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  • Un sinfín de tareas
    ¡Despertad! 2002 | 8 de abril
    • Un sinfín de tareas

      4.50 de la mañana. Llorando y medio dormido, Alex, el bebé de la casa, acude al lado de Helen, su madre. Los otros dos hijos de esta —Penny, de cinco años, y Joanna, de 12— y su marido, Nick, están dormidos. Helen alza a Alex, lo mete en la cama y le da de mamar. Ella no volverá a conciliar el sueño.

      5.45 de la mañana. Helen se encamina sigilosamente a la cocina, hace café y se pone a leer.

      6.15–7.20 de la mañana. Nick se levanta. Helen despierta a Penny y a Joanna, prepara el desayuno y efectúa algunos quehaceres del hogar. A las siete y cuarto, Nick se dirige al trabajo y, de camino, deja a Joanna en la escuela. La madre de Helen llega para cuidar de Alex.

      7.30 de la mañana. Helen lleva a Penny a la guardería. El trayecto hasta su trabajo le da tiempo para reflexionar sobre la realidad de ser madre. “Es el trabajo más arduo que jamás he tenido”, dice.

      8.10 de la mañana. En la oficina, le esperan una multitud de tareas. Le preocupa la posibilidad de quedar embarazada, pues ello pudiera significar la pérdida del empleo, y la familia necesita su apoyo económico.

      10.43 de la mañana. Atiende el teléfono (una llamada tocante a los niños), y Nancy, su compañera de trabajo, la consuela diciéndole: “Eres una madre estupenda”. Helen no puede contener las lágrimas.

      12.05 del mediodía. Helen come deprisa un bocadillo y recuerda la época en la que aún no había nacido su primera hija. En aquel entonces hacía planes para el tiempo “libre” que tendría. “¡Qué ilusa!”, piensa.

      3.10 de la tarde. Después de recibir varias llamadas de su madre para contarle las travesuras de Alex, Helen menciona el lazo especial que la une a sus pequeños: “Los quiero como a nadie en el mundo”. La intensidad de este amor la ayudó a superar las dificultades iniciales e inesperadas.

      5.10 de la tarde. Helen recoge a Joanna y hace otras diligencias. Llama a Nick por teléfono y le recuerda que le toca pasar a recoger a Penny.

      6.00–7.30 de la tarde. De nuevo en casa, Helen sustituye a la abuela en la “guardia” de Alex, atiende el hogar y prepara la cena. Cuando se le pregunta sobre las exigencias de un bebé, suspira y contesta: “Un bebé lo reclama todo de su madre: los brazos, el cuerpo y la leche, además de quitarle horas de sueño”.

      8.30–10.00 de la noche. Helen ayuda a Joanna con los deberes escolares y le da el pecho a Alex. Mientras Nick le lee a Penny media hora, Helen efectúa más quehaceres.

      11.15 de la noche. Penny y Joanna ya se han acostado; Alex aún está despierto en brazos de su madre, pero por fin se duerme. “Creo que podemos acostarlo”, le dice Helen a Nick, quien está medio dormido.

  • La carrera de obstáculos de las madres
    ¡Despertad! 2002 | 8 de abril
    • La carrera de obstáculos de las madres

      Ser madre es una aventura compleja, pero maravillosa. En ella se viven momentos muy entrañables que no se cambiarían por nada del mundo. Aun así, hay mujeres que a veces creen que están a punto de derrumbarse. Helen compara sus vivencias a una carrera de obstáculos, en la que, al parecer, van surgiendo más vallas y cada vez más altas con el paso del tiempo.

      Las madres quizás sacrifiquen su tiempo libre y gran parte de su vida social para que los hijos estén bien atendidos. “Siempre estoy de guardia —dice Esther, madre de cinco hijos—. He cambiado los baños relajantes por duchas rápidas, las cenas románticas por comida precocinada. No he podido viajar mucho ni he visto muchos lugares ni he hecho muchas cosas; pero tengo toda la ropa lavada y planchada.”

