Valores morales que producen felicidad
SI A UN niño se le dejase frente a una mesa en la que hubiese comida saludable y golosinas, ¿qué haría? Lo más probable es que, si nadie le aconsejase, comiera lo que más le gustase —probablemente golosinas— hasta enfermar.
En lo que a moralidad se refiere, el hombre se enfrenta a una serie de decisiones. ¿Qué es lo que más desea? ¿Una vida de familia feliz y un futuro seguro, o vivir al día y solo pensar en los placeres sin tener en cuenta las consecuencias? Escoja lo que escoja, su selección moldeará su vida y afectará su futuro, para bien o para mal.
Las consecuencias
El fruto de la revolución sexual y de la libertad desenfrenada no ha sido bueno. La gente que se ha comportado como ha querido ha tropezado con un sinfín de problemas que no deseaba: hogares rotos, embarazos no deseados, muerte por causa del SIDA y de otras enfermedades de transmisión sexual, vidas en peligro por culpa de las drogas, y otras consecuencias indeseables. Estos malos resultados encajan con la descripción que aparece en la Biblia en Proverbios 16:25: “Existe un camino que es recto delante del hombre, pero los caminos de la muerte son el fin de él después”. (Véase también Gálatas 5:19-21.)
El egoísmo y la libertad desenfrenados sin que la persona quiera asumir su responsabilidad también encajan con la descripción que se hace de nuestro tiempo en 2 Timoteo 3:1-4: “En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios”.
Los cimientos de la mejor moralidad
Todo esto indica la necesidad de disponer de una fuente de valores superior a la del hombre para que podamos andar sabiamente en estos tiempos críticos. Así lo reconoció Jeremías, uno de los escritores de la Biblia, cuando dijo: “Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino”. (Jeremías 10:23.)
¿Quién puede poner los cimientos para los mejores valores morales? En su libro Cours de philosophie, el profesor francés Armand Cuvillier explica que él, al igual que la mayoría de los filósofos, ha tomado a “la persona humana como el valor fundamental”. No obstante, también nos recuerda que todos los códigos morales basados en el hombre son frágiles y susceptibles a que otros los sustituyan con el tiempo.
El fabricante de una máquina suele ser la persona más cualificada para conseguir el máximo rendimiento de ella. Lo mismo sucede con Dios y el hombre. Como Creador del hombre, Jehová es quien está en la mejor posición para indicarle cuáles son los valores que debería tener y por qué. En la Biblia Jehová se llama a sí mismo Aquel ‘que nos enseña para que nos beneficiemos a nosotros mismos, Aquel que nos hace pisar en el camino en que debemos andar’. (Isaías 48:17.)
¿Valores anticuados?
¿Pueden aplicarse a nuestro tiempo los valores morales de la Biblia? Hace más de mil novecientos años, el apóstol Pablo dio una lista de cualidades que se requieren de los siervos de Dios. Él mencionó “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”. ¿Son menos importantes hoy día estas cualidades? En absoluto. Aunque las condiciones han cambiado, estos elevados principios siguen siendo los mejores. (Gálatas 5:22, 23.)
Lo mismo puede decirse de las cosas que la Biblia prohíbe. Por ejemplo, ¿por qué destruyó Dios las ciudades de Sodoma y Gomorra? El discípulo Judas explicó que se debió a que sus habitantes “se entregaron a la inmoralidad sexual y a la perversión”. Judas añade que su destrucción sirve de “ejemplo de escarmiento”. Como este relato y otros similares han sido escritos “para nuestra instrucción”, “para amonestación de nosotros”, las lecciones morales que se derivan de ellos siguen siendo válidas. (Judas 7, El Nuevo Testamento. Nueva Versión Internacional; Romanos 15:4; 1 Corintios 10:11.)
Valores que le hacen feliz
Tenga presente que la Biblia es singular. Acéptela, “no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios”. (1 Tesalonicenses 2:13.) De todos los millones de libros que hay en el mundo, solo la Biblia es ‘inspirada de Dios y puede rectificar las cosas’. (2 Timoteo 3:16.) Solo ella puede suministrarnos los mejores valores e indicarnos cómo estos conducen a vida eterna en un nuevo mundo. No hay duda de que el proceder sabio es examinarla.
Esto es justo lo que hizo un joven llamado Joel. Hace unos años caminaba por las calles de su ciudad natal en Francia con otros jóvenes, e iba armado. Se le conocía por su mal genio y era un narcotraficante y un proxeneta. Joel comenzó a estudiar la Biblia y aprendió la esperanza que esta ofrece. Con el tiempo cambió por completo y abandonó prácticas que la Biblia condenaba. Algunos de sus amigos anteriores se convencieron de que él había encontrado la verdad, por lo que también hicieron cambios drásticos en su vida y se bautizaron como testigos de Jehová.
Por supuesto, la mayoría de los que llegan a ser testigos de Jehová no llevaban una vida tan alejada de los principios bíblicos como Joel y sus compañeros. No obstante, todos los que se hacen Testigos concuerdan en reconsiderar los valores que rigen su vida, aunque no sean malos de por sí, y están convencidos de que han encontrado un sistema de valores que puede hacerles felices.
Por todo el mundo, sin importar cuál sea el país o el tipo de sociedad donde residan, casi cuatro millones de Testigos tratan de vivir cada día en conformidad con estos principios. También ponen en primer lugar en su vida los intereses del reino de Dios, dando prioridad a los valores espirituales. ¿Por qué no acepta su invitación de ayudarle a examinar los beneficios que usted también puede derivar de estos valores? “Paz abundante” es lo que se promete a todos los que hacen eso. (Salmos 119:165; Mateo 6:33.)
[Fotografía en la página 9]
La gente necesita unos valores superiores a las filosofías humanas