Disfrútelos sin riesgos
Por un guarda del Parque Nacional de Waterton Lakes
CON frecuencia los guardas tienen que participar en misiones de búsqueda y rescate porque los turistas no actúan con buen juicio y se meten en problemas. Un caso que lo ilustra es el de dos jóvenes que habían ido a escalar una montaña próxima al Parque Nacional de Banff. Como tardaban mucho en regresar, sus padres se pusieron en contacto con el servicio de guardas, y poco después localizamos su automóvil. Con nuestro telescopio de observación vimos que uno de los alpinistas estaba sobre un saliente de la montaña sin poder moverse.
Subimos hasta cerca de donde estaba y le preguntamos por el paradero de su compañero. “¿Está más arriba de donde tú estás? ¿Está más abajo?” La única respuesta que recibimos fue un gruñido. A veces, en situaciones de mucha tensión, las personas se desconectan de la realidad. Encontramos a su compañero abajo: había caído y se había matado. Este tipo de incidentes siempre se deben a un error humano.
Así que cuando alguien viene y nos pregunta sobre una excursión, una escalada o un viaje a través del territorio de los osos, la información que le damos es sencilla, clara y específica. En ocasiones, a los que visitan los parques tal vez les parezca que les hablamos como si fuesen niños. Muchos son incapaces de comprender lo que les puede suceder en zonas retiradas o en la montaña. Parecen impacientes por emprender su excursión, pero desconocen lo que se les avecina. Por eso les repetimos mucho las cosas y les damos un sinfín de advertencias.
En el caso de los dos jóvenes, su cuerda de escalada no era más que una cuerda para contrapeso de ventana con un gancho de metal en un extremo. En un momento determinado se encontraron con que no podían ni subir más ni bajar; entonces, el miedo se apoderó del joven al que encontramos sobre el saliente, y se sentó sin poder moverse. Su amigo decidió bajar por la cuerda hasta el próximo saliente e ir en busca de ayuda. Como sabía que iba a tardar bastante en regresar, dejó su chaqueta para que su compañero no pasase frío. Mientras descendía, el gancho al que estaba sujeta la cuerda se soltó de la quiebra de la roca, y el joven se cayó y se mató.
En el territorio de los osos
En otra ocasión, una pareja estaba terminando las últimas etapas de una excursión por Boundary Creek, fuera de Waterton, en la parte sur de la provincia de Alberta (Canadá), cuando de repente vieron un oso que bajaba por el sendero hacia ellos. La mujer, que llevaba una mochila a la espalda, se echó al suelo en posición fetal, con las manos sobre la nuca y las rodillas dobladas contra el estómago. Su marido se quedó de pie a unos seis metros de ella, paralizado de miedo al ver acercarse al oso.
Este se dirigió inmediatamente hacia la mujer y se puso a arañar la mochila que llevaba a la espalda tratando de conseguir alimento, pero también le arañó la espalda, la cadera y las nalgas. El esposo se dio cuenta de que tenía que hacer algo, así que metió la mano en su mochila y arrojó unos bocadillos al suelo. Al hacerlo, se le cayó un cazo y dio contra una roca; el ruido hizo que el oso desistiese y echase a huir hacia el bosque, lo que permitió que la pareja se marchara apresuradamente. Tuvimos que dar muerte al oso, pues ya había estado implicado en otros incidentes con personas.
Esto nos enseña una lección: si llevamos una mochila y se nos acerca un oso, debemos soltarla. Muchas veces los osos se acercan a la gente para que dejen caer sus mochilas y así conseguir el alimento que hay en su interior; aprenden muy deprisa a hacerlo. La mochila, la cámara o cualquier otro objeto que deje caer puede distraer al oso, y a usted le dará tiempo a escapar.
Los fotógrafos deben tener cuidado para que su afán por sacar fotografías no les haga acercarse demasiado a los osos. En la primavera de 1988 un hombre y su esposa que estaban acampados en un lugar del Parque Nacional de Glacier vieron a lo lejos a una osa parda con tres oseznos. El hombre tomó su cámara con motor y se fue a la ladera que quedaba enfrente de los osos, un lugar seguro, donde sacó las primeras fotografías. No obstante, como parecía que a los osos no les importaba su presencia, se confió demasiado.
