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NicaraguaAnuario de los testigos de Jehová 2003
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Precursores especiales incansables
Muchos de los que aceptaron las buenas nuevas del Reino de Dios se sintieron impulsados a aumentar su participación en el ministerio haciéndose precursores. Entre ellos estuvieron Gilberto Solís; su esposa, María Cecilia, y la hermana menor de Gilberto, María Elsa. Los tres se bautizaron en 1961, y cuatro años después se habían convertido en un equipo de precursores especiales sumamente eficaces. Aquel trío colaboró en la formación o el fortalecimiento de nueve congregaciones en diversas partes del país. Una de sus asignaciones fue la isla de Ometepe, en el lago de Nicaragua.
Ometepe tiene una extensión de 276 kilómetros cuadrados y está formada por dos volcanes, uno de ellos de 1.600 metros de altitud. Cuando se observa desde el aire, los volcanes le confieren la forma de un ocho. Cada día, al amanecer, los tres precursores iniciaban su predicación. Tomaban un autobús que los llevara lo más lejos posible y entonces continuaban a pie por la costa arenosa, a menudo descalzos, hasta llegar a muchos de los pueblos de la isla. Durante un período aproximado de dieciocho meses, organizaron varios grupos aislados de estudiantes de la Biblia por toda Ometepe, el mayor de los cuales estaba en Los Hatillos.
El cultivo del tabaco había constituido la principal fuente de ingresos de muchos de los nuevos publicadores de Los Hatillos, pero sus conciencias educadas por la Biblia ya no les permitían realizar aquel trabajo. Por ello, muchos se dedicaron a la pesca, aunque significara una disminución de sus ganancias. ¡Qué alegría sintió la familia Solís al ver aquella fe, además de otras muchas pruebas de que Jehová bendecía ricamente su ministerio! De hecho, el número de publicadores de la zona aumentó a 32 en poco tiempo, por lo que surgió la necesidad de contar con un Salón del Reino. Uno de los nuevos publicadores, Alfonso Alemán, cultivaba sandías y donó generosamente una parcela de terreno para edificar el salón. Pero ¿cómo obtendrían los publicadores de Los Hatillos los fondos necesarios?
Gilberto Solís organizó a los voluntarios para que plantaran en la parcela donada semillas de sandía, suministradas por el hermano Alemán, y animó al grupo a “cuidarlas para Jehová”, dando él mismo un ejemplo de trabajo duro. María Elsa, una mujer menuda pero muy vivaz, explica cómo aquel grupito de publicadores se ocupó de la cosecha: “Nos levantábamos temprano, mientras todavía era de noche, para regar el campo. Recogimos tres cosechas abundantes. El hermano Alemán cruzaba el lago de Nicaragua en su barca para llevar las sandías hasta Granada, donde las vendía y compraba materiales de construcción. Así fue como se construyó el Salón del Reino de Los Hatillos, y por eso mi hermano lo llamaba el Salón de sandías”. Desde aquellos humildes comienzos, la isla de Ometepe cuenta en la actualidad con tres congregaciones florecientes.
La humildad, el espíritu optimista y la total confianza en Jehová que mostraban Gilberto, su esposa y su hermana conmovieron muchos corazones. Gilberto solía decir: “Siempre debemos ver a los nuevos como terneritos: son encantadores, pero todavía están débiles. Así que no debemos molestarnos por sus debilidades, sino ayudarlos a fortalecerse”. Tal actitud amorosa sin duda contribuyó a que estos tres precursores ejemplares ayudaran a 265 personas a llegar hasta la dedicación y el bautismo. La esposa de Gilberto murió fiel, y él, ya con 83 años, ha visto su propia salud deteriorarse notablemente. Aun así, su deseo de servir a Jehová es tan fuerte como siempre. Respecto a María Elsa, cuando se le preguntó recientemente cómo se sentía después de treinta y seis años de ser precursora especial, contestó: “Como el primer día. Me siento muy feliz, y siempre le doy gracias a Jehová por habernos conducido a su santa organización y permitirnos morar en este maravilloso paraíso espiritual”.
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NicaraguaAnuario de los testigos de Jehová 2003
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[Ilustración de la página 82]
María Elsa
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