Dando atención a las “ovejas” esparcidas de Caprivi
EL LAND-ROVER de color crema estaba cargado de provisiones, repuestos y literatura bíblica. Se dirigía hacia el norte desde Windhoek, capital de África del Sudoeste (Namibia). ¿La fecha? Mayo de 1981. A medida que viajaban por las llanuras secas, los cuatro pasajeros tenían tiempo para meditar en el excitante viaje que les esperaba.
Chris du Plessis, conductor del vehículo, y su compañero eran testigos de Jehová y precursores regulares, es decir, predicadores de tiempo completo del mensaje del Reino. Acababan de disfrutar de unas semanas gozosas en Katatura, un pueblo grande de la raza negra cerca de Windhoek. Ambos habían hallado estimulante predicar las buenas nuevas del Reino de Dios de casa en casa a las personas de la raza negra, quienes eran amistosas y mostraban una buena disposición para con el mensaje.
A estos jóvenes se les pidió que proporcionaran transportación al superintendente de circuito Schalk Coetzee y a su esposa para visitar grupos aislados de Testigos en la región norteña, donde algunas carreteras eran intransitables en vehículos ordinarios. Con el Land-Rover podían acampar en cualquier sitio... los Coetzee dormían en la “planta baja”, dentro del vehículo, y los dos jóvenes en la “planta alta”, ¡en una tienda sobre el techo!
Después de viajar unos 370 kilómetrosa llegaron al “triángulo de la muerte”... llamado así porque muchas personas han muerto allí debido a la intensa actividad guerrillera por parte de invasores procedentes de Angola. Más hacia el norte vieron varios vehículos destruidos, pero ellos no tuvieron ningún problema.
Su primera visita fue a Ondangwa, un puesto militar no muy lejos de Angola. Unos precursores especiales atendían a las necesidades de la pequeña congregación de aquella zona. Christo Els y su esposa Elizabeth aprendieron el idioma local, el ndonga, lo cual fue un verdadero desafío. Pero la gente prestaba mucha atención y tenía profundo respeto a la Biblia. A veces Christo tenía que encargarse del arado tirado por burros, o su esposa tenía que ponerse a trabajar en el campo con la azada, ¡para que los amos de casa pudieran estar libres para escuchar el mensaje del Reino!
Puesto que esta era una zona de guerra, los que viajaban por los caminos de grava corrían el riesgo de pisar una mina explosiva. Por lo tanto, Christo y Elizabeth a menudo viajaban por caminos polvorientos y arenosos, y la gente con quien se encontraban se sorprendía de que no llevaran armas.
Para ellos fue un verdadero placer visitar a los ovahimba, quienes viven una vida primitiva en una zona remota. Estos se visten con pieles y se tiñen el cuerpo de color ocre. Los precursores usaron una publicación que ellos mismos habían ayudado a traducir. ¡Qué emocionante fue ver a estas personas mostrar aprecio por el mensaje del Reino!
Durante la semana de la visita del hermano Coetzee y sus acompañantes, se celebró una asamblea de un día. La asistencia fue pequeña debido a que la zona está escasamente poblada. Pero todos en este lugar tan remoto se emocionaron por el programa y la excelente asociación de que disfrutaron.
La faja de Caprivi
Después de una breve parada en Rundu para obtener ciertos permisos, entraron en la faja de Caprivi. Como lo muestra el mapa, este es un territorio estrecho que se extiende desde el noroeste de Namibia hasta dentro del corazón del sur de África. Mide 480 kilómetros de largo y 80 kilómetros en su sección más ancha, y comparte sus fronteras con Angola, Zambia, y Botswana. A pesar de que es una zona controlada por el ejército, es mucho más pacífica que el territorio que queda hacia el oeste.
