del huevo o se haya hecho una cola de caballo”.
Un marido que maltrataba a su esposa admitió que “se enfadó porque su mujer estaba enredada entre las sábanas de la cama”. Su ‘enfado’ hizo que la tirara de la cama a patadas y luego le golpeara la cabeza contra el suelo con suficiente fuerza como para provocarle una conmoción cerebral. Una esposa maltratada que había aguantado palizas por años dijo: “A veces, lo que provocaba la paliza era el que me hubiese olvidado de poner algo en particular en la mesa a la hora de cenar”.
Una mujer que solo llevaba tres años y medio casada calculó que su marido la había pegado unas sesenta veces durante su matrimonio. “No le gustaban mis amistades —dijo ella—. Poco a poco dejé de verlas.” Con el tiempo, dejó de ver a sus familiares porque a él tampoco le gustaban. “Si intentaba telefonearles, era razón suficiente para que me diera otra paliza”, explicó. Otra esposa maltratada dijo: “Al final, siempre le preguntaba antes de hacer nada: qué debía preparar para la cena, cómo tenía que colocar los muebles”.
Los estudios indican que los momentos en los que hay más probabilidad de que las esposas sean maltratadas son ya entrada la tarde, durante la noche o en los fines de semana. Por consiguiente, es más probable que quienes atiendan a una mujer después de haber recibido una severa paliza sea el personal de urgencias de un hospital y no su médico de cabecera. Entre las heridas que las mujeres maltratadas quizás muestren para que se las curen, suele haber heridas sangrantes, especialmente en la cabeza y el rostro. Predominan las lesiones internas: conmociones cerebrales, tímpanos perforados y, en especial si la esposa está embarazada, lesiones abdominales. Muchas veces pueden verse en el cuello señales de intento de estrangulación. En muchos casos hay que tratar huesos rotos: mandíbulas, brazos, piernas, costillas y clavículas. Otras víctimas quizás tengan que ser enviadas a centros de quemados a fin de recibir tratamiento para quemaduras causadas por líquidos hirvientes o ácidos.
En un escrito sobre maridos que maltratan a su esposa se dijo: “Esos tipos son verdaderamente repugnantes. Encierran a sus mujeres en una habitación, les rompen los huesos, las dejan lisiadas. Les infligen cortes con un cuchillo, prueban drogas con ellas, les dan puñetazos en el rostro, el estómago, los pechos. Las apuntan a la cabeza con un arma... y las matan”. Ha habido informes de esposas encadenadas a su cama, cables del automóvil arrancados para que este no funcione, amenazas de muerte a la mujer y a sus hijos si intentaban huir. Las tragedias no tienen fin.
Además del maltrato físico, que se produce con frecuencia, están las amenazas y acusaciones, los insultos, la depresión, las pesadillas y el insomnio.
¿Qué tipo de hombre es el que infligiría semejante maltrato a su cónyuge: a esa mujer a la que posiblemente suela decir que ama y que no puede vivir sin ella? Veamos su descripción en el siguiente artículo.
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Cómo son los maridos que maltratan a su esposa¡Despertad! 1988 | 22 de noviembre
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Cómo son los maridos que maltratan a su esposa
LA OPINIÓN unánime de los expertos es que todos los maridos que maltratan a su esposa encajan básicamente dentro de un mismo patrón. Médicos, abogados, oficiales de policía, magistrados y asistentes sociales —cuyos trabajos los ponen diariamente en contacto con casos de violencia familiar— concuerdan en ello. Un magistrado dijo: “El narcisismo: ese es el rasgo dominante. La analogía entre un niñito y un marido que maltrata a su mujer es sorprendente. Todas las mujeres maltratadas a las que atiendo me cuentan escenas de rabietas. El hombre que maltrata solo puede relacionarse con el mundo en términos de cómo pueden ser atendidas sus necesidades”. Dicho juez denomina a este tipo de hombre “sociópata”, con lo que quiere decir que es incapaz de considerar las consecuencias de sus acciones.
