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Prosperidad espiritual durante la vejezLa Atalaya 2007 | 1 de junio
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“Siempre que se trate de algo espiritual y yo pueda estar ahí, no me lo pierdo.” Este es el lema de Jean, una cristiana viuda con más de 80 años. “Claro, tengo mis momentos de tristeza —prosigue—, pero ¿por qué deberían estar tristes los demás cuando yo lo estoy?” Entonces, con ojos fulgurantes, expresa el gozo que le produce visitar otros países para asistir a actividades edificantes en sentido espiritual. En un viaje reciente les dijo a los que iban con ella: “Ya no quiero ver más castillos. ¡Lo que quiero es salir a predicar!”. Aunque no conocía el idioma local, Jean pudo despertar el interés de algunas personas por el mensaje bíblico. Además, durante varios años apoyó a una congregación que necesitaba ayuda, aun cuando eso le supuso aprender otro idioma y viajar una hora de ida y otra de vuelta para asistir a las reuniones.
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Prosperidad espiritual durante la vejezLa Atalaya 2007 | 1 de junio
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Harry, que ya tiene 87 años, nos explica lo que a él lo impulsa: “Me gustaría emplear el resto de mis años siendo lo más útil posible en el servicio a Jehová”. Fred, mencionado antes, se siente muy satisfecho cumpliendo con su asignación en Betel. “Uno tiene que encontrar cómo puede servir mejor a Jehová, y entonces hacerlo contra viento y marea”, recomienda Fred.
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