La población de Caprivi es de unas 40.000 personas, compuesta mayormente de negros, aunque a menudo los bosquimanos vagan por la sección oeste. Muchos de sus habitantes hablan inglés y saben leer y escribir. Mientras los Coetzee y sus acompañantes viajaban hacia el este, a menudo se detenían para hablar con la gente y disfrutar del panorama... la flora y la fauna silvestre, que incluía elefantes y antílopes. A medida que se acercaban a Katima Mulilo, el único “pueblo” de la región, podían ver con más frecuencia los grupos de nítidas chozas con sus techos de paja. Los precursores estaban tan fascinados por el lugar que, cuando Schalk Coetzee les preguntó si estarían dispuestos a servir en esta zona remota, aceptaron con mucho gusto el privilegio.
Después de una breve estadía en Katima Mulilo, los cuatro siguieron su viaje, esta vez para visitar a un grupo aislado en Kasane, al norte de Botswana. Cruzaron el coto de caza Chobe, donde a veces veían grandes manadas de búfalos y elefantes. Cuando acampaban de noche, oían el rugido de los leones en la cercanía.
En Kasane, con la ayuda de los precursores locales sirviendo de intérpretes, predicaron al estilo africano, de choza en choza. La manera de abordar es lenta y dignificada. El visitante se para fuera de la choza y llama para atraer la atención. Alguien le contesta y le invita a entrar y a sentarse. Por lo general se convoca a toda la familia para que escuche. Luego sigue un intercambio prolongado de saludos y preguntas acerca de la salud y el origen de la persona. Sólo después de esto es que el Testigo comienza a conversar sobre la Biblia.
Los Testigos de la localidad estaban muy contentos y agradecidos de que este grupo de hermanos viniera desde tan lejos para visitarlos. Puesto que las reuniones tenían que celebrarse en una choza de barro, Schalk Coetzee los animó para que construyeran su propio Salón del Reino.
De regreso a Katima Mulilo, los viajeros disfrutaron de la visita que hicieron por una semana a los Testigos locales. Durante la noche acampaban cerca del río Zambeze donde podían disfrutar del silencio que era interrumpido tan solo por el distante sonido de tambores... el “latido” de África. Hallaron que los Testigos locales eran muy celosos pero necesitaban mucha ayuda en cuanto a cómo conducir las reuniones, testificar de choza en choza, legalizar debidamente los matrimonios, y así por el estilo.
¡Los visitantes realmente disfrutaron de la obra de predicar! Alguien dijo: “Cuando la gente se enteraba de que teníamos literatura bíblica en su propio idioma, silozi, nos abrumaban pidiéndonos no solo libros, sino también que alguien les enseñara. ¡Era increíble!”.
Contra su voluntad, el grupo de visitantes dejó a sus nuevos amigos de Katima Mulilo y comenzó su viaje de regreso. Pasaron una semana con la congregación de Rundu, en el norte de Namibia. La mayoría de los hermanos eran refugiados de Angola, quienes hablaban portugués. ¡Otro problema de idioma! Después de un viaje de unos 4.000 kilómetros llegaron a Windhoek, cansados, pero muy contentos y agradecidos a Jehová por los muchos privilegios que disfrutaron.
De regreso a Katima Mulilo
Los dos precursores regresaron a Katima Mulilo, pero esta vez para quedarse y ayudar a las “ovejas” de Jehová. Para poder quedarse, necesitaban conseguir dónde vivir y un trabajo de media jornada. En su primer intento consiguieron trabajo. También obtuvieron permiso para usar una casa remolque que pertenecía a la Sociedad Watch Tower. Dieron gracias a Jehová por cuidar así de sus necesidades.
Los precursores se ocuparon rápidamente en ayudar de varias maneras a los Testigos locales. Esto incluyó la construcción de un Salón del Reino. Cortaron hierba larga para el techo, juntaron el barro especial que se halla en los hormigueros, el cual se endurece mucho al secarse, y aprendieron a techar con paja al estilo africano. Con sus paredes blancas el salón lucía nítido y atractivo. Puesto que no podían darse el lujo de tener sillas, las personas se sentaban en bancos o troncos. Era algo rústico, ¡pero era su propio Salón del Reino!
