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Atención debida a nuestros mayores: un desafío al cristianoLa Atalaya 1988 | 15 de julio
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¿Necesita la persona mayor que alguien le ayude a hacer compras? ¿Se siente sola, o necesita estímulo? ¿Necesita transportación a las reuniones? ¿Necesita que alguien le lea la Biblia y las publicaciones cristianas? Si la persona mayor está físicamente incapacitada y no puede ir a las reuniones, ¿pudieran hacerse grabaciones para que las escuche en casa?
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Atención debida a nuestros mayores: un desafío al cristianoLa Atalaya 1988 | 15 de julio
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Cómo ayudarlos a llegar a las reuniones
Un superintendente de cierta congregación visitó a una hermana viuda envejecida que padecía del corazón. Mientras él estaba en casa de ella, una vecina pasó a visitarla y se quejó así: “Vengo aquí muchas veces y la encuentro llorando porque nadie la ha llamado para llevarla al Salón del Reino”. El problema no era tan serio como la vecina daba a entender, porque una familia de la congregación acostumbraba suministrarle transportación a la hermana. Sin embargo, hubo ocasiones en que el padre había tenido que hacer horas extraordinarias y no había pasado a buscar a la hermana. De seguro pudieran haberse hecho otros arreglos de transportación.
Por lo tanto, es bueno recordar que el asistir a las reuniones es vital para los envejecidos. (Hebreos 10:24, 25.) Un superintendente siempre se asegura de notar si cierta Testigo de edad avanzada está presente. Si no la ve, porque nadie ha podido ir por ella, él corre a su automóvil y va a buscarla. La hermosa sonrisa de ella lo recompensa por el esfuerzo adicional.
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