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Jehová hermosea a su pueblo con luzLa Atalaya 2002 | 1 de julio
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Gracias al celo renovado de estos cristianos, se atrajo a otras personas a la luz de Jehová. En primer lugar, a los recién llegados se les ungió como miembros del Israel de Dios. Isaías 60:3 los llama “reyes”, pues serán coherederos con Cristo en el Reino celestial (Revelación 20:6). Después se empezó a atraer a la luz de Jehová a una gran muchedumbre de otras ovejas, que constituyen las “naciones” mencionadas en la profecía.
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Jehová hermosea a su pueblo con luzLa Atalaya 2002 | 1 de julio
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10 ¿Nos imaginamos la alegría de Sión al tener a sus hijos con ella? Sin embargo, Jehová le da otras razones para tener gozo, pues le dice: “En aquel tiempo verás, y ciertamente te pondrás radiante, y realmente se estremecerá tu corazón y se ensanchará, porque a ti se dirigirá la riqueza del mar; los recursos mismos de las naciones vendrán a ti” (Isaías 60:5). En armonía con estas palabras proféticas, desde la década de los treinta del siglo pasado han acudido a Sión multitudes de cristianos cuya esperanza es terrenal. Representan los recursos de las naciones que han salido del “mar” de la humanidad alejada de Dios. Son “las cosas deseables de todas las naciones” (Ageo 2:7; Isaías 57:20). Observemos que no empiezan a servir a Jehová cada cual a su modo. No, realzan la hermosura de Sión al adorar a Dios junto con sus hermanos ungidos, con quienes integran “un solo rebaño, [bajo] un solo pastor” (Juan 10:16).
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