Por eso, ¡qué terrible sacudida tiene que haber sido el que recibiera este mandato!: “Toma, por favor, a tu hijo, a tu hijo único a quien amas tanto, a Isaac, y haz un viaje a la tierra de Moria, y allí ofrécelo como ofrenda quemada sobre una de las montañas que yo te designaré”. (Génesis 22:1, 2.)

18. ¿Cómo respondió Abrahán al mandato de Jehová de que sacrificara a Isaac?

¹⁸ Tiene que habérsele hecho difícil a Abrahán entender por qué se le daba aquel doloroso mandato. Sin embargo, desplegó su acostumbrada presta obediencia. (Génesis 22:3.) Le tomó tres días angustiosos llegar a la montaña escogida. Allí construyó un altar y puso leña encima. Para entonces tiene que haber explicado a Isaac el mandato de Dios, e Isaac pudo haber huido fácilmente. En vez de eso, Isaac permitió que su anciano padre le atara manos y pies y lo colocara sobre el altar. (Génesis 22:4-9.) ¿A qué podemos atribuir tal obediencia?

19. a) ¿A qué podemos atribuir la valerosa sumisión de Isaac? b) ¿En qué sentido es una lección para las familias cristianas de hoy día la relación entre Abrahán e Isaac?

¹⁹ Abrahán había cumplido fielmente con sus responsabilidades respecto a Isaac, como se describe en Génesis 18:19.

Entonces llegó la culminación de la prueba. Abrahán empuñó el cuchillo de degüello. Pero cuando se disponía a matar a su hijo, Jehová lo detuvo y le dijo: “Ahora sé de veras que eres temeroso de Dios, puesto que no has retenido de mí a tu hijo, tu único”. (Génesis 22:11, 12.) ¡Qué espléndida fue la recompensa de Abrahán al oír a Dios mismo declarar que él era justo! Ahora podía estar seguro de que había actuado a la altura de lo que Dios requiere de un humano imperfecto.