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¿Años dorados?¡Despertad! 2006 | febrero
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¿Años dorados?
SON las 6.30 de una fría mañana de invierno en Soweto (Sudáfrica). Evelyn sabe que es hora de salir de la cama.a Pero también sabe que su casa no cuenta con calefacción central, así que levantarse supondrá una auténtica tortura.
Evelyn coloca cuidadosamente sus rodillas con artritis sobre el borde de la cama. Se sienta y espera a que, poco a poco, remita el dolor en las piernas. Entonces, ayudándose con las manos, se levanta entre lamentos y, con las manos en las caderas, como un “saltamontes [que] se arrastra”, va cojeando lentamente hasta el baño (Eclesiastés 12:5).b
“¡Lo logré!”, se dice a sí misma. No solo ha despertado para ver un nuevo día; también ha conseguido mover su adolorido cuerpo.
Pero a Evelyn le preocupa algo más: “Que me falle la mente”. Aunque de vez en cuando pierde las llaves, su cerebro todavía funciona bien. “Oro para no perder la lucidez como les pasa a algunas personas mayores”, señala.
En su juventud, Evelyn nunca pensó en la vejez. Pero, sin apenas darse cuenta, el tiempo pasó, y ahora su cuerpo no deja de recordarle que tiene 74 años.
A diferencia de Evelyn, algunos mayores tal vez vean esta etapa como los años dorados de su vida, pues gozan de relativa buena salud y carecen de grandes preocupaciones. Quizá su caso sea similar al del patriarca Abrahán, quien alcanzó una “buena vejez, viejo y satisfecho” (Génesis 25:8). Sin embargo, otros ancianos sufren “malos tiempos” y solo pueden decir: “No disfruto la vida ahora” (Eclesiastés 12:1, La Palabra de Dios para Todos, nota). Como en cierta encuesta muchas personas hablaron negativamente de la jubilación, la revista Newsweek propuso llamar a esta etapa, más bien, los “años sombríos”.
Y usted, ¿cómo ve la vejez? ¿Qué problemas plantea a las personas mayores? ¿Es inevitable el deterioro mental en la tercera edad? ¿Cómo se puede conseguir paz interior en esta etapa de la vida?
[Notas]
a En esta serie de artículos se han cambiado algunos nombres.
b Este fragmento del antiguo libro bíblico de Eclesiastés se considera desde hace tiempo una acertada descripción poética de las dificultades de la vejez.
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Dificultades de la edad avanzada¡Despertad! 2006 | febrero
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Dificultades de la edad avanzada
“ALGUNOS llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los ochenta, si las fuerzas nos acompañan. Tantos años de vida, sin embargo, sólo traen pesadas cargas y calamidades: pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros.” (Salmo 90:10, Nueva Versión Internacional.) Este fragmento de un poema escrito hace tres milenios confirma que envejecer siempre ha sido un reto. Pese a los notables avances médicos actuales, todavía existen ciertos aspectos de la edad avanzada que constituyen “pesadas cargas y calamidades”. ¿Cuáles son estas, y cómo las sobrellevan algunos?
Envejecimiento y lucidez
“Mi mayor miedo es perder la lucidez”, confesó Hugo, de 79 años. Como a mucha gente mayor, a Hugo le asustaba el hecho de que se le olvidaran las cosas. Le preocupaba que pudiera estar perdiendo el control de lo que un poeta del pasado llamó “el tazón de oro”, el valioso cerebro en el que se almacenan los preciados recuerdos (Eclesiastés 12:6). Hugo preguntó: “¿Es el deterioro mental una parte inevitable del envejecimiento?”.
Si, al igual que Hugo, usted nota que olvida nombres o le inquieta que ciertas lagunas en su memoria sean los primeros indicios de un serio deterioro mental, cálmese: los olvidos son comunes en todas las edades, y los cambios que las personas mayores experimentan en sus funciones mentales no suelen deberse a la demencia senil.a Aunque es habitual que la memoria se resienta un poco en la vejez, “la mayoría de las personas mayores conservan sus facultades mentales”, asegura el doctor Michael T. Levy, jefe del Departamento de Ciencias del Comportamiento del Hospital Universitario de Staten Island (Nueva York).
Es cierto que los jóvenes suelen recordar datos específicos con más rapidez. No obstante, “si se deja a un lado el cronómetro —dice el neurólogo Richard Restak—, las personas de edad avanzada pueden hacerlo tan bien como los jóvenes”. Es más, con las técnicas adecuadas y con práctica, el cerebro de la gente mayor sana es capaz de seguir aprendiendo, recordando e incluso mejorando determinadas destrezas.