Con mucho cuidado, atravesó la ladera hasta que estuvo en el mismo sendero que los osos. Cuando posteriormente se revelaron las fotografías de su cámara, se vieron exposiciones consecutivas de los osos en las que cada vez aparecían más cerca. No hay duda de que el hombre quería conseguir la foto de su vida, por lo que se acercó demasiado a la osa, hasta el punto de pisar su terreno, y, como consecuencia, la obligó a tomar la decisión de huir o atacar.
Las últimas fotografías mostraron que la osa ya había tenido bastante... ¡y embistió! El fotógrafo trató de trepar a un árbol, pero fue demasiado tarde. La osa lo alcanzó y lo dejó herido de muerte.
En la zona del lago Louise, en el Parque Nacional de Banff, ocurrió otro incidente relacionado con los osos. Una osa parda que estaba con sus dos oseznos mordió en el muslo y en la mano a un hombre, algo sumamente extraño, pues no es normal que una osa deje a sus cachorros sin protección y embista desde unos ciento cincuenta metros, como ocurrió en este caso, para atacar a una persona sin razón aparente.
Presentíamos que el perro del montañero se había acercado a la osa y que esta lo había perseguido cuando regresaba hacia su amo. Le insinuamos esta posibilidad, pero la negó, y citó las reglas del parque de que no se debe llevar ningún perro suelto, sino que en todo momento debe estar sujeto con la correa para poder controlarlo. Entonces me dirigí al guarda que estaba conmigo y le dije que tendríamos que dar muerte a la osa. La reacción inmediata del montañero fue preguntar por qué.
“Parece que la osa atacó sin provocación alguna —respondimos—, así que hay que matarla.”
Pensó en ello por un momento y entonces confesó: “Está bien. Tienen razón. Sucedió tal y como dijeron. Mi perro estaba suelto y provocó a la osa”.
Algunas personas creen que cuando van de excursión por zonas despobladas, un perro les servirá de protección, pero sucede justo lo contrario. Al ver un oso, un perro que no esté adiestrado suele correr hacia él, ladrar y luego hacer que el oso lo persiga hasta donde está su indefenso amo.
También se nos informó que en otra ocasión un oso mordió a un niño. Descubrimos que dos niños estaban jugando en un banco de grava mientras su padre pescaba cerca de allí. De repente, un oso salió a toda prisa de la maleza, agarró a uno de los pequeños y se lo llevó a rastras. El padre corrió tras él y recuperó al niño, pues el oso lo había abandonado.
Creemos que se trató de un caso de identidad equivocada. Al ver a los niños jugando a gatas, el oso tal vez los confundió con cervatos o crías de alce, y luego, al darse cuenta de que su presa era humana, la abandonó por su propia voluntad. Lamentablemente, aquel mordisco fue suficiente para causar la muerte del niño. Así que recuerde: el que los osos estén en un parque no significa que estén domesticados. Pueden atacar a los niños y, como muestra este caso, a veces lo hacen. De modo que mantenga a sus hijos cerca de usted.
Otra cosa que hay que recordar cuando se está en el territorio de los osos es que se debe hacer ruido para no sorprenderlos. También se está más seguro si se va en grupo; un grupo de unas siete personas alejará a casi cualquier oso. Por otro lado, si usted apenas ha hecho ruido y ve a un oso que no se ha percatado de su presencia, quizás lo mejor sea que no haga ningún ruido súbito e inesperado que pueda provocar su ataque. A veces, cuando un oso se ve sorprendido, simula atacar, resoplando o gruñendo y acercándose a la persona en actitud amenazante. Esa es su manera de advertirle que está demasiado cerca. Entonces es el momento de usar discreción y retroceder en silencio, dejando esa zona para el oso, pues por mucho que usted discutiera, siempre tendría las de perder.
Tómese el tiempo necesario para leer la información que los parques publican sobre los osos a fin de saber qué hacer y qué buscar cuando esté en su territorio.
