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FilipinasAnuario de los testigos de Jehová 2003
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Lydia Pamplona, que sirve desde 1980 en Papua Nueva Guinea, ha ayudado a más de ochenta y cuatro personas a llegar hasta la dedicación y el bautismo. Recientemente informó que dirigía estudios bíblicos en los hogares de dieciséis personas, la mayoría de las cuales asistían a las reuniones. Sus observaciones personales resumen indudablemente lo que sienten muchos misioneros: “Doy gracias a Jehová por el ministerio que me ha encomendado. Ojalá siga bendiciendo nuestro trabajo, para gloria suya”.
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FilipinasAnuario de los testigos de Jehová 2003
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[Ilustración y recuadro de las páginas 181 y 182]
Entrevista con Lydia Pamplona
Año de nacimiento: 1944
Año de bautismo: 1954
Reseña biográfica: Después de adquirir experiencia como precursora especial en las Filipinas, se la invitó a servir en Papua Nueva Guinea en 1980. Ha ayudado a más de ochenta y cuatro personas a aprender la verdad.
Siempre quise servir donde hubiera mayor necesidad, así que me emocioné al recibir la asignación. También me preocupé, puesto que esta sería la primera vez que me separaría de mi familia. Además, no sabía mucho de Papua Nueva Guinea, y lo poco que había oído eran historias que aumentaban mi inquietud. Mi madre me animó diciendo: “Jehová Dios cuidará de nosotros en cualquier parte, con tal de que estemos haciendo su voluntad”. Inmediatamente escribí la carta en la que aceptaba la asignación.
Cuando llegué, los hermanos fueron muy bondadosos conmigo, y la gente, muy amigable. Todos los meses distribuía más libros y revistas que cuando estaba en las Filipinas. No obstante, el idioma y las costumbres eran muy diferentes de los míos. “Bueno, serviré aquí solo unos cuantos años y luego volveré a casa a hacer el precursorado con mi madre”, recuerdo que pensé.
Después de aprender dos de los principales idiomas y de adoptar algunas de las costumbres del lugar, llegué a comprender mejor a la gente. Durante los más de veinte años que llevo aquí, he tenido el privilegio de enseñar la verdad a bastantes personas; a algunas incluso les he enseñado a leer y escribir para que puedan estudiar mejor y hacer suya la verdad. Esta y otras bendiciones hacen que ahora sienta Papua Nueva Guinea como mi hogar. Si Jehová así lo desea, seguiré sirviéndole con mucho gusto hasta que él diga que la obra ha concluido o hasta el final de mis días.
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