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La guerra nuclear: ¿sigue siendo una amenaza?¡Despertad! 2004 | 8 de marzo
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La guerra nuclear: ¿sigue siendo una amenaza?
De nuestro corresponsal en Japón
“Toda persona capaz de pensar teme la guerra nuclear, y todo estado tecnológico la está planeando. Cada cual sabe que es una locura, y cada nación tiene una excusa.”—Carl Sagan, astrónomo.
EL 6 DE AGOSTO DE 1945, un bombardero estadounidense lanzó una bomba atómica sobre Hiroshima (Japón) que causó al instante una enorme cantidad de víctimas mortales y arrasó gran parte de la ciudad. Era la primera vez que se empleaba un arma de este tipo en combate. La explosión devastó por completo 13 kilómetros cuadrados del casco urbano, que contaba con 343.000 habitantes. Más de dos tercios de las edificaciones fueron destruidas, y al menos 70.000 ciudadanos perdieron la vida y 69.000 resultaron heridos. Tres días después se lanzó una segunda bomba atómica, esta vez sobre Nagasaki, que dejó un saldo de 39.000 muertos y 25.000 heridos. La mitad de los edificios quedaron destruidos o dañados. Nunca antes en la historia se había utilizado un explosivo tan potente. El mundo ya no sería el mismo: había comenzado la era nuclear. Unos años después, países como Estados Unidos, la ex Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia y China produjeron un arma mucho más destructiva: la bomba de hidrógeno.
La rivalidad existente entre naciones comunistas y no comunistas, conocida como Guerra Fría, incentivó el diseño de armamento nuclear y sistemas de lanzamiento más avanzados. El mundo quedó aterrorizado con la aparición del misil balístico intercontinental (ICBM, por sus siglas en inglés), un proyectil con carga nuclear que podía alcanzar en cuestión de minutos —en lugar de horas— un objetivo situado a más de 5.600 kilómetros de distancia. En los submarinos se instalaron suficientes misiles nucleares como para destruir 192 diferentes blancos. En un momento dado, el arsenal nuclear alcanzó las 50.000 ojivas. Durante la Guerra Fría, la humanidad estuvo al borde de lo que algunos denominaron un Armagedón nuclear, una guerra sin vencedores.
El fin de la Guerra Fría
En la década de 1970, las relaciones políticas se distendieron, “como demostraron los acuerdos SALT I y II [siglas en inglés de las Conversaciones para la Limitación de Armas Estratégicas], en los cuales las dos superpotencias establecieron un límite a la cantidad de misiles antibalísticos y misiles estratégicos con capacidad nuclear”, indica The Encyclopædia Britannica. A finales de los ochenta, la Guerra Fría fue poco a poco llegando a su fin.
“El fin de la Guerra Fría alimentó las esperanzas de ver el cese de la carrera de armamento nuclear que por tanto tiempo había enfrentado a Estados Unidos y Rusia”, señala un informe de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. Las negociaciones sobre el desarme nuclear han conducido al desmantelamiento de cientos de arsenales nucleares en los últimos años. En 1991, la Unión Soviética y Estados Unidos firmaron el Tratado para la Reducción y Limitación de Armas Estratégicas Ofensivas, que obligó a estas dos superpotencias nucleares no tan solo a limitar, sino a reducir por primera vez en la historia el número de ojivas estratégicas listas para su lanzamiento hasta quedarse con 6.000 unidades por bando. A finales de 2001, ambos países aseguraron haber cumplido los términos del acuerdo. Además, en 2002 se firmó el Tratado de Moscú, que obliga a seguir con la reducción del arsenal durante los siguientes diez años hasta llegar a una cantidad de entre 1.700 y 2.200 unidades.
Sin embargo, pese a tales acuerdos, “no debemos confiarnos, pensando que la amenaza de una guerra nuclear ha desaparecido —apuntó Kofi Annan, secretario general de la ONU—. Al comienzo del siglo XXI, este tipo de conflicto todavía sigue siendo una posibilidad muy real y aterradora”. Lamentablemente, hoy día persiste la amenaza de un desastre nuclear mucho peor que el de Hiroshima y Nagasaki. Ahora bien, ¿de dónde proviene la amenaza? Y, más importante aún, ¿puede evitarse?
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La guerra nuclear: ¿de dónde proviene la amenaza?¡Despertad! 2004 | 8 de marzo
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La guerra nuclear: ¿de dónde proviene la amenaza?
“La posibilidad de una hecatombe nuclear es real. Puede producirse hoy mismo [...] aunque la Guerra Fría terminó hace más de diez años.”—Robert S. McNamara, ex secretario de Defensa estadounidense, y James G. Blight, profesor de Relaciones Internacionales del Instituto Watson de Estudios Internacionales.