Otras responsabilidades de los guardas
Además de controlar a los osos, solemos patrullar por las carreteras del parque, los lagos, las zonas de acampada y los despoblados, y también somos responsables de que se cumpla la ley, de cómo se tratan los recursos naturales, de controlar los incendios y de la seguridad pública. Mientras protegemos y cuidamos el parque de muchas diferentes maneras, también protegemos a la gente de sí misma. El siguiente suceso ilustra esta afirmación:
En el Parque Nacional de Banff hay una zona muy conocida denominada Johnston Canyon, que se recorre dando un agradable paseo de una hora hasta unas cascadas llamadas Upper Falls. Se han colocado letreros y vallas para que los montañeros no se salgan del sendero. Sin embargo, una mujer no hizo caso de los letreros, pasó al otro lado de la valla y bajó hasta la orilla del agua para lavarse los pies. Otra mujer que subía por el sendero pensó que era una buena idea e hizo lo mismo. Una vez terminada esa sencilla tarea, se puso de pie sobre un bloque de roca liso, perdió el equilibrio, resbaló y se cayó a la impetuosa corriente.
La primera mujer alargó el brazo y pudo tocarle la mano, pero no consiguió agarrarla. La corriente la arrastró hasta la cascada, cayó por ella y murió. Lo más lamentable es que estaba de luna de miel, no llevaba casada más de tres días. ¡Qué muerte tan inútil! ¡Si hubiese respetado los letreros y la valla!
Por lo general, la vida de un guarda es remuneradora. Estamos muy relacionados con la naturaleza, pues participamos directamente en su preservación y restauración. No obstante, el elemento humano siempre está presente, y, como he relatado, algunas visitas a los parques terminan en tragedia, aunque la mayoría concluyen felizmente y hasta con un toque de humor.
Veamos un caso: un día un guarda circulaba por una carretera de un parque muy transitada cuando vio que un automovilista había aparcado en el arcén y que uno de los ocupantes del vehículo estaba dando de comer a un oso a través de la ventanilla. El guarda se acercó a pie al conductor para hablarle de ello mientras en el otro lado seguían dando comida al animal. Cuando se les informó que lo que hacían era peligroso e iba contra la ley, el pasajero subió en seguida la ventanilla, ante lo que el oso, contrariado, se fue corriendo hacia el otro lado del automóvil, donde el guarda todavía hablaba con el conductor. El sorprendido oso se detuvo en seco a apenas un metro del guarda y esperó, con toda la apariencia de estar diciendo: “Esperaré mi turno, guarda, pero ¡dése prisa!, ¿quiere?”.
En las últimas dos décadas nuestras responsabilidades en el parque han cambiado mucho. Hoy día, los visitantes no están bien preparados para enfrentarse al terreno agreste, como hacían los de años pasados. De modo que acepte este pequeño consejo: si planea una excursión por algún despoblado, no tendrá suficiente con los pantalones cortos, las camisetas, las sandalias y una comida ligera. Un hermoso día de verano puede cambiar muy deprisa a un día de viento y nieve, y es posible que usted sufra los efectos de la exposición a los elementos hasta el grado de padecer hipotermia. Vaya preparado para lo inesperado y lleve siempre comida y ropa adicional para terminar su excursión sin contratiempos.
Además, nunca escale o pasee solo. Cuando escale, no vaya más allá de sus posibilidades. Algunos montañeros aficionados viven en zonas que están al nivel del mar y no tienen las mismas fuerzas a alturas de 1.400 a 2.400 metros. Así que no sobrestime sus fuerzas, pues las demandas siempre serán mayores de lo que se imagina. Comience temprano y regrese cuando las condiciones climáticas se hagan adversas.
En conclusión: recuerde que en estos parques es un invitado. Hasta las rocas y las pequeñas criaturas están protegidas, al igual que las flores y el resto de la vegetación. De modo que no deje más que las huellas de su pisadas. Llévese a casa solo fotografías y buenos recuerdos.
[Fotografía en la página 7]
Cuando se está en el territorio de los osos pardos, es vital ejercer mucha precaución
[Ilustración en la página 8]
Trabajo de guarda aquí, en el Parque Nacional de Waterton Lakes