-
Una vida feliz dedicada a hacer la voluntad de DiosLa Atalaya 2008 | 1 de junio
-
-
Una nueva asignación
Por último, después de más de cuarenta y seis años de servicio en Singapur, en 1993 se nos pidió que nos mudáramos a Nueva Zelanda, donde podríamos servir con menos tensión. De más está decir que nos entristeció muchísimo decir adiós a nuestros hermanos de Singapur, a los que habíamos llegado a querer tanto. Pese a ello, nos animaba saber que, por decirlo así, su fe había sido edificada sobre un fundamento sólido y con materiales incombustibles. Esto les ha permitido mantenerse firmes y resistir las pruebas que hasta hoy han seguido aguantando (1 Corintios 3:12-14).
Ahora ya llevamos más de catorce años en Nueva Zelanda, y Aileen y yo todavía disfrutamos de nuestro ministerio sirviendo de precursores especiales, a pesar de nuestra edad. Dos de mis hermanos carnales —Mike y Peter, de 94 y 90 años respectivamente— viven en Canadá y aún sirven con fidelidad a Jehová.
Judy, nuestra hija, regresó en 1998 al Lejano Oriente, donde sirvió por varios años. En una de sus cartas nos dijo: “Todos los días le agradezco a Jehová que me haya dado el incomparable privilegio de servir aquí. Muchas gracias a los dos por haberme educado con tanto amor y por los sacrificios que hicieron y continúan haciendo para que todo esto sea posible”. En 2003 volvió a Nueva Zelanda para cuidar de Aileen y de mí.b
Le agradecemos a Jehová que nuestras circunstancias nos hayan permitido estar entre los obreros que han respondido a la llamada del Amo. Esto nos ha hecho sumamente felices. Y cuando ‘el mundo pase’ —tal como dice la Biblia—, disfrutaremos del cumplimiento de la maravillosa promesa de Dios: “El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17).
-
-
Una vida feliz dedicada a hacer la voluntad de DiosLa Atalaya 2008 | 1 de junio
-
-
b Aileen falleció el 24 de enero de 2008, mientras se redactaba este artículo.
-