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Jehová nunca nos abandonóLa Atalaya 1996 | 1 de enero
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La prueba de la neutralidad
La guerra acabó en 1945, pero los problemas prosiguieron y, de hecho, se agravaron. En las elecciones celebradas el 2 de diciembre de 1946 era obligatorio votar. Se consideraba enemigo del Estado a quien se atrevía a abstenerse. Los hermanos de la congregación de Përmet me preguntaban: “¿Qué vamos a hacer?”.
—Si confían en Jehová —respondí—, no tienen que preguntarme. Ya saben que el pueblo de Jehová es neutral. No es parte del mundo. (Juan 17:16.)
El día de las elecciones se presentaron en casa delegados del gobierno. Al principio actuaron con calma. “¿Por qué no tomamos un café y charlamos un rato? ¿Saben qué día es hoy?”
—Sí. Hoy se celebran elecciones —respondí.
—Pues dense prisa o llegarán tarde —dijo un oficial.
—Es que no pienso ir. Votamos a favor de Jehová —repuse.
—Entonces voten por la oposición.
Les expliqué que los testigos de Jehová éramos totalmente neutrales. Al hacerse de dominio público nuestra postura, recibimos más presión. Nos ordenaron dejar de reunirnos, de modo que empezamos a hacerlo clandestinamente.
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Jehová nunca nos abandonóLa Atalaya 1996 | 1 de enero
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Pero como éramos neutrales, borraron nuestros nombres de las listas de racionamiento, lo que nos dificultó mucho la vida.
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