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Página 2¡Despertad! 1990 | 8 de abril
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Al hombre siempre le ha fascinado la idea de que exista vida en otros mundos. Desde el primitivo artefacto eléctrico de 1899 (arriba, a la derecha), pasando por gigantescos radiotelescopios (abajo) utilizados por primera vez en 1957, hasta las sondas espaciales como la Viking de 1976 (arriba a la izquierda), ha habido un continuo intento de ponerse en contacto con alguna forma de vida en el espacio exterior.
[Reconocimiento en la página 2]
Dibujo basado en una foto de la NASA
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¿Hay alguien ahí fuera?¡Despertad! 1990 | 8 de abril
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¿Hay alguien ahí fuera?
EN MASSACHUSETTS (E.U.A.) hay un hombre cuyo trabajo diario incluye la comprobación de la posible entrada de algún mensaje. Día tras día hace la misma comprobación, pero no encuentra mensaje. Repite la verificación con regularidad y con la misma regularidad queda decepcionado. ¿Acaso es este hombre una persona impopular? ¿O quizás está estropeado su contestador automático?
Ni lo uno ni lo otro. Él comprueba un aparato, pero no tiene nada que ver con los teléfonos, sino que se trata de un ordenador conectado a un enorme detector electrónico que apunta al exterior de nuestro mundo, a las profundidades del espacio: un radiotelescopio. Este hombre colabora con un equipo de científicos en la exploración de astros a la espera de recibir algún mensaje procedente de extraterrestres inteligentes, seres de otros mundos.
Al igual que él, hay otros que llevan ya treinta años a la escucha de mensajes. En 1960, el astrónomo Frank Drake fue el primer hombre que utilizó un radiotelescopio para escuchar señales procedentes de inteligencia extraterrestre. Desde entonces, puede decirse que el hombre ha puesto su oído en el espacio. Hasta el presente se han llevado a cabo unas cincuenta diferentes investigaciones celestes de larga duración.
A esta búsqueda se han unido radiotelescopios de todo el mundo: Francia, la República Federal de Alemania, los Países Bajos, Australia, la Unión Soviética, Argentina, Estados Unidos y Canadá. Según lo expresó cierta persona: “La SETI [acrónimo inglés para Search for Extraterrestrial Intelligence (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) llevada a cabo por el hombre] está llegando a ser tan internacional como el propio espacio”. Un simposio sobre este tema atrajo a unos ciento cincuenta científicos procedentes de dieciocho países en los que estaban representados los cinco continentes.
Sin embargo, se prevé que el proyecto SETI más ambicioso se emprenderá en 1992. La NASA —Administración Nacional para la Aeronáutica y el Espacio, agencia espacial norteamericana— piensa utilizar un nuevo y poderoso artefacto que permitirá examinar millones de radiofrecuencias al mismo tiempo. Esta investigación, que se planea que dure diez años con un coste de noventa millones de dólares (E.U.A.), será diez mil millones de veces más exhaustiva que todas las anteriores juntas.
De todas formas, cuando el hombre pregunte al vasto universo: “¿Hay alguien ahí fuera?”, necesitará algo más que equipos de alta tecnología para hallar una respuesta. En muchos sentidos esta es una pregunta espiritual. Al buscar a tientas la contestación, el hombre revela algunas de sus esperanzas más acariciadas: ver el fin de la guerra y la enfermedad e incluso quizás poder alcanzar la inmortalidad. De modo que hay mucho en juego. No obstante, después de siglos de dudas y décadas de investigación, ¿hasta qué grado está el hombre cerca de hallar una respuesta?
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Los extraterrestres. Un viejo sueño¡Despertad! 1990 | 8 de abril
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Los extraterrestres. Un viejo sueño
LA IDEA de los extraterrestres no se la han inventado los escritores modernos de ciencia-ficción. Hace unos veintitrés siglos, un filósofo griego llamado Metrodoro enseñó que un universo que solo contuviese un mundo habitado sería tan inverosímil como un gran campo en el que solo creciese una espiga de trigo. Lucrecio, poeta romano del primer siglo antes de la era común, escribió que “en otras partes del espacio hay otras tierras y diversas razas de hombres”.
