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  • ¡Qué profunda es la sabiduría de Dios!
    La Atalaya 2011 | 15 de mayo
    • Jehová hizo algo que muchos jamás hubieran esperado. Pablo describe lo sucedido como un proceso “contrario a la naturaleza” (Rom. 11:24). ¿En qué sentido? En el sentido de que resulta extraño, e incluso antinatural, injertar la rama de un árbol silvestre en un árbol de huerto. (Cabe señalar, sin embargo, que eso era precisamente lo que hacían algunos agricultores en el siglo primero.)b De igual modo, la medida que Dios tomó fue algo fuera de lo común. A pesar de que los judíos consideraban que los gentiles eran incapaces de dar buen fruto, él hizo que algunos de ellos formaran parte de “una nación” que producía el fruto del Reino (Mat. 21:43).

  • ¡Qué profunda es la sabiduría de Dios!
    La Atalaya 2011 | 15 de mayo
    • a No hay razón para hablar de un olivo típico y de otro antitípico, como si Israel fuera un olivo que representara simbólicamente a otro. ¿Por qué no? Porque aunque la nación de Israel produjo reyes y sacerdotes, nunca se convirtió en un reino de sacerdotes; la propia Ley prohibía que los reyes israelitas ejercieran el sacerdocio. De modo que la nación de Israel no fue ningún olivo que prefigurara a otro árbol posterior. Lo que Pablo ilustró con su comparación era cómo se cumple en el Israel espiritual el propósito de Dios de producir “un reino de sacerdotes”. Esta explicación actualiza la que se publicó en La Atalaya del 1 de enero de 1984, páginas 14 a 19.

  • ¡Qué profunda es la sabiduría de Dios!
    La Atalaya 2011 | 15 de mayo
    • [Ilustración y recuadro de la página 24]

      ¿Para qué injertar ramas de acebuche?

      ▪ Lucio Junio Moderato Columela fue un soldado y agricultor romano del siglo primero cuya fama se debe, particularmente, a su obra en doce libros La labranza.

      En el libro quinto cita “el viejo proverbio que dice que quien labra el olivar, le está pidiendo el fruto; quien lo estercola [o abona], se lo está suplicando; y quien abate sus ramas [podándolas], le fuerza a que se lo dé”.

      Luego señala: “No es raro [...] que algunos árboles, incluso estando lozanos, no den fruto. A éstos va bien taladrarlos con el taladro gálico y, hecho esto, meter en el agujero una estaca verde de acebuche, ajustándola bien. De este modo, como penetrado por la planta fecunda, el árbol se volverá más fértil”.

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