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IrlandaAnuario de los testigos de Jehová para 1988
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NEUTRALIDAD A PESAR DE LAS PRESIONES
Los años turbulentos de las décadas de los setenta y ochenta vieron crecer a los movimientos nacionalistas y una escalada de actos terroristas, especialmente en Irlanda del Norte. ¿Cuál fue el resultado? Una polarización creciente de las comunidades católicas y protestantes en la parte nororiental de la isla.
Norman Richards era uno de los superintendentes de circuito de Irlanda del Norte cuando empezaron los problemas. Él recuerda cómo se presionó a los hermanos con el fin de que tomaran parte en el conflicto.
“Se hicieron esfuerzos para que los hermanos apoyaran a las patrullas vigilantes nocturnas y colaboraran en levantar barricadas para aislar sus vecindarios —dijo el hermano Richards—. Los vigilantes pedían contribuciones para costear lo que necesitaban a fin de defender la zona, e intentaron colgar banderas nacionalistas en todos los edificios.”
Los hermanos se mantuvieron firmes ante la intimidación de que eran objeto. Ninguno transigió, y pronto llegó a ser obvio para todos que ellos eran totalmente neutrales en esa lucha. La gente en seguida se dio cuenta de la actitud de los Testigos en cuanto a la guerra, su punto de vista sobre las banderas y su determinación a ‘no ser parte del mundo’. (Juan 17:16; Isa. 2:2-4; 1 Cor. 10:14; 1 Juan 5:21.)
Cuando los hermanos aclaraban su posición, solían provocar la animosidad de la comunidad. Algunos vecinos que apoyaban las actividades paramilitares a menudo rehusaban hablar con ellos. Pero, con el tiempo, como continuaban siendo amables y ayudando de todas las maneras que eran aceptables desde el punto de vista de la Biblia, fueron aceptados de nuevo por la comunidad, y se reconoció su posición de estricta neutralidad.
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IrlandaAnuario de los testigos de Jehová para 1988
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¿Qué protegió a los Testigos en estas zonas católicas? Su neutralidad. Una experiencia ilustra este hecho: “Unos tres o cuatro meses después de que empezáramos a predicar en una zona, un hombre nos invitó a entrar en su casa. En el transcurso de la conversación nos dijo que los testigos de Jehová eran bienvenidos en ese sector. Reconocía nuestra neutralidad en asuntos políticos, lo cual dijo que era tan diferente de la actitud de muchos sacerdotes. Cuando le mencioné que habíamos estado visitando a las personas en esa zona por algún tiempo, respondió que podía precisarnos la hora y el lugar de nuestra primera visita en ese barrio, y que ¡habíamos sido vigilados desde entonces!”.
En una ocasión el ejército detuvo a este hermano y lo llevó al cuartel con el fin de interrogarlo. Querían que fuera un confidente para sus fuerzas de seguridad y que hiciera de espía mientras participaba en la obra de predicación. Sin embargo, después de explicar su posición neutral como testigo de Jehová en lo que respecta a la política, le dejaron marchar.
Una buena cantidad de hermanos de Inglaterra se había mudado a una congregación de una ciudad cercana a la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. En un período de dos o tres años, unas doscientas explosiones de bombas, además de los disparos y disturbios que tenían lugar prácticamente cada noche, habían demolido el centro de la ciudad. Pero durante todo ese tiempo, los hermanos sintieron la protectora mano de Jehová. Algunas veces la gente avisaba a los Testigos antes de que empezaran las dificultades. A pesar de la constante agitación, los hermanos siempre celebraron sus reuniones y continuaron con su ministerio. “En ocasiones a las fuerzas de seguridad se les negaba el acceso a ciertas zonas —dijo un Testigo local—, pero siempre se permitía pasar a los hermanos para efectuar su obra de predicación, aun cuando algunos de ellos eran ingleses, porque siempre habían dejado clara su neutralidad.”
