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NicaraguaAnuario de los testigos de Jehová 2003
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“Mis compañeros de vivienda —Evaristo Sánchez y Lorenzo Obregón— y yo decidimos aprender inglés juntos. Cierto día, Evaristo volvió a casa del mercado agitando un libro en el aire y diciendo: ‘Conocí a un americano que nos va a enseñar inglés’. Por supuesto, esa no era la intención del ‘maestro’, sino lo que Evaristo había entendido. Por eso, a la hora acordada, los tres jóvenes esperábamos ilusionados una lección de inglés. El ‘maestro’, que era el misionero Wilbert Geiselman, recibió una grata sorpresa al encontrar unos ‘estudiantes de la Biblia’ tan dispuestos a escuchar esperándolo con el libro en la mano.
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NicaraguaAnuario de los testigos de Jehová 2003
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Sus dos compañeros se bautizaron a finales de aquel mismo año.
Evaristo Sánchez, que en la actualidad tiene 83 años, rememora con alegría aquellos comienzos: “Al principio no teníamos dónde celebrar nuestras reuniones. Pero como éramos tan pocos, nos reuníamos donde se alojaban los misioneros. Después se alquiló una casa de dos plantas, y allí acudíamos regularmente de treinta a cuarenta personas”.
Aquellos tres jóvenes fueron los primeros nicaragüenses que acompañaron a los misioneros en el ministerio, primero en Managua y luego en los alrededores. En aquella época, Managua, con una población cercana a los 120.000 habitantes, era más pequeña que ahora. La única zona pavimentada era una sección de doce manzanas en el centro de la ciudad. “Viajábamos a pie —recuerda Evaristo—. No había buses, ni carreteras pavimentadas, solo las vías del tren y senderos para las carretas de bueyes. Así que, dependiendo de si estábamos en la estación seca o en la de lluvias, íbamos cubiertos o de polvo, o de barro.” Pero sus esfuerzos se vieron recompensados cuando 52 personas acudieron a la Conmemoración en abril de 1946.
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Derecha: Dora y Evaristo Sánchez
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