Los guatemaltecos abrazan las buenas nuevas
AL ACERCARSE el avión a la capital, de súbito aparecen montañas azules y volcanes gigantescos a la distancia. Los pasajeros que están en un lado del avión miran por las ventanillas y ven el volcán Pacaya en erupción, echando grandes bocanadas de humo que suben en columna al cielo antes de desaparecer. Los pasajeros del otro lado miran abajo y ven los botes de vela y botes de remos que cruzan serenamente el lago Amatitlán. Esta es Guatemala, tierra de grandes contrastes.
Guatemala está en la América Central, y tiene un área de aproximadamente 109.000 kilómetros cuadrados (42.000 millas cuadradas). Su paisaje varía desde encumbradas montañas —entre ellas 33 volcanes, 4 de los cuales están activos— hasta tierras bajas donde hay selvas, bosques tropicales y lagos y ríos de aguas cristalinas. La altura varía desde el nivel del mar hasta 4.211 metros (13.816 pies). En la ciudad capital hay primavera eterna, pues la temperatura promedio es de 24 °C (75 °F) todo el año. Mientras que más arriba en las montañas la temperatura puede estar bajo el punto de congelación, en las costas puede haber un calor sofocante de 38 °C (100 °F). Este es un país que puede satisfacer el gusto de cualquiera, pues tiene playas, selvas, montañas, zonas áridas y valles fructíferos. Y en todas estas zonas se predican las buenas nuevas del Reino.
Empieza a proclamarse el Reino
La predicación del Reino empezó a efectuarse en Guatemala alrededor del año 1920. Con el tiempo empezaron a formarse —en varias partes del país— grupitos de personas que se interesaban en la verdad y proclamaban el Reino. El 21 de mayo de 1945, cuando llegaron los primeros dos misioneros, hallaron mucho interés entre la gente. Uno dice: “Pasados dos sábados desde nuestra llegada decidí trabajar en las calles con las revistas. Aquella noche salí cargado de literatura, y en hora y media no me quedaba nada, pues coloqué en manos de la gente 32 revistas, 34 folletos, 4 libros y una Biblia”. ¡Aquel primer mes los misioneros empezaron 17 estudios bíblicos en los hogares de la gente! La primera misionera que llegó allí todavía predica con entusiasmo las buenas nuevas del Reino, 44 años después.
Abundan los contrastes en el territorio donde se predica. En la capital, la ciudad de Guatemala, hay muchos edificios modernos de muchos pisos, así como sectores residenciales exclusivos en los que hay hogares hermosos, y las sirvientas se comunican por intercomunicador con los que llegan a la puerta. Pero a poca distancia hay moradas pobres con piso de tierra, paredes de adobe y techos de paja; en ellas la electricidad y el agua corriente son simplemente sueños. En un territorio tan variado, no hay tal cosa como un día ordinario en el servicio del campo.
En los últimos años ha resultado que en muchos hogares no se encuentra a nadie, porque tanto el esposo como la esposa trabajan fuera. Por eso, para testificar a estas personas los Testigos suelen predicar en las calles. Algunos empiezan a las 5.30 de la mañana, y ofrecen literatura en estaciones de autobuses donde hay mucha gente. El Testigo tiene que estar en buena condición física para mantenerse al paso con la gente que corre para alcanzar el autobús. Cierta mañana un grupo de Testigos decidió hablar a algunos taxistas, pues no había mucha actividad en la estación. Para sorpresa de ellos, varios choferes les mostraron su ejemplar de La Atalaya ya subrayado. Uno o dos de ellos hicieron preguntas que los hermanos contestaron gustosamente con la Biblia de aquellos choferes.
La predicación en las montañas
Panajachel es una de las aldeas alrededor del lago Atitlán, un hermoso lago verdeazul alrededor del cual hay montañas majestuosas y tres volcanes. Algunas aldeas tienen nombres de apóstoles. Aproximadamente el 95% de las personas son de descendencia maya, y entre los idiomas que hablan, dos de los principales son cakchiquel y tzutuhil. Aunque los hombres también hablan español, la mayoría de las mujeres no, porque pasan gran parte de su tiempo en casa. Cada aldea tiene su propia pintoresca vestimenta tradicional, por lo general tejida a mano por las mujeres.
Cuando uno llega a Panajachel, nota que no es como los demás pueblecitos de Guatemala. Junto a humildes hogares de adobe o de bloques, hay hermosos chalés. Se nota un contraste mayor cuando se ven los hoteles modernos. Gente de todas partes del mundo viene a Panajachel para admirar el lago Atitlán.