Hasta entonces las reuniones no se habían conducido apropiadamente. Por eso, los precursores preparaban las cinco reuniones que celebran los testigos de Jehová mundialmente. Esto significó mucho trabajo, pero para ellos y para los Testigos locales fue edificante en sentido espiritual. Los precursores también tuvieron que aprender el idioma local, el silozi.
En poco tiempo se formó una congregación. Y luego cuatro de los hermanos locales aprendieron a presentar discursos públicos y a encargarse de todas las reuniones, y uno de ellos fue nombrado siervo ministerial. Mientras tanto, los precursores disfrutaban mucho de la obra de predicar de choza en choza. Eran tantas las personas que deseaban estudiar la Biblia que no se podían atender todas las peticiones. ¿No quisiera usted servir en un territorio como ese? ¿Puede hacerlo?
Otra visita a Kasane
El superintendente de circuito les había pedido a los precursores que visitaran de vez en cuando al grupo de publicadores de Kasane, en Botswana. En una ocasión se enfrentaron a un problema serio. Cerca de la frontera los detuvieron unos soldados de Botswana.
“¡Ustedes son espías!”, dijo el jefe.
“No, somos ministros, testigos de Jehová, estamos enseñando a la gente acerca de la Biblia.”
“No creo que ustedes sean cristianos. Ustedes son soldados de África del Sur.”
Esta fue una situación difícil. Pero cuando los soldados vieron el suministro de literatura bíblica y que no portaban armas, dejaron ir a los hermanos.
La tensa situación militar en la zona hizo muy difícil también el ponerse en contacto con los hermanos de Zambia. Solo el río Zambeze separaba a Katima Mulilo de Zambia, donde hay muchos testigos de Jehová y tienen un gran suministro de literatura en silozi. Pero con los soldados vigilando, las personas de la localidad no se atrevían a cruzar el río en sus mokolos, o canoas hechas de tronco. En una o dos ocasiones hubo tiroteos al otro lado del río.
Atendiendo a las “ovejas” esparcidas
Sin embargo, todo esto no impidió que los precursores se ocuparan de las “ovejas” en la faja de Caprivi, incluso de las que estaban esparcidas. Por ejemplo, se habían enterado de que Andrew, un señor de edad avanzada de un pueblo a unos 70 kilómetros de Katima, estaba sumamente interesado en la Biblia. Cuando por fin lo hallaron, estaba leyendo el libro La verdad que lleva a vida eterna, ¡y se alegró muchísimo por la visita! Por años había estado estudiando por su propia cuenta, y se sintió muy animado por la ayuda que los precursores le dieron.
Frank Mwemba también vive en un pueblo muy aislado, a unos cien kilómetros de Katima. A su hogar solamente puede llegarse con un vehículo de tracción en las cuatro ruedas; y aun así, solo durante ciertos períodos del año, pues la mayor parte de Caprivi es pantanoso y periódicamente está inundado. Frank había aceptado la verdad en Zambia, se había bautizado allí y luego había regresado a su pueblo natal en Caprivi. Por muchos años había continuado solo. ¿Había seguido él predicando en este lugar aislado? ¿Había podido hacerle frente a las prácticas locales de la brujería y la poligamia? ¿Estaba registrado legalmente su matrimonio? ¡Sí! Aunque mantiene a su esposa —solo una— e hijos mediante la pesca y la agricultura, Frank pasaba los días visitando aldeas esparcidas, en su mokolo o a pie, para esparcir las buenas nuevas. También estudiaba regularmente con su familia, evitaba a los hechiceros, y, con orgullo, ¡le mostró a los visitantes su certificado de matrimonio!