CUANDO en 1991 terminó la Guerra Fría, las manecillas del famoso reloj del fin del mundo se atrasaron a diecisiete minutos antes de la “medianoche”. Este reloj, que aparece en la portada del Bulletin of the Atomic Scientists, se utiliza para representar lo cerca que se encuentra la humanidad de una guerra nuclear (la “medianoche”). En aquel entonces, el minutero se situó lo más lejos de la medianoche que jamás ha estado desde la primera aparición del reloj en 1947. Sin embargo, desde 1991, el minutero ha ido avanzando. Por ejemplo, en febrero del año 2002 se colocó a siete minutos de la fatídica hora, lo que supuso el tercer avance desde el fin de la Guerra Fría.
¿Por qué decidieron adelantar el reloj los editores de esa revista científica? ¿Por qué creen que la guerra nuclear sigue siendo una amenaza? ¿Y de dónde proviene la amenaza contra la paz?
El secreto de la “reducción”
“Todavía hay más de treinta y un mil armas nucleares”, afirma el Bulletin of the Atomic Scientists. Y añade: “El 95% está en Estados Unidos y Rusia, y más de dieciséis mil están listas para utilizarse”. Puede que algunos perciban una aparente contradicción en la cantidad de cabezas nucleares. ¿Acaso no han declarado estas superpotencias que ya han reducido su arsenal a 6.000 unidades cada una?
Pues bien, he aquí el secreto de la “reducción”. Un informe de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional explica: “El inventario de 6.000 ojivas se basa en unas reglas específicas aceptadas en el tratado START [siglas en inglés de las Conversaciones para la Reducción de Armas Estratégicas]. Ambos países pueden conservar miles de armas tácticas y de reserva” (cursivas nuestras). Según el Bulletin of the Atomic Scientists, “muchas, por no decir la mayoría, de las ojivas que Estados Unidos ha retirado de su arsenal activo no van a ser desmanteladas, sino que se almacenarán junto a las 5.000 que ya están en reserva”.
Así que además de los miles de armas nucleares estratégicas que todavía hay en reserva listas para su uso —y que pueden lanzarse directamente de un continente a otro—, existen miles de ojivas nucleares más, así como armas nucleares tácticas diseñadas para alcanzar objetivos más cercanos. No cabe la menor duda: los arsenales de las dos superpotencias nucleares todavía tienen capacidad de sobra para aniquilar varias veces a la población mundial. Semejante cantidad de armamento presenta además otro peligro: el lanzamiento de misiles nucleares por error.
Guerra nuclear por accidente
Según indican Robert S. McNamara y James G. Blight, citados anteriormente, “el arsenal nuclear de Estados Unidos está controlado por una estrategia llamada ‘lanzamiento ante alerta’”. ¿En qué consiste? “Nuestras ojivas están listas para ser lanzadas mientras las rusas se hallan en el aire —explican—. De acuerdo con esta estrategia, nuestros misiles tienen que salir en menos de quince minutos desde la primera alerta de ataque ruso.” Un oficial estadounidense que estuvo a cargo del lanzamiento de misiles nucleares estratégicos afirmó: “Casi todos los misiles instalados en tierra pueden lanzarse en dos minutos”.
En este estado de alerta de disparo inmediato, una falsa alarma puede provocar el lanzamiento de misiles por accidente. “No sería la primera vez —explica la revista U.S.News & World Report— que durante unas maniobras con armamento nuclear realizadas por Estados Unidos se ordene por error un lanzamiento real.” Este tipo de falsas alarmas también se han producido en Rusia. Cuando un cohete de investigación noruego provocó una falsa alarma en 1995, el presidente ruso comenzó a activar los códigos de lanzamiento de misiles nucleares.
Esta estrategia de lanzamiento inmediato coloca una enorme presión en quienes toman las decisiones. Afortunadamente, hasta ahora, tales personas se han dado cuenta de las falsas alarmas y no se ha iniciado una guerra nuclear. Aludiendo a un incidente de 1979, cierto investigador dijo: “Lo que detuvo [el lanzamiento de] los misiles estadounidenses fueron nuestros satélites de observación, según los cuales no había misiles soviéticos en el aire”. Sin embargo, tales satélites se deterioran con el tiempo. A los investigadores y analistas les preocupa que “la mayoría de los satélites de observación rusos hayan dejado de funcionar o se hayan desviado de su órbita”. Por consiguiente, como señaló hace unos años cierto vicealmirante estadounidense retirado, “el riesgo de que un malentendido, un accidente o un oficial poco competente provoque un ataque preventivo o un lanzamiento de misiles sigue siendo tan elevado como siempre”.
