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Babilonia la Grande... su ejecuciónLa Atalaya 1989 | 15 de mayo
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Todas las religiones principales de este mundo comparten la culpa de derramamiento de sangre de esa infame ramera. Por ejemplo, el sintoísmo del Japón tiene que compartir la culpa por la mentalidad fanática y sádica que manifestó la oficialidad militar japonesa en la II Guerra Mundial. El historiador Paul Johnson sostiene que “para fortalecerse en un mundo rígido, de competencias entre unos y otros”, dominado por normas de conducta europeas, a los japoneses se les hizo necesario inventar “una religión estatal y una moralidad gubernativa, conocidas como sintoísmo y bushido [el “camino del guerrero”]. [...] Se estableció la adoración regular del emperador, especialmente en las fuerzas armadas, y desde los años veinte en adelante en todas las escuelas se enseñó un código de ética nacional, kokumin dotoku”. ¿Qué resultado tuvo todo esto? Para 1941, cuando Japón bombardeó a Pearl Harbor y así entró en la II Guerra Mundial, “el sintoísmo [...] había pasado de ser un culto primitivo, en desuso y minoritario a ser respaldo para un estado moderno y totalitario; de esa forma, por ironía particularmente odiosa, la religión, que debería haber servido para resistir los horrores seglares de la era, se usó para santificarlos”.
Sobre la partición de la India en 1947, en la cual las diferencias religiosas fueron un factor, el historiador Johnson dice: “De cinco a seis millones de personas corrieron en toda dirección para salvarse la vida. [...] Se calculó que en aquel tiempo murieron de un millón a dos millones de personas. Cálculos más recientes dicen que murieron de 200.000 a 600.000 personas”. Hasta este día, en la sociedad hindú se mata y humilla a la gente por motivos religiosos. Muchas veces los harijans o parias, antes conocidos como intocables, son asesinados por grupos organizados por terratenientes acaudalados.
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Babilonia la Grande... su ejecuciónLa Atalaya 1989 | 15 de mayo
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Además, hay conflictos constantes entre hindúes, sikhs y miembros de otras religiones orientales. A estos conflictos cada religión añade su parte de odios, contiendas y asesinatos. Este es simplemente otro aspecto del fruto de Babilonia la Grande.
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