En otra ocasión, Chris hizo un viaje en una barca, siguiendo la corriente del río Zambeze hasta la región plana y pantanosa de Nantungu. Había oído que allí había personas interesadas en la Biblia. ‘¿Qué hallaré aquí?’, se preguntó él al bajarse de la barca con su mochila en la espalda. Se alegró mucho cuando halló a un pequeño grupo de personas que se esforzaba por vivir de acuerdo con las enseñanzas de la Biblia tal como les habían enseñado los Testigos de Zambia. Se alegraron muchísimo al ver las publicaciones en silozi que Chris había traído consigo, incluso los últimos números de La Atalaya. Durante los siguientes tres días Chris estuvo muy ocupado conversando de la Biblia y visitando las aldeas cercanas para conocer a las personas que estaban interesadas en la Biblia. Antes de marcharse, hizo arreglos para que se celebraran reuniones regularmente y para que participaran en la predicación del Reino.
Un cambio de compañeros
Debido a problemas de salud, el compañero de Chris tuvo que abandonar Caprivi a comienzos del año 1982. Poco después, Chris llegó a tener un segundo compañero, Melt Marais, hermano que sirvió celosamente en Caprivi por casi un año. En mayo de 1983 Chris se casó con Magda, una joven precursora, y ella se convirtió en la tercera persona que lo acompañó en Caprivi. Su boda se celebró en el pequeño Salón del Reino que Chris había ayudado a construir.
A Magda le tomó tiempo ajustarse a la vida en Caprivi. La casa remolque había sido mudada a un área a las afueras del pueblo, donde no había electricidad ni agua por cañería. Por las noches a veces eran “invadidos” por elefantes. Para Magda, el alumbrar con una lámpara a través de una ventana de la casa remolque y ver a un enorme elefante a solo unos metros ¡era algo alarmante! Pero pronto se adaptó a su nueva vida y llegó a disfrutar de ella. Su ejemplo estimuló mucho a la pequeña congregación de Katima.
También fue muy animador para los hermanos de Caprivi asistir a las asambleas de circuito en Francistown, Botswana (a unos 650 kilómetros). Les deleitó en especial asistir a una asamblea de distrito cerca de Johannesburgo (a unos 1.400 kilómetros de distancia de su asignación). Quedaron asombrados por la multitud de Testigos que vieron, la buena organización y lo bondadosos que eran los hermanos de la raza blanca... todo esto era evidencia del espíritu de Jehová en acción.
Pero fue el fiel y amoroso ministerio de los jóvenes precursores lo que más edificó a las “ovejas” en Caprivi, las cuales necesitaban ayuda urgentemente. A su vez, el dar tal ayuda resultó en gran gozo para estos precursores que estuvieron dispuestos a servir donde había gran necesidad de predicadores.
Pero en septiembre de 1983 Chris y Magda tuvieron que irse de Caprivi. ¿Por qué? Él explica: “Se nos invitó a servir en la sucursal de la Sociedad Watch Tower en África del Sur. Nos dolió tener que decir adiós a los 13 publicadores de Caprivi y a muchas personas interesadas de la pequeña congregación, además de otros tres grupos de publicadores que dejamos allí. Pero le oramos a Jehová que suministre más obreros para cultivar este campo listo para la siega”. (Mateo 9:37, 38.)
Hay muchos otros lugares donde se necesita ayuda. ¿Puede y está dispuesto usted a servir en esta capacidad a favor de las ovejas de Jehová? Si así es, le están reservadas muchas bendiciones. Como Jesús dijo: “Hay más felicidad en dar que en recibir”. (Hechos 20:35.)
[Nota a pie de página]
a Un kilómetro = 0,6 milla.
[Fotografía en la página 23]
Acampando cerca del río Zambeze, en Katima Mulilo. Schalk Coetzee haciendo su informe semanal como superintendente de circuito. Nótese el alojamiento en la “planta alta” del Land-Rover
[Fotografía en la página 24]
Predicación del Reino en Kasane, al norte de Botswana
[Ilustración/Mapas en la página 21]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
OCÉANO ATLÁNTICO
ANGOLA
NAMIBIA
Windhoek
Otavi
Tsumeb
Grootfontein
El “triángulo de la muerte”
OVAMBOLAND
Ondangwa
Rundu
FAJA DE CAPRIVI
Katima Mulilo
Río Zambeze
BOTSWANA
Kasane