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  • Jehová me ha sustentado con su amistad
    La Atalaya 1989 | 1 de mayo
    • La hostigación de la Gestapo en Freudenstadt nos obligó a pasar a otra ciudad, y en 1936 fuimos a Stuttgart. Allí logré comunicarme con nuestra administración clandestina... e inmediatamente se me dio “trabajo” que hacer. Con regularidad recibía tarjetas postales con saludos. En verdad eran mensajes disfrazados. Mi trabajo era llevar las tarjetas a un lugar secreto en la ciudad. Para no poner en peligro esta actividad, se me dijo que no distribuyera literatura. Todo marchó bien hasta agosto de 1938.

      Un día recibí una tarjeta con las instrucciones de que cierta noche esperara enfrente de una iglesia bien conocida. Allí recibiría más información. Fui a aquel lugar, que más oscuro no podía estar. Un hombre se presentó y dijo que era Julius Riffel. Yo sabía que así se llamaba un hermano fiel que trabajaba en la obra clandestina. El hombre me dijo, apresuradamente, que en cierta fecha fuera a Bad Ems para encontrarme con alguien. Y luego, rápidamente, desapareció.

      Sin embargo, en la estación del tren en Bad Ems solo me esperaba la Gestapo. ¿Qué había sucedido? El hombre que estuvo frente a la iglesia —en realidad un ex hermano de la ciudad de Dresde, Hans Müller, quien conocía bien la obra clandestina en Alemania y había empezado a colaborar con la Gestapo— había preparado una trampa. Pero no le salió bien. Poco antes, mi madre me había informado que había tenido un leve ataque de parálisis, y yo, en respuesta, le había prometido que iría a Bad Ems para verla en cierta fecha. Resultó que esto coincidió con la “misión”, y nuestras cartas me sirvieron de pretexto en la audiencia judicial que me celebraron más tarde. Para sorpresa mía, me pusieron en libertad. Sí, en febrero de 1939, después de cinco meses y medio de detención, ¡me hallé libre de nuevo!

      Mi respuesta a Su amistad

      Por supuesto, yo no iba a permanecer inactiva, especialmente cuando la mayoría de los hermanos sufrían en campos de concentración o estaban bajo arresto en otros lugares.

      Después que los hermanos alemanes responsables de la obra fueron arrestados con la ayuda de Müller, Ludwig Cyranek quedó a cargo de la distribución del alimento espiritual. Este hermano, quien había trabajado en el Betel de Magdeburgo, acababa de salir de un período de detención, y me visitó en Bad Ems. “¡Vamos, Maria! Tenemos que seguir la obra”, dijo. Me llevó de vuelta a Stuttgart, donde conseguí trabajo seglar. Sin embargo, mi verdadero trabajo, que empezó en marzo de 1939, era distribuir en Stuttgart y sus alrededores maletas llenas de copias duplicadas de La Atalaya. Otros Testigos valerosos participaban en esta obra.

      Mientras tanto, el hermano Cyranek se encargaba de todo el país excepto la parte nordeste. Puesto que las casas de los Testigos estaban bajo vigilancia, él tenía que actuar con gran cautela, y a veces hasta dormía en el bosque. En ciertas ocasiones llegaba por tren expreso a Stuttgart, donde me dictaba informes especiales sobre nuestra situación en Alemania. Yo escribía cartas ordinarias y ponía estos mensajes entre las líneas con tinta invisible, y entonces enviaba las cartas por vía indirecta al Betel de los Países Bajos.

  • Jehová me ha sustentado con su amistad
    La Atalaya 1989 | 1 de mayo
    • Mi caso se vio ante el tribunal de Stuttgart el 17 de septiembre de 1940. Al escribir y enviar las cartas de Ludwig Cyranek, yo había informado a personas de países extranjeros acerca de nuestra actividad clandestina y la persecución de que éramos objeto. Aquello era alta traición, y tenía pena de muerte. Por lo tanto, ¡pareció un milagro que a mí, la reo principal en Stuttgart, se me sentenciara solamente a tres años y medio de prisión solitaria!

  • Jehová me ha sustentado con su amistad
    La Atalaya 1989 | 1 de mayo
    • De modo que quedé libre otra vez en 1943, y por eso, con mucho cuidado, pude recibir materia teocrática desde Holzgerlingen. Después de copiarla, la escondía entre las paredes de una botella de termos llena de café y la llevaba a los hermanos que vivían cerca del río Rin, en el sector de Westerwald, en Alemania. Desde aquel tiempo hasta el fin de la guerra pude trabajar sin perturbación.

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