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Papúa Nueva GuineaAnuario de los testigos de Jehová 2011
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En Madang, mientras tanto, John y Lena Davison le predicaron a un maestro llamado Kalip Kanai, oriundo de Talidig, un poblado entre Basken y Madang. Al poco tiempo, John y Lena comenzaron a viajar a Talidig para dirigirles un estudio bíblico a Kalip y su familia. Esto suscitó la ira del inspector de la escuela, un hombre católico que ordenó a la policía que echara a Kalip y sus parientes de sus hogares. Sin hacer aspavientos, se marcharon a la aldea vecina de Bagildik, donde llegaron a formar una floreciente congregación. Con el tiempo construyeron un gran Salón del Reino que se usaba para celebrar asambleas de circuito y distrito.
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Papúa Nueva GuineaAnuario de los testigos de Jehová 2011
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[Ilustración y recuadro de la página 101]
“Nunca renunciaremos”
KALIP KANAI
AÑO DE NACIMIENTO 1922
AÑO DE BAUTISMO 1962
OTROS DATOS Una de las primeras personas de Madang que aceptó la verdad. Relatado por su hijo, Ulpep Kalip.
◼ MI PADRE era un hombre humilde y reflexivo. Ante un problema, escuchaba atentamente y analizaba el asunto antes de opinar.
Cuando yo tenía 15 años, me hospitalizaron en Madang porque un tiburón me arrancó parte de una pierna, justo debajo de la rodilla. En el hospital, mi padre conoció a John Davison, quien le dijo: “Jehová podrá darle a tu hijo una nueva pierna en el nuevo mundo”. Esto despertó el interés de mi padre, así que comenzó a estudiar la Biblia con entusiasmo y pronto llegó a tener una fe fuerte.
Como él y varios de nuestros parientes dejaron la Iglesia Católica, se instigó a la policía para que nos echara de nuestras casas. Las doce casas de la familia estaban rodeadas por hermosos jardines llenos de flores y tenían menos de un año de construidas. La policía arrojó antorchas sobre los techos de paja, los cuales ardieron enseguida. Aunque nos apresuramos a entrar para sacar nuestras pertenencias, las brasas y el humo nos obligaron a salir. Mientras el fuego lo consumía todo, nos echamos a llorar.
Sumidos en la tristeza, caminamos hasta la aldea vecina de Bagildik, donde su jefe bondadosamente nos permitió quedarnos en una cabañita de una habitación. Allí, mi padre nos dijo a todos que si a Jesús lo persiguieron, no nos extrañáramos de que nos sucediera lo mismo. Y añadió: “Pero nosotros nunca renunciaremos a nuestra fe”.
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