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Qué esperanza hay de una recuperación económica¡Despertad! 1989 | 8 de mayo
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Sin embargo, la historia nos habla de un gobernante que estaba muy interesado en la situación de los económicamente oprimidos, por lo que promulgó leyes específicas para su protección y manutención.
Este gobernante fue aquel que hace unos tres mil quinientos años libertó de Egipto a los israelitas y los alimentó milagrosamente con maná durante los cuarenta años que vagaron por el desierto. Este rey invisible se aseguró de que todos tuviesen lo suficiente. (Éxodo 16:18; compárese con 2 Corintios 8:15.)
Posteriormente, cuando los israelitas llegaron a la Tierra Prometida, las leyes de Dios protegieron a los necesitados. Los que atravesaban tiempos difíciles podían pedir dinero prestado sin tener que pagar interés. Los pobres podían espigar en los campos y rebuscar en los huertos y en las viñas, mientras que los propietarios, por su parte, debían dejar algo para ellos. Además, Dios mandó a los israelitas más favorecidos que ‘abriesen generosamente su mano a los afligidos de su tierra’. (Deuteronomio 15:7-11.)
Dios administraba de tal manera la casa de Israel, que toda la nación podía prosperar, siempre y cuando obedeciesen sus instrucciones. Se requería que los representantes de Dios, como el rey Salomón, imitasen su ejemplo. Con respecto a este rey, el salmista escribe: “Él dará a los humildes sus derechos, socorrerá a los hijos de los pobres [...]. Él habrá de liberar al pobre que suplica, al afligido y al que carece de socorro; [...] pues su sangre es preciosa ante sus ojos”. (Salmo 72:4, 12-14, Serafín de Ausejo.)
No obstante, Dios más tarde predijo en su Palabra que surgiría una severa crisis del coste de la vida. Al hablar sobre las crueles realidades económicas que con el tiempo plagarían a la humanidad, la Biblia predijo: “Solamente un kilo de trigo por el salario de un día”. (Apocalipsis 6:6, Versión Popular.) En la actualidad, esta es exactamente la situación en la que se encuentran muchos de los pobres del mundo: con los ingresos de todo un día de trabajo ni siquiera se puede pagar una sola comida.
Se acerca una verdadera recuperación económica
La única solución para esta deplorable situación la puso de relieve Willy Brandt, ganador del premio Nobel de la Paz. Él dijo: “Tiene que haber una mayor comprensión de que los países pobres y ricos [...] están unidos por su interés común en la supervivencia, y de que las soluciones únicamente se lograrán si se adopta un planteamiento de largo alcance y a nivel mundial”.
Esto es precisamente lo que Dios va a adoptar: un planteamiento de largo alcance y a nivel mundial. A diferencia de los gobernantes humanos, Dios tiene la voluntad y los medios para llevar a cabo una recuperación económica mundial.
En esa misma profecía sobre las dificultades económicas, Dios hizo referencia al gobernante que Él ha nombrado, un gobernante capaz de remediar la situación. Se dice que va sentado sobre un caballo “blanco” y que ‘sale venciendo’. Dicho gobernante no es sino Jesucristo, quien pronto ‘vencerá’ y extenderá sobre toda la humanidad el gobierno del Reino de Dios, el medio por el cual Dios resolverá, entre otras cosas, la crisis del coste de la vida. (Revelación 6:2; compárese con Daniel 2:44.)
Dios promete que bajo este Reino —al que se hace referencia en la profecía de Isaías como “nuevos cielos”— “no se fatigarán en vano, no engendrarán hijos para la catástrofe”. “Mis siervos comerán [...]; mis siervos beberán [...]; mis siervos estarán alegres.” (Isaías 65:13, 14, 17, 23, Nueva Biblia Española, edición Latinoamericana.)
Millones de personas que hoy día se fatigan en vano pueden cobrar ánimo de estas palabras. En el nuevo mundo de Dios, sus hijos no se verán privados de las necesidades básicas por culpa de dificultades económicas. La preocupación por el coste de la vida será reemplazada por el gozo de la vida.
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Qué esperanza hay de una recuperación económica¡Despertad! 1989 | 8 de mayo
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[Ilustración en la página 10]
En el nuevo mundo de Dios, nadie pasará hambre ni será pobre
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