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Papúa Nueva GuineaAnuario de los testigos de Jehová 2011
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“VENGAN Y ENSÉÑENLE A MI GENTE”
Bobogi Naiori era un jefe de la tribu koiari y un destacado hechicero. A principios de 1952 visitó a Heni Heni —su wantok, o hermano de tribu— y se quedó a una de las reuniones bíblicas que se celebraban en su casa. Impresionado por lo que vio y oyó allí, Bobogi más tarde se acercó a Tom Kitto y le suplicó: “¡Por favor, vengan y enséñenle a mi gente la verdad!”.
Poco después, Tom y Rowena atravesaron unos 25 kilómetros (15 millas) de caminos lodosos en su vieja camioneta para llegar a la casa de Bobogi en Haima, una pequeña aldea en el norte de Port Moresby. Tom habló ante los aldeanos que estaban reunidos y Bobogi sirvió de intérprete. Cerca de treinta personas comenzaron a estudiar la Biblia.
Ese mismo mes, el grupo de Haima construyó un pequeño salón para las reuniones cristianas. “Era un armazón de madera con techo de paja y paredes de bambú trenzado que nos llegaban a la cintura —recuerda Elsie Horsburgh, quien llegó a asistir a las reuniones allí—. Lo único que decoraba su interior eran unos asientos de madera, una lámpara de queroseno y una pizarrita.” Esta modesta estructura fue el primer Salón del Reino de Papúa Nueva Guinea.
Bobogi también quería que sus wantoks de las montañas cercanas escucharan las buenas nuevas. Así que viajó con Tom por el camino escarpado que conducía a la meseta de Sogeri. Al poco tiempo, más de noventa personas de tres aldeas ya estudiaban la Biblia.
La obra de los Testigos no pasó inadvertida a las autoridades. En Ioadabu, un funcionario fue al lugar donde ellos se reunían para pedirles cuentas sobre quién los había autorizado para predicar en la aldea. La policía también interrogó a varias personas interesadas. Algunos pastores y propietarios de plantaciones incluso amenazaron con violencia a los hermanos.
Debido a la presión, algunos interesados se alejaron. Con todo y eso, un grupito se mantuvo firme. En 1954, trece estudiantes se bautizaron en el río Laloki, ubicado en Haima. Ese fue el primer bautismo en la historia de Papúa Nueva Guinea. Entre los bautizados estaba Bobogi, quien declaró: “Incluso si todos los koiari se rindieran, yo no lo haría porque sé que esta es la verdad”. Fiel a sus palabras, Bobogi sirvió de anciano en la congregación de Haima hasta su muerte en 1974.
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Papúa Nueva GuineaAnuario de los testigos de Jehová 2011
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El año siguiente, los hermanos se prepararon para la segunda asamblea de circuito en Haima. Bobogi, jefe de la aldea, era el responsable de que se prepararan las instalaciones y los alimentos para los asistentes. Tres días antes de la asamblea, John (Ted) Sewell, el nuevo superintendente de circuito que había llegado de Australia, se reunió con Bobogi para hablar de los preparativos.
—¿Está todo listo para la asamblea? —preguntó Ted, directo al grano.
—Todavía no hemos hecho nada —respondió Bobogi.
—Pero hoy es jueves, ¡y la asamblea es el domingo!— exclamó Ted.
—No se preocupe, hermano —dijo Bobogi—. El sábado lo haremos todo.
Ted se quedó atónito y regresó a Port Moresby convencido de que la asamblea sería un desastre.
Muy preocupado, el domingo volvió a Haima sin saber con lo que se encontraría. ¡Qué sorpresa se llevó! Bajo un gran árbol que había frente a una extensa área despejada pusieron un resistente atril de madera. Más allá en el terreno había unos hoyos rellenos de piedras calientes sobre las cuales se cocinaban cerdos, ualabíes, ciervos, palomas, pescados, ñames y batatas. Las teteras hervían sobre el fuego. La multitud de asistentes conversaba alegremente en la rudimentaria cafetería. Y allí, en medio de toda aquella actividad, se encontraba Bobogi, con tal serenidad que Ted no lo podía creer.
—¡Bobogi, dónde aprendiste a hacer todo esto? —preguntó Ted sorprendido.
—Ah, lo vi en la película que John Cutforth nos enseñó el año pasado —respondió Bobogi.
Más de cuatrocientas personas de ocho etnias asistieron a esta asamblea, y se bautizaron 73. Durante los años siguientes, todo el mundo recordaba esta ocasión como “la asamblea de Bobogi”.
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