Esta enseñanza sobre una pluralidad de mundos tuvo la desaprobación de la cristiandad durante muchos siglos. Sin embargo, desde alrededor del año 1700 hasta los comienzos de nuestro siglo, la mayoría de la gente educada, incluso algunos de los mayores científicos de la historia, creían firmemente que existía vida en otros mundos. De hecho, un educador de mediados del siglo XIX se granjeó muchos ataques por atreverse a escribir un artículo en el que negaba la veracidad de dicha doctrina.
La gente parecía deseosa de creer en extraterrestres, y recurría a la más mínima prueba de su existencia. En 1835 un periodista escribió que ciertos astrónomos habían descubierto vida en la Luna. Dijo que, al mirar a través del telescopio se veían pequeñas personas con alas, revoloteando y gesticulando. La circulación de su periódico aumentó en gran manera. Muchos siguieron creyéndose el cuento incluso después de haberse descubierto que se trataba de un fraude.
Los científicos también eran optimistas. A finales del siglo XIX el astrónomo Percival Lowell estaba convencido de ver un complejo sistema de canales en la superficie del planeta Marte. Trazó un plano detallado de su recorrido y escribió libros sobre la civilización que los había construido. En Francia, la Academia de Ciencias estaba tan segura de que había vida en Marte que ofreció una recompensa a la primera persona que se pusiera en comunicación con cualesquier extraterrestres aparte de los marcianos.
Algunos propusieron extraños proyectos para comunicarse con seres de mundos cercanos, desde encender enormes hogueras en el desierto del Sáhara hasta plantar bosques de forma geométrica a través de Siberia. En 1899 cierto inventor americano erigió un mástil rematado con una bola de cobre a través del que envió poderosos impulsos eléctricos al espacio para contactar con los marcianos. A la gente se le puso el pelo de punta y resplandecieron luces en 50 kilómetros a la redonda, pero no hubo respuesta alguna procedente de Marte.
Llenos de esperanza
Aunque quizás la tecnología que se utiliza hoy día para la búsqueda de vida en otros mundos sea nueva, hay algo que no ha cambiado: la mayoría de los científicos siguen convencidos de que la humanidad no está sola en el cosmos. El astrónomo Otto Wöhrbach escribió en el periódico alemán Nürnberger Nachrichten: “Apenas hay investigadores de ciencias naturales que no respondan afirmativamente a la pregunta de si existe vida extraterrestre”. Gene Bylinsky, autor de la obra Life in Darwin’s Universe (Vida en el universo de Darwin) lo expresó de la siguiente manera: “Un día de estos, si es verdad lo que dicen los radioastrónomos, saldrá una señal procedente de los astros que atravesará el inimaginable abismo espacial y pondrá fin a nuestra soledad cósmica”.
¿Por qué están tan seguros los científicos de que existe vida en otros mundos? Su optimismo comienza con las estrellas. Hay muchísimas, tan solo en nuestra galaxia existen miles de millones de ellas. Luego vienen las suposiciones. De seguro, alrededor de muchas de esas estrellas deben girar planetas, en algunos de los cuales tiene que haberse producido vida. Los astrónomos han seguido esa línea de razonamiento, y han especulado que existen entre miles y millones de civilizaciones aquí mismo en nuestra propia galaxia.
¿Acaso importa?
¿Qué más da si hay vida en otros mundos o no? Sí importa, pues los científicos piensan que tanto si la hay como si no, saberlo produciría un tremendo impacto en la familia humana. Dicen que saber que estamos solos en el universo enseñaría a la humanidad a valorar la vida en este planeta por ser tan singular. Por otro lado, un respetado científico razona que las civilizaciones de otros mundos probablemente estarían muchos millones de años más avanzadas que la nuestra y podrían compartir su vasta sabiduría con nosotros: enseñarnos a curar nuestras enfermedades, a poner fin a la contaminación, las guerras y el hambre, e incluso enseñarnos la manera de vencer la propia muerte.