“Algo que llama bastante la atención —dijo un escritor— es que los hombres que maltratan a su mujer suelen tenerse en poca estima, y tratan de inducir a sus víctimas a que también se sientan así.” “Una actitud posesiva, celos, así como problemas sexuales y poca estimación propia, son características comunes de los hombres que maltratan a las mujeres”, dijo una reseña de prensa. Un eminente psiquiatra concordó con esta descripción del hombre que maltrata a su esposa, y añadió: “El maltrato es uno de los medios que usa esta clase de hombres para tratar de probar su masculinidad”.
Parece ser que estos hombres utilizan la violencia para mantener el mando y demostrar a su cónyuge que está bajo su poder. Uno de ellos declaró: “Si dejamos de maltratar, perdemos el mando. Y eso es inconcebible, intolerable”.
Muchas veces, el marido que maltrata a su mujer es irracionalmente posesivo y celoso, y eso sin razón alguna. En su imaginación llega a creer que su mujer se entiende con el cartero, el lechero, un amigo íntimo de la familia o cualquier otro hombre a quien le dirija la palabra. Aunque trate mal a su mujer, hasta el punto de hacerle daño físico, le aterra la idea de separarse de ella o perderla. Si la esposa maltratada lo amenaza con dejarlo, es posible que él, a su vez, la amenace con matarla y luego quitarse la vida.
Muchas veces, los celos pueden surgir cuando la esposa está embarazada. Es posible que el marido tema la posibilidad de que ahora ella deje de tenerle afecto y el bebé se convierta en el centro de atención. Muchas esposas maltratadas dicen que la primera señal de maltrato por parte de su marido la tuvieron durante su primer embarazo, cuando fueron golpeadas violentamente en el estómago. “El narcisismo que padece puede llevarle a una situación en la que verdaderamente trate de matar al feto”, dijo un magistrado.
Un ciclo de violencia
Otro rasgo característico del marido que maltrata a su mujer es el ciclo de violencia que se produce, algo que han confirmado muchas esposas maltratadas. Al principio, el marido quizás solo recurra a insultarla, utilizando lenguaje ofensivo. Puede que la amenace con quitarle los niños, y le diga que no volverá a verlos nunca. Al verse amenazada, es posible que ella admita que todo es por su culpa, y acepte la responsabilidad por el maltrato al que se ve sometida. En realidad, le está facilitando las cosas. Él está adquiriendo el control. Pero tiene que ejercer más dominio. Esta primera etapa puede presentarse en cualquier momento después de la boda... a veces, a las pocas semanas.
La segunda etapa puede sobrevenir con un repentino estallido de violencia: patadas, puñetazos, mordiscos, tirones de pelo, empujones que la tiran al suelo y actos sexuales violentos. Por primera vez la mujer quizás se dé cuenta de que ella no tiene la culpa. Razona que posiblemente la causa sea una situación externa, como estrés en el empleo o incompatibilidad con los compañeros de trabajo.
Inmediatamente después del estallido de violencia, el marido, en su remordimiento, consuela a su mujer. Ha empezado ahora la tercera etapa del ciclo. La inunda de regalos. Le ruega que lo perdone. Le promete que jamás volverá a ocurrir.
Pero vuelve a ocurrir, una y otra vez. Ya no hay remordimiento. Es un modo de vivir. La amenaza con matarla siempre que ella lo amenaza con marcharse. La mujer está ahora totalmente bajo su dominio. Recuerde las palabras que antes se citaron de un marido que maltrataba a su esposa: “Si dejamos de maltratar, perdemos el mando. Y eso es inconcebible”.
Otra similitud
Invariablemente, los que maltratan a su mujer le echan la culpa a ella de provocar el maltrato. El director de un programa al servicio de la mujer maltratada dijo: “Esos maridos dicen a su esposa: ‘No haces esto bien, por eso te pego’. O: ‘Has servido la cena tarde, por eso te pego’. Siempre es culpa de ella. Y cuando este tipo de maltrato emocional continúa durante años, la mujer sufre un lavado de cerebro y llega a creérselo”.
