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  • Algo más que un cruel enemigo
    ¡Despertad! 1994 | 22 de junio
    • Algo más que un cruel enemigo

      EL DOLOR persistente puede arruinar la vida. Roba la paz, el gozo y el sustento, amargando tanto la vida, que algunos hasta recurren al suicidio para eliminar el sufrimiento. El misionero médico Albert Schweitzer llegó a la siguiente conclusión: “El dolor es más terrible para el hombre que hasta la propia muerte”.

      Literalmente centenares de millones de personas sufren dolores terribles. Un cirujano francés dijo: “Si pudiéramos estar suspendidos en el espacio eterno sobre un abismo del que emergieran los sonidos rotatorios de la Tierra, oiríamos un clamor inherente de dolor proferido al unísono por la humanidad sufriente”.

      En efecto, lo que escribió el apóstol cristiano Pablo hace más de mil novecientos años tiene hoy día mucha más vigencia: “Toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora”. (Romanos 8:22.)

      Un grave problema de salud

      Uno de cada ocho estadounidenses padece los intensos dolores de la osteoartritis, el tipo de artritis más común. La proporción de los que sufren espantosos dolores de espalda es aún mayor. Otros tienen que aguantar los dolores causados por el cáncer o por diferentes cardiopatías.

      Millones de personas padecen fuertes dolores de cabeza, de muelas o de oídos, hemorroides y muchas otras enfermedades y lesiones. No es de extrañar que en uno de los últimos años los norteamericanos gastaran 2.100 millones de dólares tan solo en analgésicos que se expenden sin receta médica, y tampoco sorprende que se diga que el dolor es la “epidemia oculta de Estados Unidos”.

      John J. Bonica, quizás la primera autoridad en el tema del dolor, dijo: “Desde la óptica monetaria y de sufrimiento humano, el dolor crónico es más importante que casi todos los demás problemas de salud juntos”.

      ¿Una vida sin dolor?

      Ante esta dura realidad, puede parecer ilógico sugerir la posibilidad de vivir sin dolor. De ahí que algunos consideren descabellada la promesa que la Biblia hace al respecto: “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos [y no] existirá ya más lamento ni clamor ni dolor”. (Revelación [Apocalipsis] 21:4.)

      Sin embargo, la posibilidad de vivir sin dolor no es descabellada. Piense un momento. ¿Qué significan realmente esas palabras? Hoy día hay personas que no sienten dolor. Han nacido sin esa sensación. ¿Debemos envidiarlas? El anatomista Allan Basbaum dijo: “No sentir ningún tipo de dolor es una desgracia”.

      Si usted fuera incapaz de sentir dolor, probablemente no se daría cuenta de que se le había levantado una ampolla hasta que se hubiese convertido en una úlcera grave. Un artículo de prensa comentaba que los padres de una niña que no sentía dolor “a veces percibían el olor de carne quemada y la encontraban apoyada en la estufa sin inmutarse”. De modo que el dolor es algo más que un cruel enemigo. También puede ser una bendición.

      ¿Qué puede decirse, entonces, de la promesa bíblica: ‘no existirá ya más dolor’? ¿Deberíamos desear realmente que se cumpliera?

      ¿Una vida sin lágrimas?

      Observe que el contexto de este versículo también dice: “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos”. (Revelación 21:4.) Esto es significativo, pues las lágrimas son de suma importancia. Nos sirven de protección, tal como la sensación de dolor.

      Las lágrimas mantienen húmedo el ojo y evitan la fricción entre este y el párpado. También lo limpian de sustancias extrañas. Además, contienen un antiséptico llamado lisozima, que lo desinfecta y protege contra las infecciones. Por consiguiente, tanto la facultad de derramar lágrimas como la sensación de dolor son características extraordinarias de nuestro cuerpo, tan maravillosamente formado. (Salmo 139:14.)

      No obstante, las lágrimas también están muy relacionadas con la tristeza, el pesar y la aflicción. “Toda la noche hago nadar mi lecho —se lamentó el rey David de tiempos bíblicos—; con mis lágrimas hago desbordar mi propio diván.” (Salmo 6:6.) Hasta Jesús “cedió a las lágrimas” cuando murió un amigo suyo. (Juan 11:35.) Sin embargo, en un principio Dios no se proponía que las personas derramaran lágrimas de tristeza. La condición imperfecta y moribunda de la familia humana es consecuencia del pecado del primer hombre, Adán. (Romanos 5:12.) Por consiguiente, las lágrimas que dejarán de existir son las que se deben a nuestra condición imperfecta y moribunda.