      Como es natural, la mayoría de las madres también hablan de los inigualables instantes de alegría que experimentan en la crianza de sus hijos. “Una sonrisa de vez en cuando, un dulce ‘gracias, mamá’, un afectuoso abrazo, eso es lo que te mantiene en la lucha”, añade Esther.a

      La mujer entra en el mercado laboral

      Uno de los mayores obstáculos a los que se enfrentan las madres es cumplir con sus obligaciones tradicionales dentro de la familia y con las exigencias de un empleo a fin de apoyar la economía familiar. Muchas de las que trabajan no lo hacen por elección propia, sino por necesidad. Saben que si se quedaran en casa, la familia —en especial los hijos— carecería de muchas cosas. Por tanto, sus salarios tienen gran valor, si bien suelen ser más bajos que los que perciben los hombres en puestos similares.

      Por ejemplo, en São Paulo (Brasil), las mujeres constituyen el 42% de la población activa. Cierto periódico de la ciudad calificó de “especie en peligro” a las madres que solo se ocupan de criar a los hijos. En las zonas rurales de África es muy común ver a una mujer con un haz de leña en la cabeza y con uno de sus pequeños atado a la espalda.

      Las exigencias del empleo

      A la lista de obstáculos se añade en ocasiones que el mercado laboral reclama de las madres muchas horas de dedicación. Pero las exigencias no terminan ahí. Cuando Maria, que reside en Grecia, entró a trabajar, su patrono le pidió que firmara un documento en el que se comprometía a no tener hijos durante tres años. Si quedaba encinta, tendría que pagar una indemnización. Maria lo firmó, pero a los dieciocho meses quedó embarazada. El patrono le mostró el papel a Maria, quien recurrió a los tribunales para impugnar las normas de la compañía. Todavía está a la espera de una resolución.

      En casos menos extremos, es posible que el jefe presione a su empleada para que, tras el parto, vuelva a su puesto en cuanto pueda. Y cuando ella regresa, no suele ofrecérsele un horario reducido. De modo que no se hace ninguna concesión por el hecho de que a partir de entonces tenga ciertas obligaciones con su bebé. La madre no puede pedir mucho tiempo libre sin sufrir perjuicio económico. Además, probablemente tenga que arreglárselas con servicios de guarderías de poca calidad y ayudas estatales insuficientes.

      Por otro lado, hay madres que no trabajan por necesidad, sino para sentirse realizadas. Sandra, quien decidió volver a su empleo después del nacimiento de cada uno de sus dos hijos, recuerda que, cuando de repente se daba cuenta de que estaba sola en casa con su bebé, ‘a veces se levantaba a mirar por la ventana y se preguntaba que estaría haciendo el resto del mundo’. Algunas mujeres tratan de huir de las presiones de la vida de familia yéndose a trabajar. El diario británico The Daily Telegraph informó: “Hay progenitores que piden hacer horas extras en la calma relativa del trabajo, lo cual crea un círculo vicioso, pues se reduce progresivamente el tiempo que dedican a sus hijos, quienes desarrollan conductas cada vez más apáticas, agresivas y anómalas”.

      Un número de malabarismo

      Atender con equilibrio el trabajo y el hogar no es tarea fácil. Una madre de los Países Bajos dijo lo siguiente, reflejando el sentimiento de muchas otras: “Estoy cansada, muy cansada. Incluso me levanto cansada. Cuando regreso de trabajar, estoy agotada. Hasta los niños van diciendo que siempre estoy cansada, y eso me hace sentir culpable. No quiero dejar mi empleo, pero al mismo tiempo deseo ser la madre sociable que lo logra todo. La verdad es que no soy el ejemplo perfecto al que aspiro”.

      Ella es una de los millones de madres trabajadoras que aceptaron la idea de que dedicar “tiempo de calidad” a los hijos podía compensar parcialmente sus frecuentes ausencias, pero que han comprobado que tal idea no ha dado buenos resultados. Hoy en día, muchas otras dicen que conciliar las tensiones laborales con las obligaciones familiares las deja agotadas y cansadas, además de estar mal pagadas.

      Cuando los hijos pasan muchas horas sin su progenitora, no reciben lo que más necesitan: su tiempo y atención. Fernanda A. Lima, psicóloga infantil brasileña, afirma que nadie puede igualar a una madre en el desempeño de sus funciones. “Los dos primeros años del niño son los más decisivos —dice—, pues el nene es demasiado pequeño para comprender la ausencia de su madre.” Alguien puede aliviarle la necesidad que tiene de ella, pero nadie la sustituye. “El bebé percibe que le falta el cariño de su mamá”, apunta la psicóloga.

