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Ungido, ungirPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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En la ley mosaica se daba la fórmula para la preparación del aceite de la unción. Era una composición especial de los ingredientes más selectos: mirra, canela aromática, cálamo aromático, casia y aceite de oliva. (Éx 30:22-25.) Usar esta mezcla para propósitos comunes o no autorizados era una ofensa capital. (Éx 30:31-33.) Esto demostraba figuradamente la importancia y santidad de un nombramiento confirmado por la unción con aceite sagrado.
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Ungüentos y perfumesPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Incienso y aceite de unción santo. El primer ungüento que se menciona en la Biblia fue el aceite de unción santo que se empleaba para santificar los artículos del tabernáculo dedicados y su sacerdocio. (Éx 30:25-30.) La utilización personal de este ungüento especial estaba prohibido bajo pena de muerte. Esta ley muestra la santidad que conllevaba el tabernáculo y los que allí oficiaban. (Éx 30:31-33.)
Jehová reveló a Moisés la forma de elaborar el aceite de unción santo. Tan solo podían emplearse “los perfumes más selectos”: mirra, canela aromática, cálamo aromático, casia y el aceite de oliva más puro, cada uno de ellos en cantidades específicas. (Éx 30:22-24.) De igual manera, Jehová dio la fórmula para el incienso santo, pues no se trataba meramente de una sustancia que quemara y echara humo, sino de un incienso perfumado especial. (Éx 30:7; 40:27; Le 16:12; 2Cr 2:4; 13:10, 11.) Para su elaboración se empleaban cantidades específicas de gotas de estacte, uña olorosa, gálbano perfumado y olíbano puro, y Dios dijo después que era “una mezcla de especias, obra de ungüentario, sazonado con sal, puro, cosa santa”. Parte de este incienso se convertía en polvo finísimo y es probable que se cribara para obtener un producto uniforme, adecuado para su utilización especial. Su empleo para uso privado era un delito que merecía la pena capital. (Éx 30:34-38.)
Para hacer el aceite de unción y el incienso santo, se utilizaba aceite balsámico fragante. (Éx 25:6; 35:8, 28.) Parece razonable suponer que los agentes perfumados que se empleaban en la elaboración del ungüento santo se reducían a polvo, se hervían en el aceite (compárese con Job 41:31) y luego se dejaban asentar antes de que el aceite se apartara y se filtrara.
La elaboración del aceite de unción y del incienso perfumado no era un asunto de experimentación, pues desde el principio Jehová dijo: “En el corazón de todos los que son sabios de corazón de veras pongo sabiduría, para que verdaderamente hagan [...] el aceite de la unción y el incienso perfumado para el santuario”. (Éx 31:6-11; 35:10-15; 37:29; 39:33, 38.) Por consiguiente, se designó a algunos sacerdotes ungüentarios encargados de la elaboración, supervisión y reposición de estos artículos. (1Cr 9:30; Nú 4:16.) No obstante, cuando Israel se apartó de la adoración verdadera, Jehová dejó de complacerse en estos ungüentos e inciensos especiales. (Isa 1:13.)
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