      En vista de que la Biblia se refiere a cierta clase de lágrimas que serán eliminadas, ¿cómo se cumplirá la promesa de que no existirá ya más dolor? ¿Significa esto que la gente no sufrirá el dolor que causa tristeza y llanto ni siquiera de vez en cuando?

  • El dolor que dejará de existir
    ¡Despertad! 1994 | 22 de junio
    • El dolor que dejará de existir

      EL DOLOR que será eliminado en cumplimiento de la promesa bíblica es el que se experimenta a consecuencia de la imperfección del primer hombre, y abarca lo que puede calificarse de dolor crónico.

      Más bien que ser un sistema de alarma que avisa de una posible enfermedad o del peligro de sufrir daño, el dolor crónico ha sido asemejado a una “falsa alarma” que simplemente no se puede desconectar. Este dolor es el que hace que los que lo padecen gasten miles de millones de dólares al año tratando de encontrar alivio y que arruina la vida de millones de personas.

      El Dr. Richard A. Sternbach, especialista en este campo, escribió: “A diferencia del dolor agudo, el dolor crónico no es un síntoma ni una señal de advertencia”. La revista Emergency Medicine recalcó: “El dolor crónico no cumple absolutamente ningún propósito”.

      Por consiguiente, en los últimos años muchos médicos han llegado a ver tal dolor como una verdadera enfermedad. “En los casos de dolor agudo, este es un síntoma de enfermedad o daño —explica el Dr. John J. Bonica en The Management of Pain, la obra que actualmente sirve de libro de texto sobre el dolor—. Cuando el dolor es crónico, el propio dolor constituye la enfermedad.”

      Esfuerzos por entender el dolor

      Todavía no se entiende cabalmente qué es el dolor. “El eterno aliciente de esclarecer lo que es el dolor —dijo la revista American Health— mantiene intensamente ocupados a los científicos.” Hace unas pocas décadas se creía que el dolor era un tipo de sensación —como la vista, el oído y el tacto— que se percibía mediante las terminaciones nerviosas especiales existentes en la piel y se transmitía al cerebro a través de determinadas fibras nerviosas. Pero se descubrió que este concepto simplista era erróneo. ¿Por qué?

      Un factor que condujo a una mejor comprensión del tema fue el estudio que se efectuó de una joven que no tenía ninguna sensación de dolor. Tras su muerte, en 1955, el examen de su cerebro y su sistema nervioso dio origen a un concepto enteramente nuevo de lo que produce la sensación de dolor. Los médicos “buscaron las terminaciones nerviosas —explicó The Star Weekly Magazine del 30 de julio de 1960—. Si no hallaban ninguna, podría explicarse la insensibilidad de la joven. Pero las hallaron, y, al parecer, en perfecto estado.

      ”A continuación los médicos examinaron las fibras nerviosas que supuestamente conectan las terminaciones nerviosas con el cerebro. Estaban seguros de que encontrarían algún defecto. Pero no fue así. Hasta donde se pudo comprobar, todas las fibras nerviosas se encontraban en perfecto estado, aparte de las que habían degenerado por haber sufrido daño.

      ”Finalmente examinaron el cerebro de la joven, y tampoco allí pudieron detectar ningún tipo de defecto. Según todo el conocimiento y las teorías existentes, aquella joven tendría que haber sentido dolor con normalidad; sin embargo, no era capaz ni siquiera de sentir cosquillas.” En cambio, era sensible a la presión ejercida sobre su piel y podía distinguir por el tacto la cabeza y la punta de un alfiler, aunque no le dolía el pinchazo.

      Ronald Melzack, que en la década de los sesenta fue coautor de una nueva y popular teoría para explicar el dolor, da otro ejemplo de su complejidad. Explicó: “La señora Hull seguía señalándose el pie que no tenía [le había sido amputado], y describía un dolor abrasador como si le estuvieran atravesando los dedos con un atizador al rojo vivo”. En 1989 el Dr. Melzack dijo a la revista Maclean’s que “todavía está buscando alguna explicación para lo que él llama dolor ‘fantasma’”. Además, también existe lo que se denomina dolor referido, es decir, el que la persona siente en una parte del cuerpo que no es la que tiene el problema físico.

      Intervienen tanto la mente como el cuerpo

      Hoy día se define el dolor como “una interacción sumamente compleja entre la mente y el cuerpo”. En 1992, Mary S. Sheridan dijo en su libro Pain in America (El dolor en Estados Unidos) que “la sensación del dolor es tan profundamente psicológica que la mente a veces puede negar su existencia y otras veces provocarla y mantenerla mucho después de pasar la fase aguda de una lesión”.