La posibilidad de que desaparezcan para siempre la enfermedad, la guerra y la muerte es una esperanza que significa mucho para la gente que vive en estos tiempos agitados y seguro que también para usted. Sin embargo, quizás concuerde en que es mejor no tener ninguna esperanza que confiar en una que sea falsa. Por consiguiente, es importante que averigüemos si los científicos se basan en prueba sólida cuando afirman que el universo está lleno de mundos habitados.
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Los extraterrestres. ¿Dónde están?¡Despertad! 1990 | 8 de abril
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Los extraterrestres. ¿Dónde están?
SEGÚN el escritor Isaac Asimov, autor de varios libros de divulgación científica, esta es “una pregunta que, en cierto modo, lo estropea todo” para los que creen que hay vida en otros planetas. Planteada originalmente en 1950 por el físico nuclear Enrico Fermi, la pregunta remataba un argumento que más o menos dice que si ha surgido vida inteligente en otros planetas de nuestra galaxia, ahora tendrían que existir muchas civilizaciones que estén millones de años más adelantadas que la nuestra. Hace mucho tiempo que deberían haber descubierto el viaje interestelar y haber recorrido la galaxia, colonizándola y explorándola a voluntad. Así que, ¿dónde están?
Aunque es cierto que algunos científicos de SETI se desconciertan ante esta “paradoja Fermi”, suelen responder a ella indicando lo difícil que sería realizar viajes interestelares. Aun viajando a la velocidad de la luz, por descomunal que parezca dicha velocidad, una nave espacial necesitaría cien mil años para atravesar tan solo nuestra galaxia, y se considera imposible superar esa velocidad.
Los relatos de ciencia-ficción sobre naves espaciales que van de un astro a otro en cuestión de días u horas son, como su nombre indica, pura fantasía, no ciencia. Las enormes distancias interestelares se escapan a nuestra comprensión. Para ilustrarlo, si pudiésemos construir una maqueta de nuestra galaxia a una escala tan minúscula que nuestro Sol —tan enorme que en él podrían caber un millón de Tierras— fuese del tamaño de una naranja, la distancia entre los astros todavía sería, como promedio, de unos 1.500 kilómetros.
Esa es la razón por la que los científicos de SETI confían tanto en los radiotelescopios; piensan que aunque es muy posible que las civilizaciones avanzadas no hiciesen viajes interestelares, sí es probable que buscasen otras formas de vida valiéndose del método, relativamente barato y fácil, de las ondas de radio. No obstante, la paradoja de Fermi todavía les obsesiona.
El físico norteamericano Freeman J. Dyson ha llegado a la conclusión de que si en nuestra galaxia existen civilizaciones avanzadas, encontrar pruebas de su existencia debería ser tan sencillo como hallar señales de civilización tecnológica en la isla de Manhattan (Nueva York). La galaxia debería estar llena de señales alienígenas y de sus vastos proyectos de ingeniería, pero no se ha encontrado nada de eso. De hecho, un artículo sobre este tema indicó que para los astrónomos de SETI la expresión “se ha buscado y no se ha encontrado nada” se ha convertido en una especie de letanía.
Comienzan las dudas
Son varios los científicos que empiezan a darse cuenta de que sus colegas han hecho demasiadas afirmaciones optimistas al tratar esta cuestión y sugieren que hay una cantidad mucho menor de civilizaciones avanzadas en nuestra galaxia. Algunos han dicho que no existe más que una: la nuestra, otros, que desde el punto de vista matemático debería haber menos de una, de forma que ni siquiera nosotros deberíamos estar aquí.
No es difícil entender la razón de su escepticismo. Podría resumirse con dos preguntas: si existiesen tales extraterrestres, ¿dónde vivirían? Y, ¿cómo llegaron a ese lugar?
“Bueno, vivirían en planetas”, podría ser la respuesta de algunos a la primera pregunta. No obstante, solo hay un planeta en nuestro sistema solar cuyas características no son totalmente hostiles para la vida, y ese es el que nosotros habitamos. Sin embargo, ¿qué puede decirse de los planetas que giran alrededor de los otros miles de millones de estrellas de nuestra galaxia? ¿No podría haber vida en algunos de ellos? La verdad es que hasta la fecha los científicos no han demostrado de manera concluyente la existencia de un solo planeta fuera de nuestro sistema solar. ¿Por qué no?
