-
Me siento a salvo porque confío en JehováLa Atalaya (estudio) 2023 | noviembre
-
-
NOS PERSIGUEN EN NÍGER
Cuando era precursor especial en Niamey (Níger).
En agosto de 1968, tan solo unos meses después de llegar a Kano, a otros dos precursores especiales y a mí nos enviaron a Niamey, la capital de la República de Níger, en África Occidental. Rápidamente comprobamos por nosotros mismos que Níger es uno de los lugares más calurosos del mundo. Además de tener que acostumbrarnos al calor, tuvimos que aprender francés, que es el idioma oficial. A pesar de esos desafíos, confiamos en Jehová y empezamos a predicar en la capital con los pocos publicadores que vivían allí. En poco tiempo, casi todas las personas de Niamey que sabían leer tenían el libro que usábamos para estudiar la Biblia: La verdad que lleva a vida eterna. De hecho, había gente que venía a buscarnos para pedirnos un ejemplar.
No tardamos mucho en darnos cuenta de que las autoridades no veían con buenos ojos a los testigos de Jehová. En julio de 1969 celebramos la primera asamblea de circuito del país, con una asistencia de unos 20. Estábamos muy emocionados porque se iban a bautizar dos publicadores. Pero el primer día de la asamblea llegó la policía e interrumpió el programa. Se llevaron a la estación de policía al superintendente de circuito y a los precursores especiales. Allí nos interrogaron y después nos ordenaron que regresáramos al día siguiente. Como era evidente que íbamos a tener problemas con las autoridades, organizamos el discurso de bautismo en una casa y después los candidatos se bautizaron en un río sin llamar mucho la atención.
Al cabo de unas semanas, el Ministerio del Interior nos expulsó del país a mí y a otros cinco precursores especiales. Nos dieron 48 horas para abandonar Níger y tuvimos que hacerlo por nuestra cuenta. Obedecimos y fuimos directamente a la sucursal de Nigeria. Desde allí, nos enviaron a otros lugares.
A mí me asignaron a un pueblo de Nigeria llamado Orisunbare. Allí pude disfrutar de la predicación con el pequeño grupo de publicadores locales y dirigir algunos cursos de la Biblia. Pero, seis meses después, la sucursal me invitó a regresar a Níger; esta vez, yo solo. Al principio, esa invitación me sorprendió y debo decir que me preocupó. Pero la verdad es que tenía muchas ganas de volver a ver a los hermanos de Níger.
Regresé a Niamey. El día después de mi llegada, un hombre de negocios de Nigeria se dio cuenta de que yo era Testigo y empezó a hacerme muchas preguntas sobre la Biblia. Estudiamos juntos, y después de dejar de fumar y superar su problema con la bebida se bautizó. Luego también tuve el honor de predicar en distintas zonas del país y ver como poco a poco las personas iban aceptando la verdad. Cuando llegué a Níger, había 31 Testigos; cuando me fui, había 69.
-