      El estado de ánimo, la concentración, la personalidad, la propensión a la sugestión y otros factores influyen mucho en la respuesta al dolor. “El temor y la ansiedad provocan una respuesta exagerada”, comentó el Dr. Bonica, autoridad en este campo. De modo que se puede aprender a sentir dolor. El Dr. Wilbert Fordyce, profesor de Psicología especializado en síndromes dolorosos, explica:

      “La cuestión no es si el dolor es real o no. Claro que lo es. La cuestión radica en cuáles son los factores decisivos que influyen en él. Si justo antes de la comida le hablo de un emparedado de jamón, su secreción salival aumenta. Es muy real. Pero se trata de un reflejo condicionado, pues no tiene delante ningún emparedado de jamón. Los seres humanos somos sumamente sensibles al condicionamiento. Este influye en el comportamiento social, la salivación, la presión sanguínea, la rapidez con que se digiere el alimento, el dolor y todo tipo de cosas.”

      Tal como las emociones y el estado de ánimo pueden intensificar el dolor, también pueden reprimirlo o aliviarlo. Veamos un ejemplo: un neurocirujano dijo que en cierta ocasión, siendo joven, se encontraba sentado en un muro helado con una muchacha de la que estaba tan enamorado, que no percibió ninguna sensación de frío ni de dolor en el trasero. “Estaba casi congelado —explicó—. Debimos permanecer allí sentados unos cuarenta y cinco minutos, y, sin embargo, no sentí nada.”

      Hay muchos ejemplos como ese. Los futbolistas que están absortos en el partido o los soldados que se encuentran en el ardor de la batalla pueden sufrir lesiones serias y no sentir en ese momento ningún dolor o, en todo caso, sentir muy poco. El famoso explorador inglés David Livingstone explicó que una vez, estando en África, lo atacó un león que lo sacudió como “un terrier a una rata. La sacudida [...] provocó en mí la sensación de estar soñando, sin sentir ningún dolor”.

      Es digno de mención que los siervos de Jehová Dios que recurren calmadamente a él con toda confianza y dependencia, en ocasiones también han tenido la experiencia de no sentir ningún dolor. “Por extraño que parezca —dijo un cristiano respecto a una paliza que recibió—, después de los primeros golpes, dejé de sentirlos. Era como si solo pudiera oírlos, igual que el sonido de un tambor lejano.” (¡Despertad! del 22 de febrero de 1994, página 21.)

      Cómo se modifican las sensaciones de dolor

      Tratando de explicar algunos de los aspectos misteriosos del dolor, el profesor de Psicología Ronald Melzack y Patrick Wall, profesor de Anatomía, concibieron en 1965 la aclamadísima teoría del gate-control, conocida también como “teoría de las puertas”. La edición de 1990 del libro del Dr. Bonica sobre el dolor decía que esta teoría estaba “entre los descubrimientos más importantes que se han hecho en el campo de la investigación y la terapéutica del dolor”.

      Según dicha teoría, la apertura o el cierre de una puerta teórica en la médula espinal permite el paso de las señales de dolor al cerebro o lo bloquea. Si en esa puerta se acumulan otras sensaciones ajenas a la del dolor, puede disminuir la cantidad de señales de dolor que llegan al cerebro. De ahí que el dolor disminuya cuando, por ejemplo, se frota o sacude un dedo tras una ligera quemadura, pues se envían a la médula espinal otras señales que obstaculizan el paso de las señales de dolor.

      El descubrimiento en 1975 de que nuestro cuerpo produce unas sustancias llamadas endorfinas, que tienen un efecto analgésico similar al de la morfina, también ayudó en las investigaciones que se hacían para entender los aspectos misteriosos del dolor. Por ejemplo, algunas personas producen un exceso de endorfinas y, como consecuencia, no tienen ninguna sensación de dolor o tienen muy poca. Las endorfinas también pueden explicar el misterio de por qué la acupuntura —procedimiento médico que consiste en insertar agujas muy finas en el cuerpo— alivia o hasta elimina el dolor. Según comentarios de testigos oculares, se ha practicado una operación a corazón abierto estando el paciente despierto, alerta y relajado utilizando la acupuntura como único analgésico. ¿Cómo se explica que no sintiera ningún dolor?

      Hay quienes creen que las agujas pueden activar la producción de endorfinas, que eliminan temporalmente el dolor. Otra hipótesis es que las agujas estimulan las fibras nerviosas que envían señales ajenas al dolor. Dichas señales se acumulan en las puertas de la médula espinal e impiden que las señales de dolor las crucen y lleguen al cerebro, donde se percibe la sensación de dolor.

