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Myanmar (Birmania)Anuario de los testigos de Jehová 2013
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Vuelven a llegar misioneros
En los años noventa, tras décadas de aislamiento, Myanmar empezó a abrir lentamente sus puertas al mundo. Ante eso, la sucursal pidió autorización al gobierno para traer misioneros. Por fin, en enero de 2003, llegaron de Japón Hiroshi y Junko Aoki, graduados de Galaad. Eran los primeros misioneros que entraban en Myanmar en treinta y siete años.
Hiroshi y Junko Aoki, los primeros misioneros que entraron en Myanmar en treinta y siete años
“Como había tan pocos extranjeros en el país, debíamos ser discretos para que las autoridades no malinterpretaran la naturaleza de nuestra obra —cuenta Hiroshi—. Así que empezamos acompañando a los hermanos a sus revisitas y estudios bíblicos. Enseguida notamos que a la gente le encanta hablar de temas espirituales. De hecho, el primer día que salimos a predicar comenzamos cinco estudios.”
“En todo momento veíamos la mano de Jehová guiándonos —añade Junko—. Un día que volvíamos de dar una clase bíblica cerca de Mandalay, se nos pinchó un neumático de la motocicleta. La empujamos hasta una fábrica cercana y pedimos ayuda para arreglarla. El guardia de seguridad dejó entrar a Hiroshi con la moto, pero a mí me hizo esperar en la caseta y empezó a hacerme preguntas.
—¿Qué andan haciendo por aquí?
—Estamos visitando a unos amigos —le contesté.
—¿Para qué? —insistió—. ¿Van a tener alguna reunión religiosa?
”Como no estaba segura de lo que pretendía, no le contesté, pero él no se dio por vencido.
—Dígame la verdad: ¿a qué organización pertenece?
”Le mostré un ejemplar de La Atalaya a modo de respuesta.
—¡Lo sabía! —exclamó dirigiéndose a sus compañeros de trabajo—. ¡Un ángel pinchó un neumático para que los testigos de Jehová nos encontraran!
”El hombre metió la mano en su bolsa y sacó una Biblia y uno de nuestros tratados. Había estudiado con los Testigos en otra zona pero había perdido el contacto con ellos cuando se mudó a Mandalay. Empezamos un estudio bíblico con él en ese mismo momento. Con el tiempo, algunos de sus compañeros también aceptaron estudiar la Biblia.”
En 2005 llegaron al país cuatro misioneros más, esta vez graduados de la Escuela de Entrenamiento Ministerial (ahora llamada Escuela Bíblica para Varones Solteros) de Filipinas. Uno de ellos, Nelson Junio, cuenta cómo afrontó un problema común a los misioneros, la nostalgia: “Muchas veces lloraba mientras hacía mi oración antes de dormir. Pero un hermano bondadoso me hizo reflexionar en Hebreos 11:15, 16, donde se da a entender que Abrahán y Sara decidieron que en vez de extrañar su casa en Ur, se concentrarían en cumplir con el propósito de Dios. Después de leer ese texto, ya no volví a llorar. Empecé a ver mi asignación como mi hogar”.
Buenos ejemplos que benefician a muchos
En el siglo primero, el apóstol Pablo aconsejó a Timoteo: “Las cosas que oíste de mí [...] encárgalas a hombres fieles, quienes, a su vez, estarán adecuadamente capacitados para enseñar a otros” (2 Tim. 2:2). Los misioneros se tomaron a pecho este principio y ayudaron a las congregaciones del país a emplear los procedimientos teocráticos que siguen los testigos de Jehová de todo el mundo.
Por ejemplo, observaron que muchos publicadores enseñaban a sus estudiantes de la Biblia haciéndoles repetir las respuestas directamente del libro, un método utilizado en la mayoría de las escuelas de Myanmar. “Los animamos pacientemente a que utilizaran preguntas de punto de vista para conocer los pensamientos y sentimientos del estudiante —dice Joemar Ubiña—. Los publicadores pusieron en práctica de buena gana las sugerencias y mejoraron su eficacia como maestros.”
Además, los misioneros notaron que en muchas congregaciones solo había un anciano o un siervo ministerial. Algunos de estos hermanos, aunque eran fieles y trabajadores, tenían la tendencia a tratar al rebaño de forma muy autoritaria. Esa misma tendencia humana debe haber existido en el siglo primero. Por eso, el apóstol Pedro exhortó a los ancianos: “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no [...] como enseñoreándose de los que son la herencia de Dios, sino haciéndose ejemplos del rebaño” (1 Ped. 5:2, 3). ¿Cómo podrían los misioneros ser de ayuda? “A fin de poner un buen ejemplo, hicimos un esfuerzo consciente por ser amables, bondadosos y abordables”, explica Benjamin Reyes. Ese espíritu contagió a otros ancianos, y muchos cambiaron su actitud y empezaron a tratar a los hermanos con más compasión.
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