      Kathy, que tiene una niña pequeña y un trabajo de jornada completa, se expresó así: “Me sentía sumamente culpable, como si la estuviera abandonando [en la guardería]. Es doloroso saber que te estás perdiendo la oportunidad de verla crecer, y te sientes muy mal cuando piensas que le tiene más apego a la guardería que a ti”. Una azafata de México admitió: “Al cabo de cierto tiempo, el niño no te reconoce, no te respeta sencillamente porque no eres tú la que lo crías. Sabe que eres su madre, pero de pronto, prefiere estar con la mujer que lo cuida”.

      Por otro lado, las madres que se quedan en casa y se dedican de forma exclusiva a cuidar a los hijos se lamentan de que han de soportar un trato condescendiente y despectivo de parte de una sociedad orientada a exaltar el trabajo remunerado. En algunos círculos ya no se ve con buenos ojos ser ama de casa, de modo que se presiona a las mujeres para que tengan su profesión, aunque los ingresos extra no sean necesarios.

      Solas en la lucha

      Otro obstáculo que añadir a la lista es el siguiente: cansada de un día completo de trabajo, la madre llega a casa, no para descansar, sino para seguir con las tareas del hogar. Sea que trabaje fuera o no, aún se la considera la principal responsable del cuidado de la casa y los hijos.

      Pese a que cada vez más madres trabajan jornadas completas, los esposos no siempre compensan su ausencia. El diario londinense The Sunday Times dice: “Gran Bretaña es una nación de padres ausentes, según un nuevo estudio que indica que los hombres dedican tan solo quince minutos al día a sus hijos. [...] Muchos de ellos no disfrutan de pasar tiempo con su familia. [...] En contraste, las profesionales británicas dedican noventa minutos al día a sus hijos”.

      Algunos hombres se quejan de que a su esposa se le hace difícil delegar tareas porque insiste en que han de realizarse exactamente a su manera. “Si no es así, está mal hecho”, dicen. Es obvio que para beneficiarse de la cooperación del marido, la agotada ama de casa tiene que estar dispuesta a hacer algunas concesiones en el modo en que se lleven a cabo ciertas labores. Por otra parte, él no debe tomar ese argumento como pretexto para no hacer nada.

      Más obstáculos

      Es posible que las tradiciones muy arraigadas también añadan obstáculos. En Japón se espera que las madres críen a sus hijos de forma que se parezcan a los niños de su edad. Si los demás toman clases de piano o de pintura, la madre se ve obligada a que los suyos hagan lo propio. Las escuelas presionan a los padres para que sus hijos participen en las mismas actividades extracurriculares que el resto de los alumnos. Si alguien no lo hace, puede ser blanco de acoso por parte de maestros, compañeros, los padres de estos y familiares. Y así ocurre también en otros países.

      Influidos por la propaganda y el espíritu consumista, los niños se hacen más exigentes. En las naciones industrializadas, algunas madres opinan que deben proporcionarles cuanto piden porque ven que otras se lo dan a los suyos. Y si no tienen los medios, tal vez crean que han fracasado.

      Este repaso de lo que implica ser madre en la era moderna no debe eclipsar la hazaña de millones de mujeres diligentes y abnegadas que hacen todo lo que está en sus manos para la consecución de una de las causas más nobles: la crianza de las generaciones futuras. La Biblia subraya que esta labor es un privilegio, pues afirma que “los hijos que nos nacen son ricas bendiciones del Señor” (Salmo 127:3, Versión Popular). Miriam, con dos hijos, representa bien a tales mujeres al decir: “Pese a las dificultades, ser madre tiene incomparables recompensas. Nos sentimos satisfechas cuando vemos que nuestros hijos responden a la educación y la disciplina que les damos, y llegan a ser miembros responsables de la sociedad”.

      ¿Qué puede contribuir a que las mujeres disfruten más del don de la maternidad? El próximo artículo aportará algunas sugerencias prácticas.

      [Nota]

      a Estos artículos se centran en las madres casadas. En el futuro, ¡Despertad! hablará de las dificultades que atraviesan las madres solas.