      La teoría del gate-control y el hecho de que el cuerpo produzca sus propios analgésicos pueden explicar también por qué el estado de ánimo, los pensamientos y las emociones afectan el grado de dolor que se percibe. En el caso antes mencionado del Sr. Livingstone, la sacudida del ataque repentino de un león pudo haber activado su producción de endorfinas y haber desbordado su médula espinal con otras señales, lo que hizo disminuir su sensación de dolor.

      Sin embargo, como ya se indicó, el estado de ánimo y las emociones de la persona pueden producir el efecto contrario. El estrés excesivo ocasionado por la típica vida cotidiana moderna puede producir ansiedad, tensión y contracciones musculares y, por lo tanto, incrementar la sensación de dolor de una persona.

      Pero, afortunadamente, los que sufren dolor tienen motivos para ser optimistas, pues hoy día muchos pacientes se están beneficiando de tratamientos perfeccionados. Tales progresos obedecen a un mejor entendimiento de este terrible síndrome. El Dr. Sridhar Vasudevan, presidente de la Academia Estadounidense de Medicina Paliativa del Dolor, explicó: “La idea de que a veces el dolor puede ser de por sí una enfermedad revolucionó la terapéutica del dolor en la década de los ochenta”.

      ¿En qué aspectos se ha revolucionado la terapéutica del dolor? ¿Qué tratamientos están resultando eficaces?

      [Fotografía en la página 7]

      ¿Cómo logra la acupuntura aliviar o eliminar el dolor?

      [Reconocimiento]

      H. Armstrong Roberts

  • Adelantos en el tratamiento del dolor
    ¡Despertad! 1994 | 22 de junio
    • Adelantos en el tratamiento del dolor

      HASTA hace poco tiempo no muchos médicos tenían amplios conocimientos acerca del dolor, y actualmente todavía hay bastantes que no los tienen. Hace algunos años, el Dr. John Liebeskind, ex presidente de la Fundación Internacional contra el Dolor, comentó lo siguiente: “No creo que haya en el mundo ninguna Facultad de Medicina en la que se dediquen más de cuatro horas en cuatro años a enseñar a los estudiantes a diagnosticar y tratar el dolor”.

      Pero cada día se aprende más acerca del dolor, y al mismo tiempo aumentan los esfuerzos por aliviarlo. De modo que las perspectivas de las personas que lo padecen son más halagüeñas. “Todos podemos sentirnos agradecidos —decía la revista American Health— de que hoy la medicina reconozca que el dolor crónico no es un simple síntoma, sino una enfermedad en sí misma, y además tratable.” Esta opinión ha contribuido a que el número de clínicas dedicadas al tratamiento del dolor haya aumentado sensiblemente.

      Centros de cuidados paliativos

      El Dr. John J. Bonica fundó la primera clínica multidisciplinaria del dolor en Estados Unidos. “En 1969 solo había diez clínicas de este tipo en el mundo”, dijo. Pero la cantidad de clínicas dedicadas al tratamiento del dolor ha aumentado mucho en los últimos veinticinco años. Actualmente existen más de mil, y un representante de una asociación nacional de asistencia a las víctimas del dolor crónico dijo que “casi todos los días se fundan nuevas clínicas”.a

      Piense en lo que eso significa. “Pacientes que tenían que viajar centenares o miles de kilómetros en busca de alivio para algún dolor intenso, ahora pueden encontrarlo cerca de casa”, comentó el Dr. Gary Feldstein, anestesiólogo de la ciudad de Nueva York. Si padece de dolores, puede ser un gran alivio para usted recibir la ayuda de un equipo de especialistas con la debida formación para paliar el dolor.

      Linda Parsons, esposa de un superintendente viajante de los testigos de Jehová, llevaba muchos años padeciendo de dolores de espalda. Había ido de un médico a otro en busca de ayuda, pero sus dolores no disminuían. Cierto día de mayo del año pasado, su marido estaba tan desesperado que tomó la guía telefónica y buscó bajo la palabra dolor. Encontró el número de teléfono de una clínica del dolor no muy lejos de donde servían, en el sur de California. Pidieron cita, y unos días después un médico vio a Linda para un primer diagnóstico.

      Se decidió tratar a Linda como paciente ambulatorio. Empezó a acudir a la clínica tres veces a la semana para recibir tratamiento y además seguía un programa terapéutico en casa. En pocas semanas empezó a sentir una notable mejoría. Su esposo cuenta: “Recuerdo que una noche dijo totalmente asombrada: ‘No puedo creer que casi no sienta ningún dolor’”. Al cabo de unos meses pudo dejar de ir regularmente a la clínica.

