-
¿Puede el pobre ser honrado?La Atalaya 1990 | 15 de noviembre
-
-
¿Puede el pobre ser honrado?
Amelia tenía solo 29 días de nacida cuando su abuela la llevó al médico. La madre de Amelia no pudo llevarla porque estaba enferma en su hogar con sus otros cuatro hijos. El padre estaba en otro lugar buscando empleo. El médico examinó a la criatura. Manifestaba desnutrición, lo cual no es raro en África occidental. Pero el problema principal era que tenía celulitis. Una infección masiva le hinchaba el pecho. Cuando el médico dio una receta a la abuela, ella preguntó:
“¿Cuánto va a costar esta medicina?”.
“De cuatro a cinco dólares”, contestó él.
La abuela gimió. Ni siquiera tenía dos dólares para pagar por la consulta. “¡¿Cómo vamos a conseguir tanto dinero?!”, exclamó.
“Tendrá que conseguirlo de alguna forma —insistió el médico—. Pídaselo a sus amigos y parientes. Si esta infección no se atiende, va a pasar a la sangre, y la niñita morirá.”
De algún modo la familia de Amelia consiguió el dinero, y la criatura pudo ver su segundo mes de vida. Sin embargo, es imposible que millones de personas de los países en desarrollo de todo el mundo anden pidiendo dinero prestado a sus amigos y parientes. Y no hay muy buenas perspectivas de que la situación económica mejore.
The State of the World’s Children Report 1989 (Informe de 1989 sobre la condición de los niños en el mundo) preparado por UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) dice: “Después de décadas de progreso económico continuo, grandes zonas del mundo vuelven gradualmente a la pobreza”. En África y en la América Latina el sueldo promedio decayó entre un 10% y un 25% en los años ochenta. Y en los últimos años el presupuesto asignado para la salud ha disminuido en un 50% en 37 de las naciones más pobres del mundo.
¿Qué significa esto para los millones que viven en pobreza? Para muchos de ellos significa que no pueden comprar el alimento ni las medicinas que necesitan. Por eso puede que los hijos, o el cónyuge o los padres tengan que verse innecesariamente sentenciados a muerte, a menos que recurran al único medio que les parece accesible para conseguir dinero... ¡robar! Sí, la pobreza puede significar una lucha con dolorosos dilemas morales: ¿hurtar, o morir?, ¿mentir, o pasar hambre?, ¿sobornar, o sufrir privación?
En África occidental hay este dicho: “Donde ates la vaca, allí come hierba”. En otras palabras, la gente se aprovecha de lleno de toda situación que le permita enriquecerse. Muy frecuentemente, personas en autoridad en cualquier país de la Tierra usan su puesto para aprovecharse de otros mediante sobornos, malversar fondos o robar. Su razonamiento es: ‘Ayúdate mientras puedas. Quizás después no tengas la oportunidad’. Al empeorar la crisis económica en los países en desarrollo, bien pudiera ser que los indigentes estuvieran cada vez más dispuestos a aceptar la idea de que la honradez no es la mejor norma para el pobre.
La Biblia dice: “No debes hurtar”. (Éxodo 20:15.) Pero si en realidad parece imposible que los pobres puedan mantenerse honrados, ¿pone eso en tela de juicio la validez de las normas morales de la Biblia? ¿Son poco prácticas las leyes divinas, y pasan por alto las verdaderas necesidades de la gente? La experiencia de miles de cristianos verdaderos en países en desarrollo suministra una respuesta impresionante a esas preguntas.
[Comentario en la página 4]
“Donde ates la vaca, allí come hierba”
[Fotografía en la página 4]
Los pobres están entre los que se afanan laboriosamente en los países en desarrollo
-
-
Cómo hacer frente al desafío moral de ser pobreLa Atalaya 1990 | 15 de noviembre
-
-
Cómo hacer frente al desafío moral de ser pobre
“EL QUE es pobre es porque es perezoso —afirmó un médico africano—. La ciudad está llena de holgazanes. Si realmente quisieran hallar empleo, lo hallarían. Hoy día nadie tiene que ser pobre.”