Un Testigo describe cómo se predica allí: “De antemano alquilamos una embarcación por un día, e invitamos a los hermanos de la cercana ciudad de Sololá y a otros que vienen de la ciudad de Guatemala para predicar en el inmenso territorio. Los hermanos de Sololá son buena ayuda, porque la mayoría de ellos viven en terreno montañoso similar al que estaremos visitando. También hablan el idioma local. Empezamos a viajar temprano por la mañana. Mientras la embarcación cruza el lago, los niños admiran el agua azul, cristalina, y los padres practican unas cuantas palabras en el idioma local.
”Esta vez visitaremos cinco aldeas. Primero formamos tres grupos. Entonces dividimos los grupos en parejas (los que hablan el idioma van con los que no lo hablan). Hay solo tres muelles pequeños donde podemos desembarcar para llegar a estas aldeas, de modo que dejamos un grupo en cada muelle. Es alentador ver a hermanos en su vestimenta nativa de muchos colores predicando lado a lado con los que visten al estilo occidental. Eso en sí mismo es un testimonio excelente para los aldeanos. Por lo general vienen a recibirnos niñitos a quienes atrae la curiosidad. Cuando se enteran del propósito de nuestra visita, corren a informarlo a todos los aldeanos.
”Para cuando llegamos a los humildes hogares, ya hay muchas personas esperando para ver nuestros folletos en hermosos colores o la publicación Mi libro de historias bíblicas, de que los niños ya les han hablado. La pieza de literatura bíblica que se deje en la primera casa será la que los demás pedirán en los siguientes hogares, porque todos quieren tener la misma hermosa publicación que el vecino ha recibido. Muchas de estas personas no saben leer, y por eso disfrutan mucho de las ilustraciones del Paraíso venidero. Se alegran cuando se enteran de la esperanza que la Biblia da en Revelación 21:3, 4. Pausamos brevemente para disfrutar de una comida campestre y entonces seguimos hablando con la gente hasta las tres de la tarde. Luego regresamos al muelle y esperamos la embarcación que viene a buscarnos. Cuando todos estamos a bordo, compartimos alegremente nuestras experiencias.
”Una hermana recuerda el gozo que sintió cuando oyó a una señora que le gritaba desde arriba: ‘Hermana, hermana, aquí estoy. Volvió para visitarme. Gracias, gracias’. La hermana miró a la siguiente terraza en la montaña y reconoció a la mujer que agitaba los brazos y la llamaba. La última vez que ella había estado en aquella aldea, la señora que la llamaba había mostrado mucho interés cuando conversaron acerca de la Biblia. La señora había estado esperando que la visitaran de nuevo, como se le había prometido. Una vez más se sentaron a disfrutar de un estudio bíblico.
”Aunque todos están cansados por el mucho caminar por terreno rocoso, quieren saber cuándo será el siguiente viaje. Cuando la embarcación llega a la orilla, nos despedimos con comentarios sobre la siguiente ocasión en que disfrutaremos del mismo gozo”.
Abajo, cerca de la costa
Guatemala tiene también dos costas en contraste: la costa del Pacífico con sus espectaculares playas de arena negra, y la playa caribeña con su arena blanca.
A 45 minutos de la capital en automóvil hacia el Pacífico, el cambio de ambiente y clima es considerable. A lo largo de la costa el clima es caliente y húmedo, y hay muchos insectos. Las palmeras, los cocoteros y las ceibas, además de la abundancia de vegetación, demuestran que uno está en el trópico. En muchos pueblos de esta región hay congregaciones grandes de testigos de Jehová.
Aquí la bicicleta ha reemplazado al caballo que tradicionalmente se usaba, así que no es raro ver a los hermanos conducir hábilmente sus bicicletas por los sembrados de caña mientras participan en la predicación. Un hermano conducía un estudio bíblico con un señor que vivía a 35 kilómetros (22 millas) de distancia. Viajaba cada semana en su bicicleta el doble de esa distancia para enseñar la verdad bíblica a este hombre.
Uno pudiera imaginarse que ha entrado en otro país al visitar los puertos gemelos de Santo Tomás de Castilla y Puerto Barrios, en la costa del Caribe. El estilo de vida difiere del que se ve en el resto de Guatemala. Las casas están rodeadas de césped y arbustos que todos pueden ver; es raro ver los terrenos rodeados de murallas de adobe, algo muy común en México y América Central. Además, aquí no se ve la vestimenta tribual que es tan común por el resto de Guatemala.