Un marido le decía a su mujer que ella provocaba los ataques por cosas que había hecho mal. “A medida que aumentaba la violencia, sucedía lo mismo con las excusas. Y siempre decía: ‘Mira lo que me has obligado a hacer. ¿Por qué me obligas a hacer esto?’.”
Una vez reformado, un marido que solía maltratar a su esposa, y cuyo padre también lo había hecho con la suya, dijo lo siguiente: “Mi padre nunca podía admitir que estaba equivocado. Nunca pedía disculpas ni aceptaba ninguna responsabilidad por sus actos. Siempre culpaba a su víctima”. También admitió lo siguiente: “Yo echaba la culpa a mi mujer del maltrato que le daba”. Otro marido dijo: “Maltraté a mi mujer durante quince años por haberse hecho testigo de Jehová. La culpaba de todo. No me di cuenta de que estaba haciendo algo tan malo hasta que empecé a estudiar la Biblia. Ahora es un amargo recuerdo en mi vida. Trato de olvidarlo, pero no lo consigo”.
El caso del padre y el hijo que maltrataron a sus respectivas esposas no es singular. Más bien, suele ser característico de este tipo de maridos. El hijo admitió que el maltratar a la mujer había sido una costumbre en su familia durante ciento cincuenta años, costumbre transmitida, por decirlo así, de padres a hijos. Según la Coalición Nacional contra la Violencia Doméstica, “de los hijos que presencian violencia doméstica, el 60% de los muchachos con el tiempo maltratarán a su mujer, y el 50% de las muchachas serán víctimas de maltrato”.
Un periodista dijo: “Aunque no hayan sido objeto de palizas y no hayan sufrido daño físico, estos niños han aprendido algo que probablemente nunca olvidarán: tratar los problemas y el estrés de manera violenta es aceptable”.
Las organizaciones que ofrecen ayuda a las mujeres maltratadas dicen que los hijos varones que han visto a su padre golpear a su madre suelen tratar a esta de un modo violento, y hasta llegan a amenazar con matar a sus hermanas. “No es simplemente un juego de niños —dijo un portavoz de una de esas organizaciones—. Va en serio.” Puesto que han visto a sus padres actuar con violencia cuando se encolerizan, los hijos ven ese comportamiento como la única opción.
Cuando las niñas son pequeñas, se las suele ver como criaturas dulces, tiernas y cariñosas. Esas niñitas crecen, se casan y llegan a ser madres. Se convierten en mujeres a quienes sus maridos dicen que no pueden vivir sin ellas. Obviamente, el maltratar a la esposa va contra todo sentido de la justicia. Pero, ¿contra la justicia de quién?: ¿la del hombre, o la de Dios?
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¿Cuándo terminará el maltrato?¡Despertad! 1988 | 22 de noviembre
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¿Cuándo terminará el maltrato?
¿HASTA dónde se remonta en la historia la costumbre de maltratar a la esposa? Una fuente cita la que, según se cree, es la primera ley escrita —fechada en el año 2500 a. E.C.—, que permitía a los maridos pegar a su mujer.
En el año 1700 a. E.C., Hammurabi, rey pagano de Babilonia, redactó el famoso Código de Hammurabi, que contenía casi trescientas disposiciones legales por las que el hombre se regía. Este código decretaba oficialmente que la esposa debía estar en completa sujeción a su marido, quien tenía el derecho legal de infligirle castigo por cualquier transgresión.
Más adelante, en el tiempo del imperio romano, el código romano del paterfamilias decía: “Si descubrieses que tu mujer ha cometido adulterio, puedes darle muerte impunemente sin juicio alguno; pero si tú cometieses adulterio, ella no debe atreverse a levantar un dedo contra ti, ni tampoco se lo permite la ley”.
