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Piedras mudas que hablan¡Despertad! 1987 | 8 de febrero
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Una religión sanguinaria
Era en estos lugares de adoración donde se ejecutaban sacrificios humanos, y estos sacrificios han marcado a la religión de los aztecas como una religión sanguinaria. No obstante, al comparar esa religión con la de hoy día, el comentario de Dominique Verut es digno de notar: “La civilización azteca arrastra consigo el horror de institucionalización del sacrificio humano, fenómeno cultural que ha tenido muchos defensores, pero sigue causando repulsión a sus enemigos, olvidadizos de la Santa Inquisición, [y] del nazismo”.
Sin embargo, uno no puede evitar sentir escalofríos al mirar la piedra sacrificatoria frente al oratorio de Huitzilopochtli. Era en la superficie plana de esta piedra donde se acostaba a la víctima, mirando hacia arriba, lista para arrancarle el corazón y ofrecerlo a los dioses.
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Piedras mudas que hablan¡Despertad! 1987 | 8 de febrero
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Comparaciones: antiguas y modernas
Los lectores de la Biblia son conscientes de que los sacrificios humanos con frecuencia han sido parte de la adoración falsa. Los cananeos, y a veces hasta los israelitas apóstatas, sacrificaban sus hijos a dioses demonios. (2 Reyes 23:10; Jeremías 32:35.) Los aztecas también practicaban el sacrificio de niños. El libro El Templo Mayor dice que se hallaron “restos de niños sacrificados, junto a representaciones del dios de la lluvia. ¿Se trata de una ofrenda especial con motivo de la hambruna?”.
En la página 219, el mismo libro añade: “En el libro Monarquía Indiana, fray Juan de Torquemada dice: ‘Llevaban estos niños al lugar del sacrificio muy compuestos de ricos atavíos, puestos en unas andas o literas, ricamente aderezados de plumas y flores, las cuales llevaban sobre sus hombros los sacerdotes y ministros, e iban cantando, tañendo y bailando delante de ellos, y de esta manera procedían hasta el lugar donde habían de ser sacrificados y ofrecidos al demonio’”.
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