No hay duda de que hay gente perezosa y de que la pereza puede llevar a la pobreza. La Biblia dice: “Un poco de dormir, un poco de dormitar, un poco de cruzar las manos para estar acostado, y cual salteador de caminos tu pobreza ciertamente vendrá, y tu carencia cual hombre armado”. (Proverbios 24:33, 34.) Sin embargo, son muchos los pobres que de ninguna manera son perezosos. Por ejemplo, considere el caso del hombre que escribió esto: “Hasta la hora actual continuamos padeciendo hambre y también sed y estando escasamente vestidos y siendo maltratados y estando sin hogar”. (1 Corintios 4:11.) ¿Se trataba de un holgazán sin remedio? Difícilmente. Esas palabras las escribió el apóstol Pablo. Él escogió una vida de escasos recursos económicos con el fin de efectuar con mayor eficacia su ministerio cristiano. Algunas de sus privaciones se debieron también a circunstancias fuera de su control, como la persecución religiosa.
Hoy la mayoría de los pobres del mundo son víctimas de circunstancias que están fuera de su control... quizás poca educación académica, mala condición de la economía local o agitación política. Muchos se afanan desde temprano por la mañana hasta tarde por la noche y apenas consiguen lo necesario para su manutención. Eso pudiera hacer que las oportunidades de obtener ganancias por medios poco honrados les parecieran atractivas, hasta necesarias. Sí, ¡algunos quizás hasta piensen que la Biblia justifica el poner a un lado el sentido moral de vez en cuando! Después de todo, la Biblia dice: “La gente no desprecia al ladrón simplemente porque comete robo para llenarse el alma cuando tiene hambre”. Y un sabio oró: “Que [yo] no venga a parar en pobreza y realmente hurte”. (Proverbios 6:30; 30:8, 9.)
La honradez... el punto de vista bíblico
¿Será verdad que esos textos bíblicos aprueban tácitamente la falta de honradez? Pues bien, examinémoslos en su contexto. Después de reconocer que la gente no desprecia a un ladrón que roba para llenarse el estómago vacío, Proverbios 6:31 pasa a decir: “Pero, cuando sea hallado, lo resarcirá con siete veces la cantidad; todas las cosas valiosas de su casa dará”. En otras palabras, cuando se prende al ladrón, este se encara con la plena aplicación de la ley. ¡Paga por su delito! Por consiguiente, en vez de animar a la gente a robar, esas palabras advierten a los pobres que el hurtar puede causarles mayores pérdidas económicas, deshonra tanto para sí mismos como para sus familias, y pérdida del amor propio.
Pero ¿qué hay de la oración que hace el sabio? Él pide no caer en la pobreza de modo que “realmente hurte y acometa el nombre de [su] Dios”. (Proverbios 30:9.) El que afirma servir a Jehová podría traer oprobio al nombre de Dios y a la congregación de Su pueblo si no fuera honrado. El apóstol Pablo escribió: “Tú, el que predicas: ‘No hurtes’, ¿hurtas?”. Si algunos que afirmaran ser cristianos robaran, el resultado pudiera ser que ‘se blasfemara el nombre de Dios entre las naciones’. (Romanos 2:21, 24.)
Como vemos, por buena razón la Biblia dice: “Mejor es el de escasos recursos que está andando en su integridad que cualquiera que es torcido en sus caminos, aunque sea rico”. (Proverbios 28:6.) Aunque a veces el apóstol Pablo se hallaba en escasez de provisiones materiales, nunca toleró la falta de honradez ni recurrió a ella. En vez de eso, escribió: “El que hurta, ya no hurte más, sino, más bien, que haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que sea buen trabajo, para que tenga algo que distribuir a alguien que tenga necesidad”. (Efesios 4:28.)
La solución: confiar en Dios
¿Qué hay de los que, a pesar de trabajar duro, no ganan lo suficiente como para mantener a su familia? ¿Se podría justificar en el caso de ellos la falta de honradez o hasta el robo, especialmente si algún miembro de su familia enfermara, o surgiera otra emergencia? Hay quienes creen que sí. Un residente de un país africano dijo: “En nuestro país el que es honrado no sobrevive. El que quiera sobrevivir tiene que salirse de lo recto de vez en cuando”.
Sin embargo, por todo África suelen verse pintadas en camiones, escritas en placas sobre las paredes e impresas en calcomanías y rótulos pegados a los parachoques las palabras: “Confía en Dios”. La Biblia misma dice: “Confía en Jehová con todo tu corazón”. (Proverbios 3:5.) La falta de honradez jamás podría armonizar con esta exhortación bíblica. Pero ¿es el confiar en Dios realmente una solución práctica al desafío moral de ser pobre?
