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    Anuario de los testigos de Jehová 2003
    • Al principio, solo un hilo de agua

      El 28 de junio de 1945 llegaron a Managua Francis y William Wallace, hermanos carnales graduados de la primera clase de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Ellos emprendieron la predicación organizada de las buenas nuevas en Nicaragua y prepararon el camino para las futuras generaciones de misioneros.

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    Anuario de los testigos de Jehová 2003
    • Los hermanos Wallace empezaron a predicar con un fonógrafo portátil que utilizaban para reproducir grabaciones bíblicas, una auténtica novedad en la Nicaragua de aquella época. De ese modo lograron que, durante el primer mes, 705 personas escucharan el mensaje del Reino.

      En octubre de 1945 llegaron cuatro misioneros más: los matrimonios formados por Harold y Evelyn Duncan, y Wilbert y Ann Geiselman. Deseosos de anunciar el Reino por todos los medios posibles, programaron una serie de reuniones públicas. Así pues, en noviembre del mismo año, los nicaragüenses recibieron en las calles el saludo de personas que les entregaban invitaciones para asistir a una conferencia pública. A pesar de que un disturbio político ocurrido en las cercanías amenazó con interrumpir la reunión, esta prosiguió pacíficamente, y más de cuarenta personas escucharon aquel primer discurso público. En el ínterin se comenzó a celebrar en el hogar misional un estudio semanal de La Atalaya junto con la Reunión de Servicio.

      El año 1946 fue un momento feliz para los misioneros y las primeras personas que acogieron el mensaje bíblico. Una de ellas fue Arnoldo Castro, quien por entonces contaba 24 años. Sonriente, evoca cómo llegó a conocer la verdad bíblica: “Mis compañeros de vivienda —Evaristo Sánchez y Lorenzo Obregón— y yo decidimos aprender inglés juntos. Cierto día, Evaristo volvió a casa del mercado agitando un libro en el aire y diciendo: ‘Conocí a un americano que nos va a enseñar inglés’. Por supuesto, esa no era la intención del ‘maestro’, sino lo que Evaristo había entendido. Por eso, a la hora acordada, los tres jóvenes esperábamos ilusionados una lección de inglés. El ‘maestro’, que era el misionero Wilbert Geiselman, recibió una grata sorpresa al encontrar unos ‘estudiantes de la Biblia’ tan dispuestos a escuchar esperándolo con el libro en la mano.

      ”Se trataba de la publicación ‘La verdad os hará libres’, que estudiábamos dos veces a la semana —explica Arnoldo—. Al final no aprendimos mucho inglés, pero sí la verdad bíblica.” Arnoldo se bautizó en agosto de 1946 en una asamblea en Cleveland (Ohio, EE.UU.) y después volvió a Nicaragua y emprendió el servicio de precursor. Sus dos compañeros se bautizaron a finales de aquel mismo año.

      Evaristo Sánchez, que en la actualidad tiene 83 años, rememora con alegría aquellos comienzos: “Al principio no teníamos dónde celebrar nuestras reuniones. Pero como éramos tan pocos, nos reuníamos donde se alojaban los misioneros. Después se alquiló una casa de dos plantas, y allí acudíamos regularmente de treinta a cuarenta personas”.

      Aquellos tres jóvenes fueron los primeros nicaragüenses que acompañaron a los misioneros en el ministerio, primero en Managua y luego en los alrededores.

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