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Se salvan obstáculos en PanamáLa Atalaya 2006 | 15 de abril
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Se superan dificultades en la comarca indígena
La etnia ngobe es la mayor de los ocho pueblos indígenas de Panamá. La mayoría de sus 170.000 integrantes viven en una zona muy extensa que hace poco fue declarada comarca, o reserva. Gran parte de esta zona está formada por escarpadas montañas cubiertas de árboles —prácticamente solo accesibles a pie— y bellas regiones costeras a las que se accede por mar. Los poblados suelen levantarse cerca de los ríos (adecuadas arterias de comunicación), así como a lo largo de la costa. Muchos de los habitantes de la comarca subsisten pescando, cultivando la tierra o trabajando en plantaciones de café en las montañas. La mayoría pertenecen a iglesias de la cristiandad; pero hay quienes practican una religión autóctona llamada Mama Tata. Otros recurren a los sukias (o chamanes) en busca de curación cuando están enfermos o son acosados por espíritus malvados. Aunque muchos hablan español, entienden mejor el ngobere.
Se llega a los corazones a remo
Los testigos de Jehová saben que es importante que la gente aprenda la verdad de tal manera que le llegue no solo a la mente, sino también al corazón. Así las personas obtendrán la motivación necesaria para realizar los cambios pertinentes a fin de conformarse a los principios bíblicos. Por ello, los precursores especiales asignados a ocho sectores de la reserva han estudiado el idioma ngobere con la ayuda de Testigos locales capacitados.
Las catorce congregaciones de la zona tienen un gran potencial de crecimiento. Por ejemplo, hace unos años, Dimas y Gisela, una pareja de precursores especiales, fueron enviados a una pequeña congregación de unos cuarenta publicadores en la región costera de Tobobe. No les resultó nada fácil acostumbrarse a los frecuentes viajes en canoa para predicar a la gente humilde que vive a lo largo de la costa. Dimas y Gisela descubrieron que las calmadas aguas pueden convertirse enseguida en olas mortíferas. A menudo les dolían los brazos y la espalda de tanto remar de un pueblo a otro. Aprender el idioma también supuso un reto. Sin embargo, sus sacrificios y persistencia dieron fruto en el año 2001, pues 552 personas asistieron a la Conmemoración de la muerte de Cristo.
Al otro lado de la bahía de Tobobe se encuentra Punta Escondida. Durante cierto tiempo, unos cuantos publicadores cruzaban la bahía a remo —si las condiciones climáticas lo permitían— para acudir a las reuniones en Tobobe, y según los informes había buenas posibilidades de formar una nueva congregación. Con esta idea, se pidió a Dimas y Gisela que se mudaran a Punta Escondida. En menos de dos años, aquel grupo se convirtió en una congregación de veintiocho publicadores, con un promedio de 114 asistentes al discurso público. Para la Conmemoración de la muerte de Cristo del año 2004, la congregación quedó maravillada ante una asistencia total de 458 personas.
Se vence el obstáculo del analfabetismo
A muchas personas de corazón recto, dejar de ser analfabetas las ha ayudado a cultivar una relación más estrecha con Jehová. Tal fue el caso de Fermina, una joven de la región montañosa de la comarca. Las misioneras Testigos que trabajaban en este territorio aislado percibieron que era muy receptiva al mensaje del Reino. Cuando le ofrecieron un estudio bíblico, respondió que le encantaría aprender más, pero que tenía un inconveniente: aunque hablaba español y ngobere, no sabía leer ni escribir en ninguno de estos idiomas. Una de las misioneras se ofreció para enseñarle usando el folleto Aplícate a la lectura y a la escritura.a
Fermina, que era una estudiante aplicada, preparaba las lecciones, hacía los deberes y realizaba los ejercicios de ortografía con constancia. Al cabo de un año había aprendido lo suficiente para estudiar el folleto Podemos ser amigos de Dios.* Cuando se organizaron reuniones, Fermina comenzó a asistir. En vista de la pobreza en la que se hallaba su familia, le resultaba muy difícil pagar los pasajes para ella y sus hijos. Una de las precursoras, conocedora de las circunstancias de Fermina, le recomendó que confeccionara trajes típicos ngobe para mujeres. Fermina lo hizo así y, pese a que tenía otras necesidades materiales, se aseguraba de utilizar el dinero que obtenía únicamente para asistir a las reuniones cristianas. Ahora, ella y su familia viven en otra zona, pero su progreso espiritual no se ha detenido. Todos se sienten satisfechos, no solo de haber superado el analfabetismo, sino de haber llegado a conocer a Jehová.
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Se salvan obstáculos en PanamáLa Atalaya 2006 | 15 de abril
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[Ilustración de la página 8]
Mujeres cuna con tapices bordados
[Ilustración de la página 9]
Misionera predicando a una mujer ngobe
[Ilustración de la página 10]
Testigos de Ngobe subiendo a una canoa para dirigirse a un día especial de asamblea
[Ilustraciones de la página 11]
La verdad bíblica supera las barreras culturales y lingüísticas de Panamá
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