Como ministro de Dios, el apóstol Pablo experimentó dificultades como ‘hambre y sed, abstinencia de alimento, frío y desnudez’. (2 Corintios 11:27.) ¡No hay duda de que Pablo debe haberse preguntado cómo habría de sobrevivir! Pero después de unos 25 años de experiencia como cristiano pudo escribir lo siguiente: “Realmente sé estar en escasez de provisiones, realmente sé tener abundancia. En toda cosa y en toda circunstancia he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, tanto de tener abundancia como de padecer necesidad. Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder”. (Filipenses 4:12, 13.) Sí, Pablo confiaba en Dios.
Pablo comprendía que los principios bíblicos no son palabras vanas e idealistas. Son instrucciones de un Dios vivo que desea ayudar y apoyar a los que se esfuerzan por aplicarlas. Un profeta de la antigüedad dijo: “En cuanto a Jehová, sus ojos están discurriendo por toda la tierra para mostrar su fuerza a favor de aquellos cuyo corazón es completo para con él”. (2 Crónicas 16:9.)
Bendiciones por confiar en Dios
¿Por qué se le hace tan difícil a la mayoría de la gente confiar en Dios? Indudablemente porque su religión no le ha dado suficiente razón para hacerlo. Las iglesias han dado la impresión de que Dios no tiene nombre, que es abstracto e impersonal y está más allá de lo que los humanos pueden comprender. Pero el estudio de la Biblia ha hecho que los testigos de Jehová sepan que Dios no es alguna fuerza abstracta, sino una Persona que tiene nombre. (Salmo 83:18; Hebreos 9:24.) Los Testigos han aprendido que él posee cualidades que lo hacen digno de nuestra confianza. Por ejemplo, Éxodo 34:6 dice que Jehová es “un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad”. Los Testigos confían en Dios y comprenden que él es ‘abundante en verdad’. Por eso tienen plena confianza en Su promesa de traer un nuevo mundo en el que no habrá la pobreza opresiva que ahora aflige a una porción tan numerosa de la raza humana. (2 Pedro 3:13.)
Por consiguiente, millones de testigos de Jehová han demostrado que es práctico confiar en Dios. Por ejemplo, Rosaline, una Testigo que vive en Sierra Leona, trabaja afanosamente desde las cinco de la mañana hasta tarde por la noche para proveer alimento y ropa tanto para sí misma como para sus seis hijos. Dice ella: “Muchos dicen que no se puede vivir una vida honrada, pero yo sé que eso no es cierto. A veces se me presentan problemas que no veo cómo resolver. Pero sé que si vivo una vida honrada todo me saldrá bien. Por eso me esfuerzo mucho por no desagradar a Jehová”.
Cierto escritor dijo: “Más que pan, el pobre que tiene el estómago vacío necesita esperanza”. Sí, la falta de esperanza, la desesperación y la infelicidad crónica pueden ser aflicciones más dolorosas que el hambre. Pero el que llega a conocer a Dios y a confiar en él no tiene que sucumbir a la desesperación. “Aunque ahora trabajo duro —añade Rosaline—, me alegra saber que vendrá el tiempo en que no tendré que afanarme tanto. Ahora trabajo para obtener alimento para mi familia y para mí, pero en el nuevo mundo de Jehová habrá alimento en abundancia. De modo que ahora tengo una esperanza y un gozo que nunca tuve antes de conocer a Jehová.” (Compárese con Isaías 25:6; Revelación 21:3, 4.)
Es cierto que los que confían en Dios quizás sigan experimentando presiones económicas, como en el caso de Pablo. Pero no tienen que recurrir a violar las leyes de Dios para sobrevivir en sentido económico. El salmista David dijo: “Un joven era yo, también he envejecido, y sin embargo no he visto a nadie justo dejado enteramente, ni a su prole buscando pan”. (Salmo 37:25.) Sí, Dios se interesa por los que ponen los intereses de él en primer lugar en la vida, y los bendice. (Mateo 6:25-33.)
Por eso, si usted es pobre, ‘no desista de hacer lo correcto’. (2 Tesalonicenses 3:13.) Nunca recurra a transigir en lo moral. Edifique una buena relación con Dios y confíe en que él le ayudará a hacer frente a los problemas y las penalidades de la vida. A los que sirven a Jehová y confían implícitamente en él se les insta: “Humíllense [...] bajo la poderosa mano de Dios, para que él los ensalce al tiempo debido; a la vez que echan sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes”. (1 Pedro 5:6, 7.)
[Comentario en la página 6]
“Más que pan, el pobre que tiene el estómago vacío necesita esperanza”
[Fotografía en la página 7]
Los testigos de Jehová ayudan a la gente a cifrar su confianza en Dios
-