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MozambiqueAnuario de los testigos de Jehová 1996
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Después de que el hermano Zunguza se mudó a Beira, en 1959, el hermano Chilaule recibió una citación de la PIDE, que había interceptado y leído su correspondencia. Lo sometieron a interrogatorios durante toda una mañana; por la tarde, los agentes confiscaron todas las publicaciones que hallaron en su casa. Al ver el vehículo Land-Rover de la policía estacionado frente al hogar de Chilaule, los hermanos y las personas interesadas temieron ser arrestados. Sorprendentemente, una semana más tarde los libros fueron devueltos, lo que suministró al grupo el ánimo que necesitaba.
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MozambiqueAnuario de los testigos de Jehová 1996
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Luego de que la policía colonial, la PIDE, devolvió las publicaciones de Ernesto Chilaule, el grupo africano de Lourenço Marques cobró valor.
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MozambiqueAnuario de los testigos de Jehová 1996
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La PIDE le abre una tarjeta primero
Una de las personas con quienes se contactó por este medio fue Micas Mbuluane. Cuando aceptó el libro “Sea Dios veraz”, preguntó cuánto le costaría un estudio bíblico. Si bien nunca se cobra por ello, los hermanos le propusieron que prestara su casa para un discurso el siguiente domingo, a lo que accedió de buena gana. Cerca de cuatrocientas personas concurrieron a escuchar a Ernesto Chilaule. Un informante de la PIDE denunció el acto, por lo que el jefe de policía citó a Micas en su despacho. Al enterarse, Micas dijo preocupado: “Soy un doble gentil que ha estado en una sola reunión. ¿Qué voy a decir?”. (En aquella zona, “gentil” significa no creyente; “doble gentil” subraya el poco mérito que él creía tener.) Micas llamó enseguida al hermano que le dirigía el estudio para que, en los pocos minutos que le quedaban antes de acudir a la cita, lo preparara para contestar.
Al llegar a la comisaría, le preguntaron de qué religión era. “Testigo de Jehová”, contestó sin vacilación. Seguidamente, el jefe de policía, Mario Figueira, pasó a interrogarlo: “Con que hubo una gran reunión en tu casa con influencia extranjera y a puerta cerrada para que la policía no entrara. Seguro que tuvo que ver con el FRELIMO”. Se refería al Frente de Liberación de Mozambique, el movimiento que a la sazón luchaba por la independencia del país. Micas no sabía qué contestar, pues no había tratado aquel asunto en la sesión de “preparación”, por lo que se puso a explicar con diplomacia lo sucedido en aquella reunión.
“Está bien, Micas. Es suficiente”, interrumpió el señor Figueira, y pasándole el brazo por encima, añadió: “Lo que estás diciendo es la verdad. Los siervos de Dios han sido perseguidos desde el principio de la historia por hablar con la verdad, como tú. Solo te pido una cosa: la próxima vez que vaya a haber una reunión tan grande en tu casa, avísanos para evitar problemas. Puedes irte en paz, pero trae mañana dos fotografías para abrirte la tarjeta de testigo de Jehová”. (En esa época, la PIDE poseía en sus archivos una tarjeta de todos los que estaban a cargo de la congregación.) A Micas le encanta decir, riéndose: “Yo, siendo un doble gentil, tuve una tarjeta en la PIDE antes que en la congregación”. Lamentablemente, este trato favorable por parte de la policía no era usual.
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MozambiqueAnuario de los testigos de Jehová 1996
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Una notificación polémica causa divisiones
En 1968, la PIDE emplazó a los ancianos de Lourenço Marques y les entregó una “Notificación” que decía que los Testigos tenían prohibido hacer proselitismo y solo podrían reunirse con sus familias. Se les pidió que la firmaran para que quedara constancia de que la habían recibido.
Entendiendo que no se trataba de una abdicación de la fe, sino de un simple acuse de recibo, los ancianos firmaron. Sin embargo, estaban decididos a seguir obedeciendo los mandamientos bíblicos de reunirse y predicar, eso sí, con discreción y en grupos pequeños. (Mat. 10:16; 24:14; 28:18-20; Heb. 10:24, 25.) Pese a sus buenas intenciones, se originó una división entre los hermanos, pues algunos consideraron aquello un acto de transigencia.
En un esfuerzo por probar al grupo disidente que no habían obrado por temor ni habían transigido, los ancianos crearon un comité encabezado por Ernesto Chilaule para que compareciera ante los directores de la PIDE y averiguara el motivo de la proscripción. “¿Qué pasa con los testigos de Jehová?”, preguntaron. “No tenemos nada contra ustedes —respondieron—, pero su religión está prohibida en Mozambique. Aunque no hagan nada malo, el gobierno no la autoriza.” Y agregaron que cualquiera que quisiera profesar nuestra religión tendría que irse a otro país.
La respuesta del hermano Chilaule y sus compañeros fue firme: “Si el gobierno decide que es malo enseñar a la gente a no robar, no matar y no hacer nada malo, entonces que nos arresten. Seguiremos enseñando la verdad, y eso es precisamente lo que vamos a hacer al salir de aquí”. Estas palabras vuelven a recordarnos la contestación de los apóstoles de Jesús al Sanedrín. (Hech. 4:19, 20.)
¿Sirvió este acto valeroso para reconciliar a los disidentes? Desgraciadamente, no. A pesar de toda la ayuda que se les brindó, incluidas las reiteradas visitas de un representante especial de la sucursal sudafricana, insistieron en su proceder independiente y tomaron el nombre de “Testigos de Jehová Libres”. Hubo que expulsarlos por apostasía. La Sociedad escribió posteriormente indicando que la adopción de medidas precautorias en tiempo de persecución no era una señal de cobardía y armonizaba con el consejo de Jesús en Mateo 10:16.
La PIDE asesta un duro golpe
No había pasado un año de la rebelión cuando la PIDE arrestó a dieciséis hermanos que ocupaban cargos de responsabilidad en la congregación, entre ellos Ernesto Chilaule, Francisco Zunguza y Calvino Machiana. Fue en aquella ocasión cuando los agentes dijeron al hermano Chilaule las palabras de introducción de este relato.
Los arrestos siguieron sucediéndose. ¿Cómo consiguió la PIDE los nombres y las direcciones de los siervos nombrados? Durante un allanamiento del domicilio del hermano Chilaule, encontraron sobre una mesa un archivo de cartas de la Sociedad con los nombres de los siervos y un ejemplar del manual Predicando juntos en unidad. Con esta información en su poder, buscaron directamente al siervo de congregación, su auxiliar, el conductor del Estudio de La Atalaya, el conductor del Estudio de Libro de Congregación, etc., y los sentenciaron a dos años de prisión en Machava sin un juicio previo.
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