Porque detectar un planeta es muy difícil. Ya que las estrellas están tan lejos y los planetas no emiten luz propia, detectar incluso un planeta gigantesco, como Júpiter, equivaldría a tratar de localizar una mota de polvo que flotase alrededor de una potente bombilla situada a kilómetros de distancia.
Aun en el caso de que existan tales planetas —y se ha acumulado cierta prueba indirecta de que así es— esto todavía no significa que su órbita gire precisamente alrededor de la clase idónea de estrella, que estén en la zona galáctica idónea, a la distancia idónea y que su tamaño y composición sean los idóneos para que haya vida en ellos.
Un fundamento que se desmorona
De todas formas, aunque existiesen muchos planetas que reunieran las rigurosas condiciones para que haya vida como nosotros la conocemos, la pregunta que sigue en pie es: ¿Cómo se originó la vida en esos mundos? Eso nos lleva al verdadero fundamento de la creencia en seres extraterrestres: la evolución.
Para muchos científicos, parece lógico creer que si la vida evolucionó de materia inanimada en este planeta, lo mismo podría haber sucedido en otros. Como lo expresó cierto escritor: “El pensar general entre los biólogos es que la vida empezará siempre que se dé un ambiente en el que pueda empezar”. Pero ahí es donde la evolución se encara a una dificultad insalvable. Los evolucionistas ni siquiera pueden explicar cómo comenzó la vida en este planeta.
Los científicos Fred Hoyle y Chandra Wickramasinghe calculan que las probabilidades en contra de que las enzimas fundamentales para la vida se formasen por casualidad son de una sobre 1040.000 (un 1 seguido por 40.000 ceros). Los científicos Feinberg y Shapiro aún lo ven más improbable. En su libro Life Beyond Earth (Vida extraterrestre), dicen que las probabilidades en contra de que la materia que compone una sopa orgánica dé alguna vez los primeros pasos rudimentarios hacia la vida son de una sobre 101.000.000. Si tuviésemos que escribir todos los ceros de esa cifra, la revista que usted tiene en las manos sería de 300 páginas.
¿Le resultan difíciles de concebir estas cifras tan elevadas? La palabra “imposible” es más fácil de recordar, e igual de exacta.a
Aun así, los astrónomos de SETI sencillamente suponen que la vida tiene que haberse originado al azar por todo el universo. Gene Bylinsky, en su libro Life in Darwin’s Universe, especula sobre las diversas trayectorias que podría haber seguido la evolución en otros mundos. Él opina que no es nada exagerado hablar de pulpos inteligentes, hombres marsupiales y personas-murciélago que fabrican instrumentos musicales. Incluso hay científicos de renombre que han alabado su libro. No obstante, otros científicos, como Feinberg y Shapiro, ven el gran fallo de este razonamiento. Condenan la “debilidad de los fundamentos experimentales básicos” que corresponden a las teorías de los científicos sobre cómo empezó la vida en la Tierra. Aun así, ven que de todas formas los científicos “han utilizado estos fundamentos para erigir torres que se extienden hasta el fin del universo”.
La religión equivocada
“Entonces —quizás se pregunte usted—, ¿por qué tantos científicos dan por sentado cosas que son imposibles?” La respuesta es sencilla y bastante lamentable. La gente tiende a creer lo que quiere, y los científicos, a pesar de todas sus afirmaciones de que son personas objetivas, no están libres de esta debilidad humana.
Hoyle y Wickramasinghe reconocen que “la teoría de que la vida fue originada por una inteligencia” es “muchísimo” más probable que la de la generación espontánea. “La verdad —añaden— es que dicha teoría es tan obvia que cabe preguntarse por qué no la aceptan la mayoría de las personas como algo indiscutible. Más que científicas, las razones son psicológicas.” Así es, muchos científicos rechazan la idea de un Creador, aunque todo apunta en esa dirección, y al mismo tiempo se crean una religión propia. Según la opinión de los autores supracitados, el darvinismo tan solo sustituye la palabra “Dios” por “Naturaleza”.
