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NicaraguaAnuario de los testigos de Jehová 2003
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Por ejemplo, el 7 de febrero de 1985, Guillermo Ponce, un precursor regular de Managua que contaba 20 años, se dirigía a dar clases bíblicas en los hogares cuando la policía lo detuvo. Como no tenía carné militar, lo enviaron a un campo de instrucción. Pero en vez de tomar las armas, Guillermo comenzó a predicar a los jóvenes reclutas. Al ver aquello, uno de los comandantes le dijo bruscamente: “Esto no es una iglesia; es un campamento militar. ¡Aquí nos obedecerá a nosotros!”. Guillermo le citó las palabras de Hechos 5:29: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. El enfadado comandante, un instructor militar cubano, le quitó la Biblia y le dijo en son de amenaza: “Hablaremos esta noche”, lo que quería decir que Guillermo sería sometido a una forma de tortura psicológica destinada a minar su voluntad.
Por fortuna, el comandante no cumplió su amenaza. Sin embargo, tres días más tarde, a Guillermo lo trasladaron a una prisión en la que pasó los siguientes nueve meses en las condiciones más rudimentarias. Aun así, continuó siendo precursor, dirigía estudios bíblicos e incluso celebraba reuniones dentro de la cárcel. Posteriormente, en aquel difícil período, Guillermo se convirtió en una valiosa ayuda para el Comité del País.
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NicaraguaAnuario de los testigos de Jehová 2003
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Giovanni Gaitán, de dieciocho años, soportó dicho tratamiento. Lo reclutaron a la fuerza poco antes de la asamblea de distrito de diciembre de 1984 —en la que había esperado bautizarse—, y lo enviaron a un campo de instrucción militar. Allí, durante cuarenta y cinco días, los soldados trataron de obligarlo a que aprendiera a utilizar un rifle y a combatir en la selva. Pero en armonía con su conciencia educada por la Biblia, Giovanni se negó a ‘aprender la guerra’ (Isa. 2:4). No vistió el uniforme militar ni tomó las armas. No obstante, lo obligaron a marchar con los soldados por los siguientes dos años y tres meses.
Giovanni relata: “Me mantuve fuerte orando incesantemente, meditando sobre lo que había aprendido en el pasado y predicando a cualquier soldado que mostrara interés. Solía recordar las palabras del salmista: ‘Alzaré mis ojos a las montañas. ¿De dónde vendrá mi ayuda? Mi ayuda viene de Jehová, el Hacedor del cielo y de la tierra. No es posible que él permita que tu pie tambalee. A Aquel que te guarda no le es posible adormecerse’” (Sal. 121:1-3; 1 Tes. 5:17).
Aunque se vio obligado a estar en medio de los combates en casi cuarenta ocasiones, Giovanni salió ileso. Se bautizó el 27 de marzo de 1987 —después de su liberación—, y al poco tiempo se hizo precursor.
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