Pérdida de memoria y enfermedades tratables
¿Y si la persona tiene problemas de memoria más graves? Aun en este caso, no tiene que concluir automáticamente que padece demencia senil. Hay multitud de dolencias tratables propias de la tercera edad que pueden afectar a la memoria y provocar una confusión repentina inusual. A menudo, hasta profesionales médicos mal informados atribuyen erróneamente estos trastornos a la vejez o a la senilidad. Este diagnóstico, aparte de mortificar a los pacientes de edad avanzada, evita que reciban el tratamiento médico conveniente. ¿Cuáles son algunos de dichos trastornos?
Los episodios repentinos de confusión pueden deberse a desnutrición, deshidratación, anemia, lesiones en la cabeza, problemas de tiroides, falta de vitaminas, efectos secundarios de algún medicamento o incluso a un cambio en el entorno. Es bien sabido que las infecciones también tienen un efecto desorientador en las personas mayores. La tensión prolongada, por otra parte, puede afectar a la memoria, y la depresión puede igualmente provocar pérdida de memoria y confusión en los ancianos. Así pues, “no debe quitarse importancia a ningún súbito estado de confusión pensando que se trata de una inevitable consecuencia de la edad”, advierte el doctor Levy. Un minucioso examen médico permitirá determinar la verdadera causa de esos síntomas.
Depresión
La depresión no es una novedad para los seres humanos, ni siquiera para los siervos fieles de Dios. Hace casi dos mil años, el apóstol Pablo tuvo que aconsejar a sus hermanos cristianos: “Hablen confortadoramente a las almas abatidas” (1 Tesalonicenses 5:14). Esta necesidad es todavía mayor en los estresantes tiempos que corren. Es lamentable, pero en el caso de los mayores que padecen depresión, a menudo no se diagnostica el problema o el diagnóstico que se hace es erróneo.
La idea equivocada de que uno se vuelve triste y taciturno con la edad está tan extendida que muchas personas, incluidos los propios mayores, creen que estos síntomas son parte normal del envejecimiento. “Pero no es cierto —dice el libro Treating the Elderly (Cómo tratar a las personas mayores)— [...]. La depresión no constituye una parte del proceso normal de envejecer.”
A diferencia de los momentos de tristeza que todos experimentamos, la depresión clínica prolongada es una enfermedad grave con consecuencias potencialmente peligrosas, por lo que debe tratarse. De lo contrario, puede empeorar a tal grado que algunos pacientes sumamente angustiados recurran al suicidio. Por desgracia, la depresión en la tercera edad, “pese a ser la enfermedad psiquiátrica que mejor responde al tratamiento, es también la que puede resultar más letal”, explica el doctor Levy. Si el problema persiste, el paciente puede acabar necesitando los servicios de un profesional con experiencia en trastornos del estado de ánimo (Marcos 2:17).b
Quienes padezcan depresión pueden estar seguros de que “Jehová es muy tierno en cariño, y compasivo” (Santiago 5:11, nota). Además, “está cerca de los que están quebrantados de corazón” (Salmo 34:18). Nadie “consuela a los deprimidos” como él (2 Corintios 7:6, Nueva Biblia de los Hispanos).
Sentimientos de inutilidad
El fiel rey David oró hace más de tres mil años: “No me deseches en el tiempo de la vejez; justamente cuando mi poder está fallando, no me dejes” (Salmo 71:9). Aun hoy, en el siglo XXI, no es raro que las personas mayores teman que las dejen de considerar útiles. Las limitaciones que impone la mala salud fomentan unos sentimientos de inutilidad que, sumados a la jubilación forzosa, socavan fácilmente la autoestima de cualquiera.
No obstante, si en vez de pensar en lo que ya no podemos hacer, nos concentramos en lo que sí podemos, seguiremos sintiéndonos útiles y no perderemos la autoestima. A este respecto, un informe de las Naciones Unidas recomendaba ‘continuar progresando mediante el aprendizaje formal o informal, la colaboración con las organizaciones de la comunidad y la participación en actividades religiosas’. El ejemplo de un testigo de Jehová suizo llamado Ernest, que es maestro panadero retirado, ilustra bien los beneficios de ‘continuar progresando mediante el aprendizaje’. Con más de 70 años, decidió comprar una computadora y aprender a manejarla. ¿Qué lo impulsó a hacer algo que intimida a la mayoría de las personas de su generación? “En primer lugar, contribuye a que conserve la mente activa a medida que pasan los años. Y en segundo lugar, me mantengo al día con avances tecnológicos que me ayudan en mi estudio de la Biblia y en mis tareas en la congregación cristiana.”
Efectuar actividades productivas satisface muchas necesidades básicas de los mayores: su vida cobra sentido, se sienten realizados e incluso puede que ganen algún dinero. El sabio rey Salomón consideraba un don de Dios que el hombre pueda “regocijarse y hacer el bien durante la vida de uno; y también que todo hombre coma y realmente beba y vea el bien por todo su duro trabajo” (Eclesiastés 3:12, 13).
