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  • Conozca a las abejas sin aguijón de Australia
    ¡Despertad! 2000 | 8 de noviembre
    • Las colmenas de estas especies son muy diferentes de las de otras abejas; de hecho, con frecuencia se las llama “nidos”. En lugar del panal de hexágonos acostumbrado, las abejas sin aguijón construyen racimos de receptáculos ovalados para guardar la miel y el polen. Llenan un receptáculo, lo sellan y fabrican otros más sobre este o a su alrededor.

      El interior del nido

      Hagamos un recorrido por el interior del nido, el hogar de unas quince mil abejas sin aguijón. Pero tenga cuidado, pues aunque no piquen, pueden morderlo con sus mandíbulas.

      Avanzamos por el pasillo y encontramos todo un mundo de actividad. Esto sí que es trabajo de equipo. Cada una sabe exactamente qué hacer y dónde. Mire esa pequeña abeja: está dando forma y puliendo un nuevo recipiente de miel, como si siguiera con meticulosidad un programa perfecto. A nuestro lado, otras cuatro están sellando un receptáculo que acaba de llenarse de miel. Un enorme enrejado tridimensional constituye la estructura sobre la cual se construyen los recipientes; esta obra maestra arquitectónica está hecha para soportar el peso de la miel.

      Llegamos a la siguiente sección, donde nos fijamos en una abeja de mucho mayor tamaño que las demás. Es la reina, que luce en todo su esplendor. ¡Qué hermosa se ve, ataviada con sus brillantes anillos negros y dorados, y rodeada por una multitud de atareadas obreras! Ahora empieza a poner sus huevos en las 60 celdas preparadas para ella. ¡Con qué delicadeza y minuciosidad lo hace! Nos recuerda a una madre colocando a su bebé en la cuna. Fíjese también en la rapidez con que las obreras van sellando las celdas detrás de ella. Así, el trabajo queda terminado en unos cuantos minutos.

  • Conozca a las abejas sin aguijón de Australia
    ¡Despertad! 2000 | 8 de noviembre
    • De vez en cuando, un explorador solitario examina un hueco a fin de ver si es adecuado para construir un nido. Después llega la visita de los “ingenieros”, normalmente en grupos de treinta a cincuenta expertos, que revisan la superficie interior de la cavidad durante varias horas, como si trazaran líneas e hicieran marcas con estacas. Una vez que han determinado que el fundamento es bueno, regresan a casa, al parecer para rendir un informe. Por lo común, en menos de cuarenta y ocho horas llegan los verdaderos “constructores”. Quizás haya más de mil abejas en el equipo de trabajo, pero ninguna es la reina. De inmediato ponen manos a la obra, transportando materiales y alimento desde el nido materno.

      En preparación para la llegada de la reina al nuevo hogar, el nido de crianza debe construirse de forma que mantenga la temperatura adecuada: unos 28 °C. Para ello, las obreras lo rodean con una capa de cerumen como si lo envolvieran en una sábana, lo cual da la impresión de que estas sabias abejas saben que los huevos deben mantenerse calientes.

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