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La lucha por vencerApocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!
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Durante el gobierno nazi en Alemania, Hitler proscribió totalmente la predicación de los testigos de Jehová. Por años, miles de Testigos experimentaron crueldad en campos de concentración y prisiones, donde muchos murieron, y alrededor de 200 jóvenes Testigos que rehusaron pelear en el ejército de Hitler fueron ejecutados. El apoyo del clero a todo esto se evidencia por las palabras de un sacerdote católico, publicadas en el periódico The German Way del 29 de mayo de 1938. En parte, dijo: “Ahora hay un solo país en la Tierra donde están prohibidos los llamados [...] Estudiantes de la Biblia [testigos de Jehová]. ¡Ese país es Alemania! [...] Cuando Adolf Hitler subió al poder, y el obispado católico alemán volvió a presentar su petición, Hitler dijo: ‘Estos llamados Estudiantes Sinceros de la Biblia [los testigos de Jehová] son perturbadores; [...] los considero farsantes; no tolero que este juez estadounidense Rutherford mancille así a los católicos alemanes; disuelvo a [los testigos de Jehová] en Alemania’”. A esto, aquel sacerdote añadió: “¡Bravo!”.
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[Ilustración y recuadro de la página 39]
Por muchos años los historiadores han atestiguado la integridad de los testigos de Jehová alemanes durante el régimen nazi. Mothers in the Fatherland (Madres en la patria), un libro por la historiadora Claudia Koonz, publicado en 1986, dice: “La gran mayoría de los alemanes que no eran nazis se las arreglaron para existir bajo un régimen al que despreciaban. [...] Al otro extremo del espectro estadístico e ideológico estaban los 20.000 testigos de Jehová que, casi en su totalidad, inequívocamente negaron toda obediencia al estado nazi. [...] La religión sostenía al grupo más unido de resistidores. Desde el principio los testigos de Jehová se negaron a cooperar con todo rasgo del estado nazi. Aun después que la Gestapo destruyó su oficina central nacional en 1933 y proscribió a la secta en 1935, rehusaban hasta decir ‘Heil Hitler’. Alrededor de la mitad (mayormente hombres) del total de testigos de Jehová fueron enviados a campos de concentración, mil fueron ejecutados, y otro millar murió entre 1933 y 1945. [...] Los católicos y los protestantes oyeron a su clero instarlos a cooperar con Hitler. Si resistían, lo hacían contra las órdenes de la iglesia y del estado”.
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