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El espíritu santo: la fuerza detrás de la creaciónLa Atalaya 2011 | 15 de febrero
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El orden que observamos en la creación demuestra que Dios intervino mediante su espíritu. Para ilustrarlo, imagine que introduce bolitas de colores en una caja y luego las mezcla bien y las arroja al suelo. ¿Caerán agrupadas por color: las azules por un lado, las amarillas por otro y así por el estilo? ¡Claro que no! Los objetos que se someten a una acción incontrolada no tienden al orden, sino al desorden. Esta es una reconocida ley fundamental de la naturaleza.a
7 Sin embargo, ¿qué ha encontrado el hombre al observar el cielo a través de sus telescopios? Un inmenso sistema de galaxias, estrellas y planetas moviéndose con extraordinaria precisión. ¿Podría ser ese orden producto de la casualidad ciega o de un accidente cósmico?
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El espíritu santo: la fuerza detrás de la creaciónLa Atalaya 2011 | 15 de febrero
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Tomemos por caso el ADN (ácido desoxirribonucleico), uno de los compuestos químicos que transmiten de una generación a otra las características propias de cada especie. El ADN es imprescindible para que se reproduzcan todas las formas de vida del planeta, desde los organismos microscópicos y la hierba, pasando por el ser humano, hasta el elefante y la enorme ballena azul. Aunque todos ellos son muy distintos, el código que controla gran parte de sus rasgos hereditarios es sumamente estable. Esto ha permitido conservar las diferencias entre los grupos básicos de criaturas a lo largo del tiempo. Así, de acuerdo con el propósito divino, cada especie puede realizar las funciones que le corresponden dentro de la compleja red de la vida (Sal. 139:16). Este sistema tan eficiente es una prueba más de que la naturaleza es obra del espíritu santo, el “dedo de Dios”.
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