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  • Papúa Nueva Guinea
    Anuario de los testigos de Jehová 2011
    • Mientras tanto, en la población vecina de Bulolo, la predicación de Wally y Joy Busbridge encolerizó a los miembros de la Misión Nuevas Tribus, que creían tener el control de la zona. Estos ejercieron presión sobre el jefe de Wally, quien le dio a nuestro hermano el siguiente ultimátum: “O dejas tu religión, o te buscas otro trabajo”.

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    Anuario de los testigos de Jehová 2011
    • A Popondetta, pequeña ciudad al sureste de Lae, las buenas nuevas llegaron gracias a Jerome y Lavinia Hotota. Esta pareja vivía en Port Moresby, pero decidió regresar a su lugar de origen. Jerome era muy entusiasta y utilizaba las Escrituras de manera persuasiva, y Lavinia era una mujer cariñosa que mostraba verdadero interés por los demás. Como era de esperar, cuando los Hotota comenzaron a dar testimonio, el obispo anglicano y un gran grupo de seguidores fueron a su casa para exigirles que dejaran de predicar.

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    Anuario de los testigos de Jehová 2011
    • Para 1963, las buenas nuevas habían llegado a Wewak, una ciudad en la lejana costa norte de Papúa Nueva Guinea. Karl Teynor y Otto Eberhardt, dos albañiles alemanes, trabajaban durante el día en el hospital y por las tardes y los fines de semana dirigían estudios de la Biblia con más de cien personas. Su predicación enfureció al sacerdote católico, quien reunió una turba que arrojó al mar las motocicletas de Karl y Otto. Entre los cómplices del sacerdote figuraba un influyente líder de varias aldeas, quien tenía un hijo que con el tiempo se hizo Testigo. Al ver los cambios que su hijo hizo, el hombre se ablandó y permitió que se predicara en las aldeas que estaban a su cargo.

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    Anuario de los testigos de Jehová 2011
    • INTENTAN PROSCRIBIR LA OBRA

      Estos avances no fueron del agrado de los opositores. Desde 1960 en adelante, las iglesias de la cristiandad, los medios de comunicación y la Liga de Soldados Retirados y en Servicio Activo unieron sus fuerzas a fin de lanzar una campaña para desprestigiar y proscribir a los testigos de Jehová.

      La situación se puso más candente cuando se distribuyó a algunos médicos, sacerdotes y funcionarios del gobierno un folleto que explicaba nuestra postura sobre las transfusiones de sangre. Como siempre, los líderes de la cristiandad fueron los primeros en reaccionar. El 30 de agosto de 1960 apareció en el periódico South Pacific Post el siguiente encabezado: “La ira de las iglesias ante la cuestión de la sangre”. Y en el artículo adjunto, los líderes religiosos afirmaban que la organización de los Testigos era “el anticristo [y] un enemigo de la Iglesia”.

      En artículos posteriores se acusó a los Testigos de ser un grupo subversivo y que sus enseñanzas fomentaban el absentismo escolar, la evasión de impuestos, el culto de los cargueros y hasta la falta de higiene. Otros informes los incriminaban falsamente de valerse de un próximo eclipse solar para infundir miedo y “manipular las mentes ingenuas de los nativos”. Un editorial incluso los censuró por “vivir, comer y trabajar con los aldeanos”. El South Pacific Post los criticó por enseñar que “todos los hombres son iguales” y dijo que eran “más peligrosos que el comunismo”.

      Finalmente, el 25 de marzo de 1962, la Liga de Soldados Retirados y en Servicio Activo pidió a las autoridades coloniales que proscribieran nuestra obra. No obstante, el gobierno australiano rechazó públicamente tal solicitud. “Esta noticia tuvo un efecto positivo en todo el país —comenta Don Fielder—. Las personas de mentalidad abierta se dieron cuenta de que las acusaciones de los opositores eran falsas.”

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