Hagamos lo que podamos
En muchas culturas, los ancianos son los encargados de transmitir el conocimiento y los valores morales y espirituales a las siguientes generaciones. El rey David escribió: “Ahora, que soy viejo y tengo canas, oh Dios, no me abandones para que anuncie tu poder a las generaciones venideras” (Salmo 71:18, Biblia de América).
¿Y qué hay de los mayores muy limitados por la salud u otras circunstancias? Tal era el caso de Sara, una testigo de Jehová de 79 años, quien le contó a un superintendente cristiano lo frustrada que se sentía. Este hermano le recordó el principio bíblico de que ‘el ruego de la persona justa tiene mucho vigor’ (Santiago 5:16). Luego le explicó: “Con el transcurso de los años has desarrollado una estrecha amistad con Dios. Ahora los demás podemos beneficiarnos de ella si oras por nosotros”. Sus siguientes palabras la animaron mucho: “Sara, en verdad necesitamos que ores por nosotros”.
Como bien comprendió Sara, orar es algo útil e importante que las personas de edad avanzada pueden hacer día y noche por los demás (Colosenses 4:12; 1 Timoteo 5:5). Además, esas oraciones ayudan a estos fieles siervos mayores a acercarse todavía más al “Oidor de la oración”, Jehová (Salmo 65:2; Marcos 11:24).
Las personas mayores que, pese a sus limitaciones, comparten altruistamente su experiencia y sus recursos con los demás son miembros valiosos de la comunidad. Demuestran que “la canicie es corona de hermosura cuando se halla en el camino de la justicia” (Proverbios 16:31).
Ahora bien, es posible que al ir envejeciendo nos preguntemos qué nos deparará el futuro. Siendo realistas, ¿podemos esperar una vida mejor al hacernos mayores?
[Notas]
a Según algunos investigadores, “casi el noventa por ciento de los mayores de 65 años no padecen demencia”. Para más información sobre el tratamiento de este trastorno, véase la serie de artículos titulada “La enfermedad de Alzheimer: cómo sobrellevarla”, del número del 22 de septiembre de 1998 de ¡Despertad!
b ¡Despertad! no recomienda ningún tratamiento en particular. Es responsabilidad de cada cristiano asegurarse de que su elección armonice con los principios bíblicos. Véase la serie de artículos “Los trastornos del estado de ánimo”, publicada en ¡Despertad! del 8 de enero de 2004.
[Comentario de la página 5]
Con frecuencia, los mayores sienten que se quedan atrás en el acelerado mundo actual
[Ilustración y recuadro de la página 7]
Cómo ayudar a los mayores
◼ Respete su dignidad. “No trates duramente a los ancianos. Exhórtalos, más bien, como harías con tu padre. [...] Trata a las ancianas como a madres.” (1 Timoteo 5:1, 2, La Biblia interconfesional.)
◼ Escúchelos con atención. “Tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira.” (Santiago 1:19.)
◼ Muéstreles empatía. “Todos ustedes sean de un mismo ánimo y parecer, compartiendo sentimientos como compañeros, teniendo cariño fraternal, siendo tiernamente compasivos, de mente humilde, no pagando daño por daño ni injuria por injuria.” (1 Pedro 3:8, 9.)
◼ Anímelos cuando lo necesiten. “Como manzanas de oro en entalladuras de plata es una palabra hablada al tiempo apropiado para ella.” (Proverbios 25:11.)
◼ Inclúyalos en sus actividades. “Sigan la senda de la hospitalidad.” (Romanos 12:13.)
◼ Ofrézcales ayuda práctica. “Cualquiera que tiene los medios de este mundo para el sostén de la vida, y contempla a su hermano pasar necesidad, y sin embargo le cierra la puerta de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad.” (1 Juan 3:17, 18.)
◼ Tenga gran paciencia. “Vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia.” (Colosenses 3:12.)
Al cuidar a las personas mayores, demostramos respeto por las normas de Dios, quien dice en su Palabra: “Tienes que mostrar consideración a la persona del envejecido” (Levítico 19:32).
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¡Jóvenes para siempre!¡Despertad! 2006 | febrero
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¡Jóvenes para siempre!
AL HOMBRE que estaba junto a Jesús no le quedaba mucho tiempo de vida. “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino”, suplicó, y Cristo le respondió: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso” (Lucas 23:42, 43). Es cierto que aquel hombre, a quien la Biblia no identifica, no estaba agonizando a causa de una enfermedad o de la edad; más bien, se le estaba ejecutando por los delitos que había cometido. Con todo, las personas de edad avanzada pueden obtener mucho consuelo de su caso.