De modo que, en respuesta a la pregunta: “¿Hay alguien ahí fuera?”, la ciencia no ofrece ninguna base para creer en la existencia de vida en otros planetas. A medida que transcurren los años y continúa el silencio en los astros, SETI deja cada vez más desconcertados a los científicos que creen en la evolución. Si es cierto que de la materia inanimada evolucionaron libremente diversos tipos de vida, entonces ¿por qué no oímos nada de ellas en este vasto universo? ¿Dónde están?
Por otro lado, si la pregunta entra en el terreno de la religión, ¿cómo puede responderse? ¿Creó Dios vida en otros mundos?
[Nota a pie de página]
a Los demás aspectos de la teoría evolucionista también están llenos de escollos. Puede comprobarlo leyendo el libro La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? publicado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc.
[Ilustración en la página 7]
Aunque existiesen otros planetas habitables, ¿hay alguna prueba de que en ellos se pudiese originar vida al azar?
[Recuadro en la página 8]
¿Visitantes de otros mundos?
Muchas personas creen que el hombre recibe o ha recibido en el pasado visitas de extraterrestres. En vista de la falta de pruebas verificables que caracteriza todos esos casos, los científicos acostumbran a descartar dichas afirmaciones y sostienen que la mayoría de los ovnis (objetos volantes no identificados) que se han visto pueden explicarse mediante fenómenos naturales. En cuanto a los casos de personas que dicen haber sido secuestradas por extraterrestres, los científicos tienden a relegarlos a campos inexplorados del agitado psique humano o a necesidades psicológicas y religiosas.
Un escritor de ciencia-ficción dijo: “El impulso de investigar y creer en estas cosas es casi religioso. Solíamos tener dioses. Ahora queremos sentir que no estamos solos, que estamos siendo vigilados por fuerzas protectoras”. Además, algunas experiencias relacionadas con ovnis están más próximas al ocultismo que a la ciencia.
Muchos científicos creen a su manera en esos “visitantes”. Entienden que es imposible que la vida en la Tierra se haya originado por casualidad, así que dicen que ha llegado aquí procedente del espacio. Hay quienes afirman que unos alienígenas enviaron a nuestro planeta cohetes cargados de bacterias primitivas, y de ese modo sembraron la vida en la Tierra. Alguien incluso ha dicho que visitaron nuestro planeta hace mucho tiempo y que la vida se originó por casualidad de la basura que dejaron. Algunos científicos sacan sus conclusiones del hecho de que en el espacio es bastante común encontrar moléculas orgánicas sencillas. No obstante, ¿es eso realmente prueba de que la vida se formó por casualidad? ¿Acaso el hecho de que exista una ferretería es prueba de que allí tenga que fabricarse por sí solo un automóvil?
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Los extraterrestres. Qué explicación hay¡Despertad! 1990 | 8 de abril
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Los extraterrestres. Qué explicación hay
EL 17 DE febrero de 1600 quemaban vivo a Giordano Bruno en una plaza pública de Roma (Italia). ¿Por qué? Sus escritos habían ofendido a la Iglesia. Entre otras cosas, él enseñaba que en el universo existían muchos mundos habitados. Como en el siglo XI la Iglesia había declarado que la doctrina de que existe una pluralidad de mundos era una herejía, enseñarla significaba muerte, y Bruno murió.
El debate sobre si existe vida en otros mundos se mantuvo hasta el siglo XIX en el terreno de la religión. Durante siglos, los líderes religiosos, y los científicos bajo la influencia de estos, insistían en que la Tierra era el centro del universo, que este había sido creado en el año 4004 a. E.C., etcétera.
No es de extrañar entonces que muchos científicos y también otras personas sientan poco respeto por la religión. Lo que ocurre es que con el tiempo, muchos también han perdido el respeto por la Biblia, al suponer que esta fue la fuente de tales ideas equivocadas. Nada podría estar más lejos de la verdad.
La Biblia no pretende ser un libro de ciencia. Sin embargo, cuando hace referencia al tema del universo o a cualquier otro asunto científico, nunca es inexacta. Por ejemplo, la Biblia no dice en ningún momento que la Tierra y el hombre sean el centro del universo. Al contrario, sus escritores inspirados manifestaron con claridad su sentir con respecto a lo insignificante que es el hombre en comparación con el vasto cosmos. (Salmos 8:3, 4.)a
Entonces, según la Biblia, ¿hay alguien ahí fuera?