      La ayuda que Linda recibió para calmar sus dolores es parecida a la que proporcionan muchas clínicas multidisciplinarias del dolor. Estas se valen de la experiencia de un equipo de profesionales de la salud, que, según el Dr. Bonica, es “la mejor manera de abordar el dolor crónico”. ¿Qué clase de tratamiento recibió Linda para sus dolores?

      Cómo se puede paliar el dolor

      Un folleto de la clínica explica el procedimiento que se sigue cuando llega el paciente: “Un médico examina al paciente para determinar la causa del dolor, se fijan metas realistas y se planean los programas terapéuticos. [...] Se utilizan técnicas y métodos especializados para ayudar al organismo a liberar ‘endorfinas’ (sustancias químicas que el cuerpo produce de manera natural) a fin de disminuir el dolor y la ansiedad, y evitar la dependencia de los analgésicos”.

      Dos de los tratamientos que se siguieron en el caso de Linda fueron la acupuntura y la TENS (siglas en inglés para estimulación eléctrica transcutánea de los nervios). Además de las sesiones de estimulación eléctrica que le daban en la clínica, le proporcionaron una pequeña unidad de TENS para utilizarla en casa. También se empleó el biofeedback (sistema mecanizado por el que el paciente aprende a controlar las respuestas de su organismo y a modificarlas para reducir el efecto del dolor).

      El tratamiento incluía asimismo sesiones de fisioterapia, en las que le practicaban masajes de fricción transversos. Con el tiempo, cuando Linda estuvo preparada para ello, le añadieron un programa de ejercicios en el gimnasio de la clínica, que llegó a ser una parte esencial del tratamiento. El ejercicio es fundamental, pues se ha comprobado que restablece las endorfinas que el dolor crónico consume. Pero lo difícil es ayudar a las personas que tienen dolores a seguir un programa de ejercicios eficaz.

      Muchos de los enfermos con dolor crónico que acuden a las clínicas toman gran cantidad de analgésicos, y Linda no era la excepción. No obstante, en poco tiempo lograron que dejara de tomar medicamentos, lo que constituye uno de los principales objetivos de las clínicas del dolor. Linda no experimentó ningún síndrome de abstinencia, y el suyo no fue un caso insólito. El Dr. Ronald Melzack, especializado en el tratamiento del dolor, comentó que en “una encuesta efectuada a más de diez mil víctimas de quemaduras [...], ni un solo caso de adicción posterior podía atribuirse a los narcóticos administrados para aliviar el dolor durante la estancia hospitalaria”.

      Como en los pacientes con dolor crónico suele influir bastante el aspecto psicológico, las clínicas tratan de ayudarlos a que se olviden de su dolor. “Lo que usted piensa —explicó el Dr. Arthur Barsky, profesor de la Facultad de Medicina de Harvard— y espera o lo pendiente que está de su salud ejercen una gran influencia en lo que realmente siente.” Por eso se trata de ayudar a los pacientes a que se concentren en asuntos ajenos al dolor.

      Perspectivas de curación

      ¿Son estas nuevas clínicas la verdadera solución de los dolores de la humanidad? Aunque los métodos terapéuticos contra el dolor de los que hemos hablado aquí pueden ayudar, hay que ser cuidadoso a la hora de escoger una clínica o un especialista competente en este campo. Y aun así, las expectativas deben ser realistas.

      Vamos a ilustrarlo con un caso típico en el que se consiguieron buenos resultados: Stephen Kaufman, ex levantador de pesas olímpico, quedó casi inválido a causa del dolor crónico que sufría desde que un asaltante le disparó en el cuello. Después de ocho meses en un programa terapéutico contra el dolor, volvió a trabajar todo el día, y con el tiempo hasta participó de nuevo en competiciones de levantamiento de pesas. A pesar de todo, confesó: “La mitad del tiempo, los dedos de los pies me arden como si los tuviera en agua hirviendo”.

      De modo que a pesar de los sensacionales adelantos que ha habido en este campo, el cumplimiento de la promesa bíblica de que ‘no existirá ya más dolor’ está obviamente fuera del alcance del hombre. (Revelación 21:4.) ¿Cómo puede, entonces, alcanzarse tal objetivo?

      [Nota a pie de página]

      a ¡Despertad! no respalda ninguna clínica del dolor ni ninguna terapia en particular.

      [Fotografías en la página 9]

      Métodos terapéuticos contra el dolor, incluida la estimulación eléctrica de los nervios

      [Reconocimiento]

      Cortesía de Pain Treatment Centers of San Diego

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