-
Las recompensas de honrar a los padres mayoresLa Atalaya 1997 | 1 de septiembre
-
-
Mary, que vive en Kenia, por tres años ha cuidado de su suegra anciana. Dice: “Además de facilitarle lo necesario en sentido material, siempre conversamos con ella. Mamá no puede hacer mucho en la casa, pero dialogamos y hemos entablado una íntima amistad. A veces hablamos de Dios o de la gente donde vivíamos antes. A pesar de contar más de 90 años, tiene muy buena memoria. Recuerda y habla de cómo era la vida en su niñez, en los días anteriores a 1914”.
Mary continúa diciendo: “No es fácil cuidar a una persona mayor, pero tenerla con nosotros ha traído muchos beneficios. Disfrutamos de paz y armonía en la familia. El que yo la atienda ha infundido un espíritu de dar en otros miembros de la familia. Mi esposo me respeta más. Y si mamá oye que alguien me habla con dureza, interviene con prontitud para defenderme. Nadie puede hablarme de forma cortante en su presencia”.
-
-
Las recompensas de honrar a los padres mayoresLa Atalaya 1997 | 1 de septiembre
-
-
Del mismo modo, cuando se da a las personas mayores que sirven a Dios, a menudo el estímulo es mutuo. Osondu, que vive en Nigeria, dice: “Lo que más me llama la atención respecto a mis abuelos es que me dan la oportunidad de visualizar el pasado. Mi abuelo, con los ojos radiantes, explica cómo era el territorio cuando servía de ministro de tiempo completo en los años cincuenta y sesenta. Compara la estructura de la congregación actual con la que existía cuando él se hizo Testigo. Estas experiencias me ayudan en el servicio de precursor”.
Otros miembros de la congregación cristiana también pueden tener parte en dar a las personas mayores. Tunji, mencionado anteriormente, contó lo que sucedió en su congregación: “Un joven precursor al que se le había asignado un discurso público llevó el bosquejo a papá con el fin de que lo prepararan juntos. El conductor del Estudio de La Atalaya abordó a papá y dijo: ‘Usted es una persona con experiencia. ¿Qué me podría sugerir para ayudarme a mejorar?’. Papá dio consejo práctico a ese anciano. Los hermanos mencionaron varias veces a papá en las oraciones de la congregación. Todo esto le hizo sentirse querido”.
-
-
Las recompensas de honrar a los padres mayoresLa Atalaya 1997 | 1 de septiembre
-
-
Andrew, anciano cristiano de África occidental, viajaba 95 kilómetros dos veces a la semana para cuidar de su padre enfermo, que no era creyente. Relata: “Cuando me hice testigo de Jehová, mi padre se opuso firmemente. Pero al observar cómo lo cuidaba durante su enfermedad, siguió instando a mis hermanos y hermanas menores: ‘Tienen que hacerse de la religión de su hermano’. Eso los motivó, y ahora los nueve hijos de mi padre son testigos de Jehová”.
-