      [Recuadro de la página 6]

      “El día de la Madre”

      La extrema pobreza, la falta de formación académica, los compañeros sentimentales irresponsables, una vida de maltratos y la epidemia del sida plagan a las madres del África austral. Hace poco, en el día de la Madre, el periódico sudafricano The Citizen dijo: “Miles de mujeres serán víctimas de abusos físicos o sexuales de parte de sus parejas, y algunas de ellas perderán la vida hoy”. Tales problemas hacen que cada año millares de madres sudafricanas abandonen a sus bebés. En un lapso reciente de dos años hubo un incremento del 25% en la cantidad de niños abandonados. Y más preocupante aún es la creciente cifra de mujeres que se suicidan. No hace mucho, una madre pobre con sus tres hijos en brazos se dejó arrollar por un tren. Todos murieron. Para subsistir, algunas se prostituyen y trafican con drogas, o empujan a sus hijas a tales actividades.

      Desde Hong Kong se informa que “madres jóvenes asesinan a su bebé cuando nace o lo echan a un contenedor de basura, porque no soportan las presiones”. Algunas esposas jóvenes del mismo país “sufren tanto estrés y deterioro de su salud mental, [que] llegan hasta el suicidio”, comenta el diario South China Morning Post.

      [Recuadro de la página 7]

      Las madres en el mundo

      Tan poco tiempo

      ❖ Un sondeo realizado en Hong Kong reveló que el 60% de las madres trabajadoras opinan que no dedican suficiente tiempo a sus hijos. Además, señaló que el 20% de los niños menores de tres años cuyos progenitores trabajan pasan la semana laboral fuera de su hogar, normalmente con los abuelos.

      ❖ Las mujeres de México dedican unos trece años de su vida a atender a por lo menos un hijo menor de cinco años.

      Las madres y el trabajo

      ❖ En Irlanda, el 60% de las mujeres se quedan en casa para cuidar de los hijos. En España, Grecia e Italia lo hace alrededor del 40%.

      Ayuda en la casa

      ❖ En Japón, el 80% de las amas de casa expresaron el deseo de que algún familiar les ayudara en las tareas del hogar, en especial cuando no se encuentran bien.

      ❖ En los Países Bajos, los hombres dedican unas dos horas al día a los hijos y 0,7 horas al trabajo de la casa. Las mujeres, aproximadamente tres horas a los niños y 1,7 a los quehaceres domésticos.

      Madres estresadas

      ❖ En Alemania, más del 70% de las madres están estresadas. Cerca del 51% se queja de problemas de columna y de los discos intervertebrales. Más de un tercio de ellas se sienten siempre cansadas y abatidas. Casi el 30% padece dolores de cabeza o migrañas.

      Madres golpeadas

      ❖ En Hong Kong, el 4% de las mujeres encuestadas afirmaron haber sido golpeadas durante el embarazo.

      ❖ Un sondeo realizado por la revista Focus de Alemania indicó que 1 de cada 6 madres admitió haber sido objeto de agresión física por parte de su hijo al menos una vez.

      [Ilustraciones de la página 7]

      Ser madre puede resultar muy estresante, pues muchas mujeres han de conciliar el trabajo con la vida de familia

  • Cómo superar los retos de ser madre
    ¡Despertad! 2002 | 8 de abril
    • Cómo superar los retos de ser madre

      Puesto que los niños son los adultos del futuro, no hay duda de que sus madres, las mujeres que moldean su personalidad, merecen respeto, honra y apoyo. Aunque la sociedad moderna lanza mensajes contradictorios sobre la maternidad, la Biblia afirma que los hijos son una bendición de Dios y que pueden ser motivo de felicidad para sus padres (Salmo 127:3-5). Aun así, las Escrituras no presentan una visión irreal de la situación, sino que hacen constar muchas de las dificultades.

      Las decisiones que toman los progenitores en la crianza de los hijos tienen una profunda y perdurable influencia en la vida y personalidad de estos. Es posible que tales decisiones también repercutan mucho en la forma de vivir de los padres, de modo que no deben tomarlas a la ligera. Han de preguntarse: “¿Es necesario que la esposa trabaje fuera del hogar? En tal caso, ¿cuántas horas? ¿Quién cuidará de los niños mientras tanto?”. La última palabra pertenece a los progenitores, quienes deben hacer lo que consideren mejor para su prole y, además, lo que es correcto ante Dios.

