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He recibido consuelo en los momentos difícilesLa Atalaya (estudio) 2018 | junio
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Mi madre y yo vivíamos en Karachi, la capital de la provincia. Un día llamó a nuestra puerta Fred Hardaker, un doctor mayor que era testigo de Jehová. Era de la misma religión que el misionero que le entregó aquellos libros a mi familia. Le ofreció a mi madre un curso de la Biblia. Ella le dijo que no estaba interesada, pero que quizás yo sí. Así que, la semana siguiente, el hermano Hardaker empezó a estudiar la Biblia conmigo.
Unas semanas después, comencé a asistir a las reuniones que se celebraban en la clínica del hermano Hardaker. Allí se reunían unos doce Testigos muy mayores que me consolaron y me cuidaron como a un hijo. Recuerdo con cariño que se sentaban conmigo y se inclinaban para poder mirarme a los ojos y hablarme como verdaderos amigos. Eso era justo lo que necesitaba.
Al poco tiempo, el hermano Hardaker me invitó a predicar. Me enseñó a usar un gramófono portátil para reproducir discursos bíblicos breves. A veces los discursos eran muy directos, y a algunos no les gustaba el mensaje. Pero a mí me encantaba predicar. Me entusiasmaba la verdad y disfrutaba hablando de ella con otros.
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He recibido consuelo en los momentos difícilesLa Atalaya (estudio) 2018 | junio
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RECUPERO MI SALUD ESPIRITUAL
En 1947, volví a Karachi para buscar trabajo. Una vez allí, fui a la clínica del doctor Hardaker, y él me recibió con mucho cariño.
—Entonces, ¿qué te duele? —me preguntó, pensando que había ido porque estaba enfermo.
—Doctor, físicamente estoy bien —le contesté—. Pero estoy enfermo en sentido espiritual. Necesito estudiar la Biblia.
—¿Y cuándo quieres empezar?
—Si es posible, ahora mismo.
Pasamos una tarde estupenda estudiando la Biblia. Sentía que había vuelto con mi familia espiritual.
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