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La vibrante ciudad portuaria de Sydney¡Despertad! 1999 | 8 de julio
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La joya de la bahía de Sydney
Calificado como la “joya de Bennelong Point”, el Teatro de la Ópera de Sydney está rodeado de las azules aguas de la bahía por tres de sus lados. Bajo la brillante luz del sol parece una verdadera joya. De noche, las conchas góticas del techo resplandecen con la iluminación del teatro.
El prólogo del libro A Vision Takes Form (Un sueño se convierte en realidad) describe la impresión que se recibe al verlo: “El Teatro de la Ópera de Sydney es uno de esos edificios que adquieren una nueva y marcada naturaleza con cada ligero cambio en la perspectiva o en la luz. [...] La neblina de la mañana o los tardíos rayos de una puesta de sol bruñen las conchas como si fueran yelmos de una saga de gigantes legendarios”.
De entre más de doscientas propuestas de todo el mundo que se dieron cita en un concurso de diseños, finalmente se seleccionó la que presentó el arquitecto danés Jørn Utzon, aunque algunos rasgos de su proyecto se consideraron poco prácticos y requirieron cambios importantes.
La publicación londinense Architects’ Journal define dicho proyecto como “el máximo exponente de la escultura romántica a gran escala”. No obstante, convertir este sueño romántico en realidad presentó grandes problemas de ingeniería. Dos de los ingenieros, sir Ove Arup y Jack Zunz, dijeron: “[El] Teatro de la Ópera de Sydney es [...] una aventura de la construcción. [...] Debido a las circunstancias tan insólitas que rodean la obra y los problemas tan difíciles que plantea, su realización ha generado oportunidades únicas [...] para la creación de nuevos procedimientos, muchos de los cuales se han utilizado posteriormente en puentes y otras edificaciones convencionales”.
El presupuesto original ascendía a siete millones de dólares australianos, pero al finalizar las obras, en 1973, el montante se había disparado a la astronómica suma de 102 millones de dólares.
Una mirada a su interior
Al entrar en el vestíbulo, percibimos que la luz se filtra por las aberturas cónicas de las conchas doblemente acristaladas. Un asombroso total de 6.225 metros cuadrados de vidrio especial importado de Francia constituye el cerramiento del edificio. Acto seguido, entramos en la sala de conciertos y nos detenemos en la parte trasera mirando hacia el escenario con 2.690 butacas ante nosotros. Nos impresiona la vista del mayor órgano de tracción mecánica del mundo, con sus 10.500 tubos.a El techo, suspendido a una altura de 25 metros, proporciona una capacidad de 26.400 metros cúbicos, dando “un margen de reverberación de aproximadamente dos segundos, con lo cual la música sinfónica adquiere un tono potente, intenso y dulce”, explica una guía autorizada.
Igualmente impresionantes son los otros tres auditorios, diseñados para representaciones de ópera, ballet, conciertos sinfónicos, música de cámara, teatro, recitales, películas, exposiciones y convenciones. Hay en total 1.000 salas en el edificio, incluidos camerinos, restaurantes y otros servicios públicos.
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La vibrante ciudad portuaria de Sydney¡Despertad! 1999 | 8 de julio
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[Ilustración de las páginas 16 y 17]
El Teatro de la Ópera de Sydney y el puente de la bahía
[Reconocimiento]
Cortesía de Sydney Opera House Trust (fotografía por Tracy Schramm)
[Ilustración de la página 17]
Interior del Teatro de la Ópera, con el órgano de 10.500 tubos
[Reconocimiento]
Cortesía de Australian Archives, Canberra, A.C.T.
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