      No obstante, las madres no tienen por qué sentirse solas en su esfuerzo por tomar decisiones acertadas. Pueden recibir mucho consuelo de las palabras de Isaías 40:11, que indican que Dios se interesa especialmente en las necesidades de las mujeres con bebés, a todas las cuales “conducirá con cuidado”. Su intenso interés queda manifiesto al suministrar en la Biblia una serie de pautas con el objeto de hacer más placentera y satisfactoria la aventura de ser madre.

      ❖ Sea razonable. Esta cualidad debe caracterizar a los cristianos (Filipenses 4:5). Janet Penley, escritora y madre, aprendió el valor del citado principio. “Albergaba grandes expectativas cuando nació mi primer hijo —dice—. Tenía la intención de ser la mejor madre que jamás hubiera existido. Leí todos los libros y escuché a todos los especialistas, pero en vez de sentirme satisfecha y competente, acabé sintiéndome inepta y estresada.” Explica que “tratar de estar a la altura de las expectativas ajenas e intentar amoldarte a un prototipo ‘ideal’ te desanima y genera inseguridad y sentimientos de culpa”.

      ❖ Simplifique. “En este loco frenesí, las familias se arriesgan a perder la esencia de la niñez y la alegría de la vida de familia”, dice la revista Newsweek. Por eso, muchas madres desean una vida más sencilla. ¿Cómo lograrlo? Primero, establezca prioridades; dé atención a “las cosas más importantes”, lo que incluye el tiempo y la atención personal que necesitan sus hijos (Filipenses 1:10, 11). Segundo, analice su modo de vivir; tal vez tenga que renunciar a actividades y posesiones que no sean realmente necesarias.

      ¿Qué es primordial en su vida? ¿Es conseguirlo todo enseguida, o puede aplazar unos objetivos y perseguir otros? Carolyn, madre de pocos recursos, nos cuenta cómo se las arregla: “Llevo una vida sencilla y reduzco los gastos”. Gloria, que tiene tres hijos, recuerda: “No comprábamos ropa de marca, sino que yo confeccionaba las prendas de los niños y les decía que eran especiales porque nadie más las llevaba”.

      La Palabra de Dios asegura que la persona que “guarda el discernimiento va a hallar el bien” (Proverbios 19:8). Y se requiere discernimiento para saber elegir entre el sinfín de actividades de ocio, aparatos y modas que abruman tanto a madres como a hijos. Judith, madre sudafricana, dice: “Nos bombardean sin parar con nuevos productos, mejor tecnología y más servicios”. Angela, alemana y con cuatro hijos, nos cuenta cómo supera el reto: “Hay que determinar lo que es esencial y útil para una, y ayudar a los hijos a que hagan lo mismo”.

      ❖ Efectúe los cambios posibles. La Biblia aconseja: “Actúa siempre [...] con prudencia y reflexión” (Proverbios 3:21, La Nueva Biblia Latinoamérica, 1995). Si usted trabaja fuera del hogar, ¿podrían vivir solo con el sueldo de su esposo? Para facilitarle la respuesta, calcule cuál es el salario neto que le queda después de restarle los impuestos y lo que gasta en la guardería, en desplazarse hasta el trabajo, en ropa, en comer fuera, etc. Es probable, además, que se grave el sueldo de su marido con más impuestos si la suma de los salarios sitúa los ingresos familiares en un nivel impositivo superior. Tal vez se sorprenda de lo poco que le queda.

      Hay quienes trabajan menos horas o no tan lejos del hogar, lo que a veces se traduce en menos dinero, pero en más tiempo con los hijos. Si decide dejar de trabajar y si su empleo ha desempeñado un papel importante en su autoestima y sentido de logro, idee maneras para sentirse igual cuando esté en casa.

      ❖ Pida ayuda. La Palabra de Dios dice varias veces que un “clamor por ayuda” puede tener buenos resultados (Éxodo 2:23, 24; Salmo 34:15). El clamor por ayuda de una madre debería motivar el apoyo de su esposo. Cuando él colabora, se pueden distribuir las labores domésticas, de manera que quede tiempo para alcanzar los objetivos que se han trazado juntos, como el de pasar tiempo con los niños. Si es posible, también se recomienda formar una especie de equipo de apoyo que incluya a familiares y amigos de confianza, que compartan sus intereses y metas.

