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Mostremos amor cristiano a las personas mayoresLa Atalaya 1994 | 1 de agosto
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La congregación puede darle mucho apoyo.
Lo que la congregación puede hacer
Muchas congregaciones tienen razón para estar profundamente agradecidas por el trabajo pasado de nuestros queridos hermanos mayores. Quizá fueron ellos quienes décadas atrás pusieron el fundamento de la congregación y la edificaron a partir de un puñado de publicadores. ¿Dónde estaría la congregación sin su celosa actividad pasada y, quizá, apoyo económico presente?
Cuando se hace necesario dar más atención a un publicador mayor, los familiares no tienen por qué cargar solos con la responsabilidad. Otros miembros de la congregación pueden ayudar haciendo mandados, cocinando, limpiando, llevando a la persona mayor a pasear, ofreciéndole transporte para las reuniones cristianas o simplemente conversando con ella en el Salón del Reino. Todos pueden colaborar, si bien la ayuda es más eficaz y regular cuando se coordina.
Esta coordinación es algo que los ancianos pueden tener presente cuando organizan visitas de pastoreo. Algunas congregaciones son ejemplares a este respecto, pues los ancianos se interesan en que se hagan visitas de pastoreo regulares a las personas mayores y enfermizas, incluso a aquellas que están bien atendidas por su familia. Sin embargo, parece ser que otras congregaciones deberían ser más conscientes de su obligación para con las personas mayores.
Un hermano fiel que iba camino de los 90 años estaba bien atendido por su hija y su yerno, que dejaron Betel con ese fin. No obstante, para él aún eran importantes las visitas de otros miembros de la congregación. “Cuando yo visitaba a los enfermos —se lamentó el hermano—, oraba con ellos. Pero nadie ha orado nunca conmigo.” La atención amorosa de la familia no exime a los ancianos de la obligación de ‘pastorear el rebaño de Dios bajo su custodia’. (1 Pedro 5:2.) Además, los que cuidan de los mayores también necesitan que se les edifique y anime para que sigan llevando a cabo su buena obra.
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Mostremos amor cristiano a las personas mayoresLa Atalaya 1994 | 1 de agosto
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[Fotografía/Recuadro en la página 30]
Las personas mayores agradecerán sus visitas
Se puede conseguir mucho planeando una visita, quizá de quince minutos, a una persona mayor después de la predicación. Pero es mejor no dejar esas visitas a la casualidad, como muestra la siguiente experiencia.
Brigitte y Hannelore estaban predicando juntas a un hombre mayor en su puerta. Después de hablarle por cinco minutos, las hermanas descubrieron que también era testigo de Jehová, miembro de la misma congregación. ¡Qué embarazoso! Pero la experiencia tuvo un final positivo. Hannelore hizo planes de inmediato para visitar al hermano y ayudarle a asistir a las reuniones.
¿Conoce usted el nombre y la dirección de todos los publicadores mayores que viven en el territorio donde predica? ¿Podría hacerles una visita breve? Probablemente se lo agradecerán mucho.
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