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Myanmar (Birmania)Anuario de los testigos de Jehová 2013
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Una asamblea histórica
Varios meses después de la llegada de los precursores, la sucursal de Australia hizo preparativos para celebrar una asamblea en Yangón. El lugar escogido fue la alcaldía de la ciudad, una construcción palaciega con escaleras de mármol y enormes puertas de bronce. A la asamblea vinieron representantes de Tailandia, Malasia y Singapur. Alex MacGillivray, el siervo de sucursal de Australia, llegó acompañado de un grupo de hermanos de la ciudad de Sydney.
Como los nubarrones de la guerra ya asomaban por el horizonte, el título “Se acerca la guerra universal” del discurso público, al que se le dio amplia publicidad, despertó gran interés entre la gente. “Nunca vi un lugar llenarse tan rápido —dijo Fred Paton—. Cuando abrí las puertas de entrada, una multitud subió en estampida las escaleras hacia el auditorio. En menos de diez minutos, más de mil personas se apretujaron en un auditorio de 850 asientos”. Por su parte, Frank Dewar añadió: “Tuvimos que cerrar las puertas ante la avalancha de gente, dejando fuera a otras mil personas. Aun así, algunos jóvenes se las ingeniaron para meterse por unas puertitas laterales”.
Los hermanos quedaron encantados al ver que en el auditorio había personas de diferentes etnias. Hasta ese entonces, muy pocos lugareños habían demostrado interés en la verdad, pues en general eran budistas devotos. Los que profesaban ser cristianos —en su mayoría de las etnias karen (kayin), kachin y chin— vivían en zonas remotas a las que casi no se había llegado con el mensaje de las buenas nuevas. La asamblea permitió ver que el territorio indígena era prometedor. No pasaría mucho tiempo antes de que la “gran muchedumbre” internacional contara con miembros de las etnias de Birmania (Rev. 7:9).
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En 1939 estalló en Europa la segunda guerra mundial, y sus efectos se hicieron sentir por todo el mundo. En medio de la histeria bélica, el clero de la cristiandad de Birmania presionó al gobierno colonial para que prohibiera nuestras publicaciones. Ante esto, Mick Engel, quien estaba a cargo del depósito de publicaciones de Yangón, acudió a un funcionario estadounidense de alto rango y consiguió una carta de autorización para transportar unas dos toneladas de libros y folletos en camiones del ejército por la carretera de Birmania hacia China.
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En mayo de 1941, el gobierno colonial con sede en la India envió un telegrama ordenando a las autoridades locales que confiscaran nuestras publicaciones. Dos Testigos que trabajaban en la oficina de telégrafos vieron el mensaje e inmediatamente se comunicaron con Mick Engel, quien avisó a Lily y a Daisy para que buscaran las 40 cajas de publicaciones que quedaban en el depósito y las escondieran en sitios seguros por toda la ciudad. Para cuando llegaron las autoridades, el depósito ya estaba vacío.
El ejército japonés empezó a lanzar bombas sobre Birmania el 11 de diciembre de 1941, solo cuatro días después de haber atacado Pearl Harbor. Ese fin de semana, un grupito de Testigos se reunió en un pequeño apartamento arriba de la estación central de trenes de Yangón. Y allí, tras un discurso bíblico, Lily fue bautizada en una bañera.
Tres meses después, el ejército japonés entró en Yangón y se encontró con una ciudad casi desierta.
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Un reencuentro feliz
Cuando la guerra terminó, la mayoría de los Testigos que habían huido a la India comenzaron a volver a Birmania. Para abril de 1946, la congregación de Yangón contaba con ocho publicadores activos, pero a finales de ese año ya había 24. Así que los hermanos decidieron celebrar una asamblea.
La asamblea duró dos días y se llevó a cabo en una escuela de Insein. Theo Syriopoulos, que había conocido la verdad en Yangón en el año 1932, comentó: “Yo acababa de volver de la India cuando me enteré de que debía presentar el discurso público de una hora en la asamblea. ¡Pero en la India yo solo había dado dos discursos de cinco minutos en las reuniones! De todos modos, la asamblea salió bien, y asistieron más de cien personas”.
Unas cuantas semanas después, un líder de la comunidad karen, a quien le atraía la verdad, ofreció a los Testigos un terreno en Ahlone, un barrio junto al río en el centro de Yangón. Allí construyeron un Salón del Reino de bambú con capacidad para cien personas. La congregación rebosaba de alegría. La fe de los hermanos que habían sobrevivido a la guerra permanecía intacta, y todos estaban listos para seguir predicando en el país.
Llegan los primeros misioneros de Galaad
Hubert Smedstad, Robert Kirk, Norman Barber y Robert Richards, primeros misioneros de Galaad. Nancy D’Souza, Milton Henschel, Nathan Knorr, Robert Kirk, Terence D’Souza (fila de atrás), Russell Mobley, Penelope Jarvis-Vagg, Phyllis Tsatos, Daisy D’Souza, Basil Tsatos (fila de adelante).
A principios de 1947, un grupo de hermanos se reunió en el muelle de Yangón para dar una calurosa bienvenida a Robert Kirk, el primer graduado de la Escuela de Galaad enviado a Birmania. Poco después llegaron tres misioneros más: Norman Barber, Robert Richards y Hubert Smedstad, acompañados por Frank Dewar, quien durante la guerra había sido precursor en la India.
Los misioneros se encontraron con una ciudad devastada por la guerra, llena de edificios calcinados. Miles de personas vivían en frágiles chozas de bambú a lo largo de los caminos. Literalmente cocinaban, lavaban y vivían en la calle. Pero los misioneros habían venido a enseñar la verdad bíblica, así que se adaptaron a las circunstancias y se dedicaron de lleno al ministerio.
El 1 de septiembre de 1947 se estableció una sucursal de la Sociedad Watch Tower en el hogar misional, ubicado en la avenida Signal Pagoda, en el corazón de la ciudad. Se designó a Robert Kirk como superintendente de sucursal. Poco después, la congregación de Yangón se mudó del salón de bambú en Ahlone a un apartamento en la calle Bogalay Zay, a solo unos minutos a pie del majestuoso edificio donde tenía su sede el gobierno colonial británico, una administración cuyos días estaban contados.
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