CONFUSIÓN DE IDENTIDAD
No obstante, hubo ocasiones en las que algunos publicadores se encontraron en dificultades mientras participaban en la obra de predicación. La confianza en Jehová y la calma les evitaron problemas serios. Por ejemplo: a un precursor especial le confundieron con un miembro de las fuerzas de seguridad. Él explica:
“Estaba haciendo algunas revisitas en una zona conocida por sus claras simpatías hacia el IRA, cuando se acercó un automóvil. Uno de los ocupantes me apuntó con una pistola y me mandó entrar en el vehículo. Inmediatamente me cachearon. Al principio pensaba que me iban a matar, porque me habían confundido con un soldado de paisano. Me llevaron a una casa y me encerraron en un pequeño cobertizo. Me pareció una eternidad. Luego me sacaron, me vendaron los ojos y me condujeron a una casa donde me sometieron a un largo interrogatorio. Querían saber quién era y qué estaba haciendo en aquella zona. Desde el principio estuve orando a Jehová para que no se malinterpretara nada de lo que dijera o hiciera.
”Les expliqué que era testigo de Jehová y que solo estaba interesado en ayudar a la gente a entender la Biblia. Pude oír que alguien estaba registrando mi cartera de predicación y comentando sobre mi registro de casa en casa. Uno de los hombres salió de la habitación, diciendo: ‘Sigan apuntándole, y si hace algún movimiento, ¡vuélenle la cabeza!’. Después de un rato, el hombre regresó. Seguramente pudo corroborar lo que yo había dicho, pues les dijo a los demás que podían soltarme. Aún con la venda en los ojos y a punta de pistola me volvieron a subir al automóvil y me dejaron cerca del centro de la ciudad.
”Estoy seguro de que el espíritu de Jehová me mantuvo totalmente calmado y me ayudó a poder decir y hacer las cosas de modo que aceptaran mi estricta neutralidad. Aquella misma tarde volví con mi compañero a visitar en ese mismo barrio a una persona interesada que me estaba esperando, y después seguimos trabajando con frecuencia en ese territorio sin más molestias.”
SE LES RECONOCE COMO TESTIGOS
En otra ocasión, dos precursores estaban trabajando en la pequeña ciudad fronteriza de Crossmaglen (Irlanda del Norte). Para muchos de aquella zona eran extraños. Ellos no sabían que el IRA acababa de distribuir tratados para advertir a la gente de la ciudad de la llegada inminente de una unidad especial del ejército británico, las SAS: una unidad especializada que solía trabajar sin uniforme. Las personas de la localidad sospecharon que los hermanos precursores eran miembros de las SAS.
Listos para volver a casa después de terminar su servicio del campo, los hermanos se detuvieron a tomar una taza de café mientras esperaban el autobús. Le preguntaron a la mujer del bar si había llegado el autobús a la ciudad. Airada, los acusó de ser soldados y se marchó vociferando. Los hermanos también se marcharon. Mientras esperaban el autobús, llegaron unos hombres en un automóvil, entraron en el bar, en pocos minutos salieron de nuevo, subieron al automóvil, avanzaron lentamente alrededor de la plaza hasta donde estaban los hermanos esperando y les hicieron algunas preguntas. Los hermanos pensaron que eran hombres armados del IRA. Ellos nos cuentan lo que luego sucedió:
“Llegó el autobús, un vehículo viejo y abollado. Pagamos el billete y nos subimos. Entonces nos dimos cuenta de que los hombres que nos habían interrogado estaban conversando animadamente con el conductor. Poco después, el autobús arrancó, y, al mismo tiempo, los hombres se alejaron en su automóvil. Temimos que hubieran preparado una emboscada en alguna carretera solitaria fuera de la ciudad. La noche anterior un minibús había sido detenido en esa zona, pusieron en fila a diez hombres, abrieron fuego contra ellos y nueve murieron.
”Las largas millas que nos separaban de casa parecían interminables, pero a medida que nos acercábamos a la ciudad, nos dimos cuenta de que no iba a pasar nada. Cuando le pedimos al conductor que se detuviera para bajar del autobús, nos preguntó: ‘Díganme, ¿tienen alguno de sus libros?’. Evidentemente nos conocía, y le dimos los últimos ejemplares de La Atalaya y ¡Despertad! Entonces le preguntamos quiénes eran los hombres que nos habían interrogado. ‘Ah, no se preocupen —contestó—. Yo sabía quiénes eran ustedes y se lo aclaré. No se preocupen en absoluto. ¡Ahora están totalmente a salvo!’”
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