La Biblia contesta
Según la Biblia, no solo existe vida extraterrestre, sino que la hay en abundancia. Es una vida más compleja, más interesante y más creíble que todo lo que han soñado los evolucionistas, escritores de ciencia-ficción y guionistas de cine. Al fin y al cabo, un extraterrestre es tan solo un ser cuya vida se origina fuera de esta Tierra y de la atmósfera.
Los científicos se preguntan si podrían existir formas de vida que nosotros no podemos detectar. La Biblia nos asegura que tales seres sí existen, pero no son producto de una evolución. Como toda la vida que hay en el universo, sea de la forma que sea, ellos se originaron de la Fuente de la vida: Jehová Dios. Él es un espíritu y ha creado a miríadas de seres espíritus de diferentes tipos: ángeles, querubines y serafines, que desempeñan distintos trabajos y funciones en la intrincada organización celestial de Dios. (Salmos 104:4; Hebreos 12:22; Revelación 19:14.)
¿Dice algo sobre si hay vida en otros planetas?
Algunas figuras influyentes de la religión han insistido en que Dios no crearía ningún mundo sin un propósito, y que por lo tanto todos los mundos habitables tienen que estar habitados. ¿Es eso lo que dice la Biblia? No. La Biblia indica que es muy poco probable que Dios haya creado criaturas físicas inteligentes en cualquier otro planeta aparte del nuestro. ¿Por qué?
Porque si Dios hubiese creado tales seres, lo habría hecho antes de crear a Adán y Eva. Y, o bien hubiesen permanecido fieles a su Creador, o, como fue el caso de Adán y Eva, hubiesen pecado y caído en la imperfección.
En el caso de haberse hecho imperfectos necesitaban un redentor. Un ensayista explicó la situación de la siguiente manera: “Sería espantoso imaginarse que todos los viernes [el día que Jesucristo fue ejecutado] Jesús está siendo colgado en algún lugar del universo por los pecados de alguna persona”. No obstante, este punto de vista no es bíblico. La Biblia nos dice que Jesús “murió con referencia al pecado una vez para siempre”. (Romanos 6:10.)
¿Y si estos seres hubiesen permanecido perfectos? Cuando Adán y Eva pecaron, lo que en realidad hicieron fue poner en tela de juicio el derecho de Dios a gobernar sobre un mundo de seres físicos inteligentes. Si en aquel tiempo hubiese existido otro planeta, un mundo lleno de seres físicos inteligentes que viviesen en armonía y lealtad bajo la gobernación de Dios, ¿no se les habría llamado para que testificasen que Su gobernación sí funcionaba? En vista de que Él ya ha utilizado hasta a humanos imperfectos como testigos a favor suyo respecto a esta misma cuestión, esa conclusión parece inevitable. (Isaías 43:10.)
¿Significa esto que Dios creó todos esos innumerables millones de soles (y planetas, en el caso de que existan) sin ningún propósito? En absoluto. Lo que sucede es que, aunque sabemos que en vista de la unicidad de Jesucristo la Tierra es por el momento el único planeta habitado del universo, y aunque sabemos también que este será siempre el único planeta donde el Creador vindicó la legitimidad de su gobernación, lo que el futuro tiene reservado no lo sabemos.
No estamos solos
Día tras día, año tras año, los astrónomos de SETI continúan escudriñando los cielos en busca de señales procedentes de vida inteligente. Piensan que su búsqueda puede requerir otra década u otro siglo. ¡Qué ironía! Están gastando sus vidas, sus esperanzas y enormes cantidades de dinero en busca de una señal que la humanidad recibió hace siglos. ¿Por qué decimos eso? Pues porque la Biblia es en sí un mensaje procedente de una Inteligencia extraterrestre, y es superior en todo sentido a las señales que hasta los científicos más optimistas pueden imaginar. (Véase el recuadro de la página 10.)