Hay que reconocer que ese hombre demostró una confianza extraordinaria en Jesús. Estaba convencido de que Jesús llegaría a ser el Rey del Reino de Dios, aunque en esos momentos estuviera muriendo en un madero de tormento junto a él. Además, concluyó que algún día Jesús podría acordarse de él y hacer algo en su favor. ¿Puede imaginárselo? Este condenado a muerte sería resucitado ni más ni menos que en un maravilloso paraíso con Jesús como Rey.
La actual situación de la humanidad se parece a la de aquel delincuente moribundo. ¿En qué? En que todos, sin importar la edad que tengamos, estamos pagando la pena por el pecado y necesitamos que se nos salve (Romanos 5:12). Pero, al igual que él, podemos cifrar nuestra esperanza en Jesús; podemos incluso esperar que mediante Él se alivien los dolorosos problemas de la vejez. No olvidemos que Jesús ha ofrecido a la humanidad la perspectiva de vivir para siempre disfrutando de perfección física y mental en un paraíso en la Tierra (Juan 3:16, 36).
Todas las cosas nuevas para jóvenes y mayores
Bajo el reinado de Cristo, los habitantes de la Tierra “verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz” (Salmo 37:11). Nadie dirá: “Estoy enfermo” (Isaías 33:24). Cualquier incapacidad que hayamos tenido que sufrir será eliminada, pues se nos dice que “el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo, y la lengua del mudo clamará con alegría” (Isaías 35:6). Las personas de edad avanzada recobrarán su vigor juvenil y su cuerpo se “ha[rá] más fresc[o] que en la juventud” (Job 33:25).
Sin embargo, ¿es realista alimentar esa esperanza? Bueno, recuerde lo que ya había hecho Aquel que ofreció la esperanza del Paraíso a ese moribundo. En las numerosas ocasiones en que las muchedumbres llevaban ante Jesús personas cojas, mancas, ciegas y sordas, él siempre estaba dispuesto a curar “toda suerte de dolencia y toda suerte de mal” (Mateo 9:35, 36; 15:30, 31; Marcos 1:40-42). Así es: Jesús demostró con pruebas tangibles lo que hará durante su reinado. Incluso resucitó a varias personas que habían muerto (Lucas 7:11-17; Juan 11:38-44). Al hacerlo, su promesa de que “todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán” adquirió más fuerza (Juan 5:28, 29; Hechos 24:15).
Imagínese despertar en el Paraíso con un cuerpo nuevo y visión perfecta, oyendo los trinos de los pájaros y las voces felices de otras personas, sin dolores en los brazos y las piernas, y con la mente en perfecto estado. “Los días calamitosos” de la vejez habrán desaparecido de una vez por todas (Eclesiastés 12:1-7; Isaías 35:5, 6). Hasta la muerte será “reducida a nada” y será “tragada para siempre” (1 Corintios 15:26, 54).
Al analizar los sucesos mundiales de la actualidad a la luz de las profecías bíblicas, vemos que nos acercamos con rapidez al fin de la vejez como la conocemos hasta ahora (Mateo 24:7, 12, 14; Lucas 21:11; 2 Timoteo 3:1-5). Se aproxima el día en el que las personas mayores que hayan demostrado tener fe en Dios y le hayan servido con lealtad disfrutarán de nuevo de la juventud... pero esta vez será para siempre.
[Ilustración y recuadro de la página 9]
Mantenga en forma su cerebro
Tal como el ejercicio físico fortalece los músculos, el ejercicio mental mantiene en forma el cerebro. A fin de estimularlo, tenemos que hacer cosas nuevas. A continuación enumeramos algunas maneras de establecer y fortalecer las conexiones entre las células cerebrales.
◼ Cultive nuevas aficiones, por ejemplo, ejercicios mentales (juegos de vocabulario, rompecabezas, crucigramas, etc.) o actividades artísticas, como la escultura. Aprenda otro idioma.
◼ Relaciónese con diferentes tipos de personas y trate de conversar para evitar la monotonía y aguzar la mente.
◼ Desarrolle su espiritualidad. “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6, 7.)
◼ Lea información recomendable y comente con otros lo que ha leído.
◼ Trate de recordar y relacionar entre sí las noticias de los informativos de radio y televisión para hacer trabajar su memoria a corto y largo plazo.
◼ Utilice la mano izquierda si es diestro (o la derecha si es zurdo) para manejar el control remoto del televisor, llamar por teléfono o cepillarse los dientes.
◼ Dé el mayor uso posible a todos sus sentidos a lo largo del día.
◼ Esfuércese por saber más de lugares de interés cercanos y lejanos, y viajar a ellos.
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