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NicaraguaAnuario de los testigos de Jehová 2003
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El hermano Mendoza, que se bautizó en prisión en 1982, nos explica cómo lo hacían:
“Algunos aprendimos un tipo de lenguaje de señas creado por los mismos reclusos. Cuando llegaba la fecha de la Conmemoración, calculábamos la hora de la puesta del Sol y nos la comunicábamos por señas para que todos pudiéramos unirnos en oración al mismo tiempo. Lo hacíamos año tras año. Las señas también nos resultaban útiles para el estudio de La Atalaya. Cuando los hermanos de un pabellón no tenían el artículo de estudio de la semana, se lo transmitíamos íntegramente por señas. Un observador situado en el otro pabellón descifraba en voz alta las señas a un amigo que iba escribiendo el artículo.”
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El hermano Mendoza era uno de los pocos reclusos que podía recibir visitas de los Testigos. “Carlos Ayala y su familia me visitaban —cuenta él—. Sus dos hijas me enseñaron por lo menos nueve cánticos del Reino, que a su vez enseñé a mis compañeros.”
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El hermano Mendoza recuerda: “En prisión, la comida se racionaba. A los reclusos se nos golpeaba en repetidas ocasiones, y a veces, los guardias disparaban a nuestro alrededor mientras yacíamos boca abajo en el suelo. Hacían aquello para mantenernos con los nervios de punta. Cuando había conflictos entre algunos de los otros prisioneros y los guardias, nos castigaban a todos enviándonos desnudos al patio para que nos asáramos al sol. Los Testigos nos valíamos de aquellas ocasiones para edificarnos y consolarnos unos a otros. Recordábamos textos bíblicos y mencionábamos puntos aprendidos en nuestro estudio personal. Aquellas experiencias nos ayudaron a mantenernos unidos y fuertes”.
Aprovechando la gran cantidad de tiempo libre de que disponían, muchos Testigos y otros presos interesados leyeron la Biblia cuatro o cinco veces. No era raro que estudiaran cuidadosamente, y en repetidas ocasiones, cuantas publicaciones bíblicas llegaban a sus manos. El hermano Mendoza recuerda con especial aprecio los Anuarios: “Estudiábamos todo: las experiencias de diferentes países y los mapas. Cada año comparábamos los aumentos, el número de congregaciones, de nuevos bautizados y de asistentes a la Conmemoración de todos los países. Esas cosas nos alegraban mucho”.
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