Los nuevos miembros del club nuclear
Aunque los principales arsenales nucleares pertenecen a Estados Unidos y Rusia, existen otras naciones con un poderío similar: China, Francia y Gran Bretaña. A estas potencias nucleares declaradas, que forman el club nuclear, recientemente se les unieron dos nuevos miembros: India y Paquistán. Además de estos países, existen otros, como Israel, de los que se rumorea que van tras la posesión de armas nucleares o que estas incluso ya obran en su poder.
Un conflicto político en el que estuviera implicado uno de los socios del club, incluido cualquiera de los nuevos miembros, podría desencadenar un conflicto nuclear. “La crisis entre la India y Paquistán [...] ilustra lo cerca que han estado dos países de la guerra nuclear desde la crisis de los misiles cubanos”, señala el Bulletin of the Atomic Scientists. La tensión mundial de principios del año 2002 hizo que para mucha gente, el estallido de un conflicto nuclear se convirtiera en una posibilidad muy real.
La fabricación de otras armas de destrucción masiva también ha aumentado las posibilidades de usar la bomba nuclear. Al comentar un informe secreto del Pentágono, The New York Times mencionó que “el empleo de armas nucleares para acabar con el armamento de destrucción masiva del enemigo, como las armas biológicas y químicas”, puede que forme parte de la estrategia nuclear estadounidense.
Los atentados terroristas perpetrados en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001 revelaron al mundo otra amenaza nuclear. Muchos creen que las organizaciones terroristas están tratando de desarrollar armas de ese tipo, si es que no las tienen ya en sus manos. ¿Cómo es posible?
Terroristas y “bombas sucias”
¿Puede construirse una bomba nuclear con material conseguido en el mercado negro? Según la revista Time, sí es posible. Esta informó sobre un equipo creado para prevenir el terrorismo nuclear, el cual, hasta ahora, “ha montado más de una docena” de bombas caseras utilizando “componentes obtenidos en tiendas de electrónica y el tipo de combustible nuclear que se vende en el mercado negro”.
Debido al desarme y al desmantelamiento de armas nucleares, ha aumentado el peligro de que se produzcan robos de material nuclear. “Los miles de armas nucleares rusas que se extraen de misiles, bombarderos y submarinos muy vigilados y se guardan en otros lugares menos seguros suponen una tentación para los ambiciosos terroristas”, señala la revista Time. Si las piezas de tales armas caen en manos de un pequeño grupo que las vuelve a ensamblar, dicho grupo pronto podría formar parte del club nuclear.
La revista Peace asegura que no hace falta ni siquiera montar una bomba para ingresar en el club. Todo lo que se necesita es suficiente uranio o plutonio fisionable. Dicha publicación señala: “Los terroristas que posean uranio apto para armas modernas pueden causar fácilmente una explosión dejando caer una mitad del material sobre la otra mitad”. ¿Cuánto material nuclear enriquecido se necesita? Según la revista, “basta con tres kilos”. Pues bien, esta fue aproximadamente la cantidad que se confiscó en 1994 a unos contrabandistas detenidos en la República Checa.
Los desechos nucleares pueden convertirse en otra clase de armamento nuclear. “Lo que de veras preocupa a los especialistas es la combinación letal de residuos radiactivos y explosivos convencionales”, afirma la revista The American Spectator. Este tipo de armas de dispersión radiactiva se conocen como bombas sucias. ¿Qué peligro conllevan? Tales bombas utilizan “potentes explosivos convencionales para esparcir material muy radiactivo con el fin de contaminar el objetivo y no de destruirlo con la explosión y el calor”, explica el rotativo IHT Asahi Shimbun. Y añade: “Los efectos en el ser humano pueden variar desde una enfermedad por radiación hasta una muerte lenta y agonizante”. Aunque hay quienes aseguran que la utilización de residuos nucleares de fácil acceso no causaría mucho daño, el hecho de que en el mercado negro exista material nuclear enriquecido preocupa a muchas personas. Según una reciente encuesta mundial, más del sesenta por ciento de los entrevistados creen que en los próximos diez años se producirá algún acto de terrorismo nuclear.
Sin lugar a dudas, la amenaza nuclear sigue siendo real en el mundo de hoy. El semanario británico The Guardian Weekly, del 16 al 22 de enero de 2003, señaló: “La posibilidad de que Estados Unidos recurra a su arsenal nuclear es mayor que nunca desde los días más sombríos de la Guerra Fría. [...] Esta nación está cada vez más inclinada a iniciar una guerra nuclear”. Por consiguiente, es razonable preguntar: ¿Puede evitarse una guerra de este tipo? ¿Existe alguna esperanza de librar al mundo de la amenaza nuclear? El próximo artículo analizará estas cuestiones.