      Muchas madres cuentan con el valioso apoyo de los miembros de la congregación cristiana local. María, madre de tres hijos, se dio cuenta de que “acercarse a la congregación” es una de las formas en que “Dios nos manifiesta amor y compasión, y expresa su interés por nosotros”.

      ❖ Busque momentos para relajarse. Hasta Jesús, un hombre perfecto y con gran vitalidad, invitó a sus discípulos a que fueran “en privado, a un lugar solitario, y descans[aran] un poco” (Marcos 6:30-32). Ser una buena madre depende de su capacidad para no perder el equilibrio en los momentos difíciles. Es cierto que sus hijos precisan de usted, pero también desean que esté feliz y contenta. Por tanto, necesita descansar lo suficiente.

      Angela, mencionada anteriormente, tiene un plan para relajarse: “Por la mañana, cuando todo está tranquilo, aparto media hora como mínimo para mí. Y una o dos tardes a la semana, mi esposo y yo nos concedemos una hora, solo para nosotros, mientras los niños están en algún rincón de la casa haciendo sus cosas en silencio”.

      ❖ Dé prioridad a la espiritualidad. La difícil misión de ser madre se agrava más aún por la pérdida de propósito y la carencia de prioridades. Las familias cristianas se sienten felices cuando cooperan y ponen en primer lugar en su vida la voluntad de Dios. El apóstol Pablo escribió: “La devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir” (1 Timoteo 4:8). La familia es feliz cuando vive con devoción piadosa y sigue la dirección divina que brinda la Biblia. Incluso si solo uno de los componentes aplica los principios bíblicos, les irá mejor que si nadie los obedece.

      Adele, una madre cristiana que trabaja toda la jornada y que ha visto los beneficios de cultivar su espiritualidad, dice: “Contamos con una enorme cantidad de guía e información en las publicaciones bíblicas que nos dicen a qué se enfrentan nuestros hijos y cómo ayudarlos. Al percibir su respuesta a la educación espiritual que les das, sientes que ha valido la pena. Cuando notas detalles positivos en su comportamiento y en su forma de razonar, te das cuenta de que están asimilando lo que has tratado de enseñarles y que todo tu empeño no ha sido en vano”.a

      En efecto, las madres pueden salir airosas en esta carrera de obstáculos. Dios mismo da la reconfortante seguridad de que no serán inútiles los desvelos de las madres diligentes y abnegadas que confían en él. Quienes cultivan una relación personal con él pueden consolarse en Su promesa de “[dar] poder al cansado” (Isaías 40:29).

      [Nota]

      a Los testigos de Jehová han editado varias publicaciones basadas en la Biblia y destinadas a la educación de los hijos, entre las que figuran El secreto de la felicidad familiar, Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas, y Mi libro de historias bíblicas.

      [Recuadro de la página 10]

      La influencia materna

      Si la lectora es madre, quizá se pregunte cuánto influye en la vida de su hijo, pues a veces parece que su influencia se ve superada por la de los compañeros, los maestros, el entretenimiento, los videojuegos y la música.

      Analicemos el ejemplo de Jokébed, la madre de Moisés. Ella vivió tiempos sumamente difíciles y tuvo poco control sobre el futuro de su hijo. Sin embargo, aprovechó toda oportunidad para intervenir en su desarrollo. En primer lugar, mostró una fe valerosa al no permitir que se le diera muerte a Moisés. Dios la recompensó por ello, no solo salvando la vida del bebé, sino también creando las circunstancias para que ella fuera su nodriza y efectuara la función de madre (Éxodo 1:15, 16; 2:1-10).

      Queda patente que Jokébed contribuyó a moldear la personalidad de su hijo. El hecho de que, una vez adulto, Moisés se identificara con los hebreos y su Dios —pese a sus lazos con la realeza egipcia— da testimonio de la influencia de sus padres durante los años de formación (Hebreos 11:24-26).

      Si usted es madre, seguramente tiene más oportunidades que Jokébed para formar a su hijo. ¿Está aprovechando los pocos años de la niñez para darle instrucción piadosa y perdurable, o permite que la cultura actual influya de forma dominante en su desarrollo?

      [Ilustraciones de la página 10]

      Pida a otros que le ayuden en las tareas del hogar, dedíquese tiempo y dé prioridad a la espiritualidad

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