¿Cómo ha respondido la humanidad al único mensaje que de verdad procede de una fuente extraterrestre? ¿Qué actitud tienen hacia la Biblia los humanos en general? La pasan por alto. Deliberadamente aplican mal lo que dice para lograr sus propósitos. Su asombrosa serie de enseñanzas infundadas y supersticiosas es un insulto para Quien envió el mensaje. Incluso dicen que es un fraude y niegan la existencia de Quien lo envió. Ni que decir tiene que a nuestro Creador no le complace en absoluto esta actitud de la humanidad. Aún así, Él ha seguido comunicándose, y en la actualidad educa a millones de personas en los caminos de la paz por medio de su Palabra. Estas personas representan a Jehová y transmiten Sus mensajes al mundo, pero solo una pequeña minoría los escucha, el mundo en general no. (Isaías 2:2-4; Mateo 24:14.)
A pesar de ello, afortunadamente cada uno de nosotros puede comunicarse con el Ser más importante del universo, y sin necesidad de recurrir a tecnología costosa o de esperar siglos para que los mensajes crucen el vacío del espacio. Usted puede escuchar esos mensajes ahora si estudia la Biblia y comprueba por sí mismo si es verdad que provienen de una Fuente sobrehumana. Usted puede responder mediante la oración y el modo de vivir su vida. No estamos solos, pues nuestro Creador promete que “no está muy lejos de cada uno de nosotros”. (Hechos 17:27; véase también 1 Crónicas 28:9.)
Él tampoco ha terminado de comunicarse con la humanidad. Ha prometido cambiar de forma drástica el curso de la historia mundial y poner fin a la carrera que precipita a la humanidad de cabeza a la autodestrucción. ¿Cómo? Por medio de destruir este sistema de cosas que no funciona y reemplazarlo con un gobierno Suyo, que de verdad obrará para el bien de todos. (Daniel 2:44; Isaías 9:6, 7.) Sí, el siguiente mensaje por parte de la mayor Inteligencia extraterrestre que existe no promete venir en forma de palabras, sino de acción. (2 Tesalonicenses 1:6-9.)
[Nota a pie de página]
a Si desea saber qué pruebas hay de que la Biblia está en armonía con la ciencia probada, lea el libro La Biblia... ¿la palabra de Dios, o palabra del hombre? publicado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc.
[Fotografía en la página 11]
Podemos comunicarnos con el Ser más importante del universo
[Recuadro en la página 10]
Mensajes que Mensaje que
los científicos ellos pasan
esperan recibir por alto:
de su búsqueda de la Palabra de Dios,
inteligencia extraterrestre. la Biblia.
*Podrían ser falsas alarmas, *Sí viene de una Inteligencia
pues son bastante comunes; extraterrestre sobrehumana.
posiblemente incluso (Isaías 55:9; 2 Timoteo 3:16.)
engaños.
*Podrían ofrecer educación *Sí proporciona en la actualidad
y los beneficios de millones educación para millones de
de años de experiencia. personas, y los beneficios de
una sabiduría que es más antigua
que el propio universo. (Job
*Podrían enseñarnos a evitar *Sí enseña ya a millones
un holocausto nuclear y todo de personas a vivir en paz; su
tipo de guerra. Autor promete conservar la
Tierra para siempre y destruir
a los que la están destruyendo.
*Podrían curar las *Su Autor ha demostrado que tiene
enfermedades e incluso la capacidad de curar todas las
hacer desaparecer la muerte; enfermedades; Él promete poner
solo quedaría la muerte fin a la muerte, eliminar sus
por accidente. efectos, y de esta manera
hacer posible la vida eterna.
*Podrían poner fin a la *El Autor de la Biblia
‘soledad cósmica’ de la actualmente “no está muy lejos
humanidad. de cada uno de nosotros”.
(Hechos 17:27.)
*Podrían ser imposibles de *Está fácilmente accesible a la
traducir; se necesitarían familia humana. Podemos leerla
miles —quizás millones— de y responder a lo que dice.
años para responderles Nuestros mensajes se reciben
y conversar. instantáneamente. (Juan 17:3;
*Todo lo susodicho se basa *Nuestra fe en lo susodicho se
en especulaciones y basa en la razón y en pruebas.
suposiciones. (Hebreos 11:1.)
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