Un manual sobre el matrimonio escrito en el siglo XV de nuestra era aconsejaba a los maridos que cuando vieran a su mujer cometer una falta, debían “intimidarla y aterrorizarla”, y luego “tomar un palo y darle una buena paliza”.
Los legisladores ingleses del siglo XIX trataron de reducir el sufrimiento de las mujeres por medio de determinar legalmente el grosor del palo. Dispusieron lo que se conocía como la ley del pulgar, que permitía a un hombre pegar a su esposa con un palo “no más grueso que su pulgar”.
Aunque hoy día en muchos países ya no hay leyes que protegen al marido cuando maltrata a su mujer, estas tradiciones históricas todavía persisten en muchas partes de la Tierra. Según un programa de noticias del canal CBS de la televisión estadounidense, Brasil es un país donde las mujeres son idolatradas por los hombres. Sin embargo, aunque resulte paradójico, también son degradadas, maltratadas, golpeadas y asesinadas sin escrúpulos. El informe siguió diciendo que tal conducta se observa en todos los niveles de la sociedad, incluso en los tribunales, donde un hombre puede librarse de ser condenado por asesinato, en particular si la víctima es su esposa, si lo ha cometido por “defender su honor”. Un reportero dijo: “Muchos de los asesinatos no son cometidos por hombres incultos y atrasados, sino por hombres con carrera, educados”.
El maltrato infligido por “defender su honor” puede provocarlo la más mínima infracción de las reglas impuestas por el marido: no tener la cena lista a la hora, salir sola, obtener un empleo, estudiar en la universidad o dejar de “ceder ante todo tipo de coito sexual que el marido desee”.
La ley de Dios y el punto de vista cristiano
La ley de Dios deja claro que los maridos deben “[continuar] amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación. [...] Los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama, porque nadie jamás ha odiado a su propia carne; antes bien, la alimenta y la acaricia”. (Efesios 5:25, 28, 29.) Esta ley supera a todas las leyes del hombre, pasadas y presentes.
Por supuesto, ningún marido cristiano afirmaría que todavía ama a su esposa si la maltrata. ¿Golpearía él su propio cuerpo, se tiraría del pelo y se daría puñetazos en el rostro y en el cuerpo porque verdaderamente se ama? ¿Acaso el marido que maltrata a su mujer dice abiertamente a otros —familiares que no viven bajo su mismo techo, amigos u otros cristianos— que de vez en cuando pega a su mujer y le hace daño porque la quiere mucho? Más bien, ¿no la amenaza para que no se lo diga a nadie? Si tienen hijos, ¿les obliga su padre a jurar que guardarán en secreto su maltrato? ¿Se avergüenzan esos hijos de hablar de ello? ¿Acaso no contradice con sus acciones la afirmación de que ama mucho a su mujer? Lo normal es amarse el uno al otro. Lo que no es normal es maltratar a la esposa.
Por último, si un cristiano maltrata a su esposa, ¿no hace que todas sus otras obras cristianas pierdan su valor a los ojos de Dios? Recuerde: “un golpeador” no califica para recibir privilegios en la congregación cristiana. (1 Timoteo 3:3; 1 Corintios 13:1-3; Efesios 5:28.) Los informes indican que en este sistema de cosas también es corriente oír de maridos maltratados por su esposa. ¿No aplicarían a tales mujeres estas mismas preguntas?
¡Qué importante es que marido y mujer manifiesten en su vida matrimonial el fruto del espíritu: “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”! (Gálatas 5:22, 23.) Si podemos producir estos frutos en la actualidad, tendremos la prometedora perspectiva de estar en ese paraíso terrestre donde todos vivirán juntos en paz y amor para siempre.
[Fotografía en la página 8]
Los maridos cristianos ‘aman a su esposa como a su propio cuerpo’, lo que significa: “Prohibido maltratarla”
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