“Por estar en un puerto, uno tiene la oportunidad de explicar el mensaje de la Biblia a toda clase de personas —explicó un ministro de tiempo completo—. Entré en un bar. La ‘patrona’ de aquel establecimiento aceptó un libro y la Biblia, y me invitó a regresar para mostrarle cómo estudiarlos. Cuando volví la semana siguiente, me esperaba sentada a una mesa grande, con la Biblia y el libro listos. Me indicó con amabilidad que me sentara, y me dijo que esperara mientras llamaba a todas las ‘muchachas’. Quería que ellas también aprendieran. En un momento las ‘muchachas’ acudieron a la mesa. Dirigiéndose a mí, la ‘patrona’ dijo: ‘Ahora, enséñenos a estudiar la Biblia’. Pensé: ‘¿Cómo me habré metido en esto?’. Pero seguí adelante con calma, como si siempre hubiera estudiado la Biblia en un bar.” Aquella señora progresó rápidamente, abandonó su negocio y llegó a ser Testigo bautizada. Hoy está activa en otra congregación, y conduce estudios bíblicos con personas que se interesan en la verdad.
A una hora por canoa al otro lado de la bahía está el pueblo pintoresco de Livingston, una comunidad apacible de personas amigables que han sido afectadas por la poderosa influencia de la superstición africana y el vudú. Aquí no es raro oír el sonido de tambores durante la noche y ver bailes africanos en las calles durante las fiestas. También se puede oír un dialecto extraño... el caribe, o garifuna. Hay un grupito —que aumenta rápidamente— de proclamadores del Reino que atienden los intereses espirituales de la población local.
La violencia y la persecución en contraste con la tranquilidad
En 1982 surgieron dificultades cuando el nuevo presidente de Guatemala trató de suprimir la actividad de guerrillas que había aumentado durante el liderato de su predecesor. Su estrategia fue formar grupos civiles compuestos de ciudadanos armados que patrullaban las calles por la noche y defendían los pueblos y avisaban a los militares de toda actividad sospechosa. En muchos lugares ese movimiento de patrullas civiles puso a prueba la neutralidad de nuestros hermanos.
En un pueblo se quiso hacer que toda la congregación violara su neutralidad cristiana y participara en patrullar las calles. Los Testigos, amenazados de muerte, huyeron a la capital, donde se les mantuvo en un Salón del Reino hasta que se les pudo alojar en los hogares de los hermanos. Sí, muchos hermanos han aguantado pruebas serias y persecución cuando los militares han tratado de obligarlos a patrullar.
Un hermano relata: “Tengo 20 años y vivo con mi hermano y su esposa. Me vi en un aprieto cuando los guerrilleros y los militares llegaron a la finca donde yo trabajaba. En cierta ocasión vimos que se llevaron a ocho personas bajo la amenaza de un arma de fuego. Solo dos regresaron; nunca se volvió a ver a las otras seis.
”En abril de 1984, militares que buscaban nuevos reclutas llegaron al rancho. Pidieron a mis compañeros de trabajo y a mí que nos uniéramos a ellos. Me negué, y los soldados me golpearon sin cesar. Al ver esto, mis compañeros lloraron como niños, y me rogaron que aceptara el arma y me uniera a los militares. Un soldado me clavó los dedos en el cuello y me torció las orejas; otro me sujetó para que otro me abofeteara y pateara. Un oficial me gritó encolerizado: ‘¿Qué le pasa a usted? ¿Es un animal, o se cree que es Dios?’. Finalmente llegó otro oficial que dijo: ‘Déjenlo; así son los Testigos. Habría que matarlos, porque no ceden’. El primer oficial dijo: ‘¡Pues hay que matarlo!’. Pero lo que hizo fue darme un golpe en el estómago con la culata del rifle. Cuando se convencieron de que no me uniría a su grupo, dejaron de golpearme. Tres días después me pusieron en libertad. Con la ayuda de Jehová, no transigí. Por eso digo a otros jóvenes que ellos pueden confiar de lleno en Jehová; él nos suple aguante cuando lo necesitamos”. Felizmente, hubo un gran cambio después que el nuevo presidente ascendió al poder en enero de 1986.
Dentro de poco desaparecerán para siempre los contrastes de guerra y paz, riqueza y pobreza, vida y muerte. En el Paraíso venidero que se extenderá por toda la Tierra habrá agradables contrastes de noche y día, montañas y valles, océanos rugientes y lagos tranquilos, y de estos se disfrutará como Jehová Dios se lo propone. Usted también puede estar allí si, como los más de 10.000 proclamadores del Reino en Guatemala, abraza de todo corazón las buenas nuevas.