[Recuadro de la página 6]
¿Una segunda era nuclear?
El columnista Bill Keller (actual editor ejecutivo de The New York Times) dijo en The New York Times Magazine que las naciones han entrado en una segunda era nuclear. La primera terminó en enero de 1994, cuando Ucrania aceptó entregar las armas que heredó de la ex Unión Soviética. ¿Por qué habló Keller de una segunda era nuclear?
“La segunda era nuclear fue anunciada por el estruendo que provocaron en el desierto de Rajastán las cinco bombas de prueba detonadas en 1998 por el recién nombrado gobierno nacionalista de la India. Dos semanas después, Paquistán hizo lo mismo.” ¿Por qué fueron diferentes estos ensayos a los de la anterior era nuclear? “Eran armas nucleares destinadas a un blanco específico”, explicó el columnista.
¿Puede sentirse el mundo más seguro al contar con dos nuevos miembros del club nuclear? Keller añadió: “Cada vez que un nuevo país cuenta con armamento nuclear, se incrementa el peligro de guerra con otro estado nuclear” (“The Thinkable” [Lo imaginable], The New York Times Magazine, 4 de mayo de 2003, pág. 50).
La situación se agrava con las noticias de que Corea del Norte tal vez cuente con “suficiente plutonio para fabricar en breve seis nuevas bombas atómicas. [...] Cada día aumenta el riesgo de que este país consiga sus armas nucleares e incluso pruebe una para demostrar su eficacia” (The New York Times, 18 de julio de 2003).
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La guerra nuclear: ¿puede evitarse?¡Despertad! 2004 | 8 de marzo
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La guerra nuclear: ¿puede evitarse?
“Ellos mismos se apacentarán y realmente se echarán estirados, y no habrá nadie que los haga temblar.” (Sofonías 3:13.)
TODOS anhelamos un mundo libre de la amenaza nuclear. Sin embargo, la situación actual genera bastante pesimismo. “La idea de controlar, reducir y finalmente eliminar las armas nucleares está perdiendo importancia en Estados Unidos y la comunidad internacional”, observa The Guardian Weekly.
Con todo, hay quien señala las iniciativas que han emprendido los gobiernos al respecto. Por ejemplo, se calcula que tan solo Estados Unidos gastó 2.200 millones de dólares en un año para evitar la guerra nuclear, una cantidad nada despreciable. No obstante, la misma nación gasta 27.000 millones de dólares al año con el fin de equiparse para la guerra nuclear, un hecho que incomoda a muchas personas.
Ahora bien, ¿qué puede decirse de los tratados de paz? ¿Pueden estos generar esperanza?
Los tratados para el control de armas nucleares
Desde la aparición de la bomba atómica se han firmado diversos tratados para controlar o limitar las armas nucleares, como el Tratado de No Proliferación Nuclear, el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares y los que se suscribieron a raíz de las Conversaciones para la Limitación de Armas Estratégicas y las Conversaciones para la Reducción de Armas Estratégicas. ¿No han logrado estos acuerdos eliminar la amenaza nuclear?
Todo tratado se basa en una promesa entre las partes firmantes. Por ejemplo, el éxito del Tratado de No Proliferación Nuclear, firmado en 1970 y suscrito desde diciembre del año 2000 por 187 naciones, depende de la buena voluntad de sus integrantes, tengan o no arsenal nuclear. Dicho acuerdo prohíbe a los países fuera del club nuclear que desarrollen o adquieran armamento nuclear y también obliga a las potencias nucleares a tratar de eliminar su propio arsenal. ¿Se han obtenido buenos resultados? “Aunque es evidente que el método de control que establece el tratado no es infalible, ha servido para impedir que la tecnología y las instalaciones nucleares destinadas a fines civiles y colocadas bajo salvaguardias reciban otros usos”, explica Carey Sublette en el documento “Preguntas comunes sobre armas nucleares”.
Sin embargo, aunque el tratado ha producido algunos resultados positivos, “no ha [...] disuadido a varias naciones de tratar de conseguir tales armas, en ocasiones con éxito”, reconoce Sublette. De todos modos, él también admite que para lograrlo han tenido que recurrir a programas secretos realizados fuera de las instalaciones controladas por el Tratado de No Proliferación. Así pues, la eficacia de un tratado depende de la honradez de las partes implicadas. Pero ¿podemos aceptar así como así las promesas de los hombres? Por los hechos que narra la historia, la respuesta es evidente.
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