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Papúa Nueva GuineaAnuario de los testigos de Jehová 2011
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Más al este, cerca de Kainantu, Norm Sharein dirigía estudios bíblicos a unos cincuenta aldeanos que llegaban todos los días a su cabaña. Posteriormente, Berndt y Erna Andersson —una pareja de precursores— se encargaron de este grupo durante dos años y medio. Erna recuerda: “Aquellas personas casi nunca se bañaban, usaban poca ropa, no sabían leer ni escribir y estaban sumidas en el espiritismo. Aun así, con paciencia y amor, logramos que algunos de ellos memorizaran y explicaran ciento cincuenta textos bíblicos”.
Berndt y Erna se encariñaron con este grupo. “Cuando se supo que nos habían asignado a Kavieng, las mujeres me rodearon y comenzaron a llorar a lágrima viva —dice Erna—. Una a una se acercaban para acariciarme el rostro y los brazos mientras se deshacían en lágrimas. Tuve que retirarme a mi cabaña varias veces para llorar en lo que Berndt trataba de confortarlas, pero estaban inconsolables. Al momento de partir, una multitud bajó corriendo por la montaña detrás de nuestro vehículo, y las mujeres lloraban a mares. Todavía se me hace difícil explicar lo que sentí aquel día. ¡Cuánto anhelamos ver a estos queridos amigos en el nuevo mundo!” Otros precursores dieron continuidad al trabajo de Berndt y Erna, y con el tiempo llegó a haber una hermosa congregación en Kainantu.
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ÉXITO EN LA SIEMBRA ESPIRITUAL
A principios de los años setenta, un grupito de Testigos se establecieron en Mount Hagen, a unos 130 kilómetros (80 millas) al oeste de Goroka. Esta ciudad era conocida por su enorme mercado, al que cada semana llegaban miles de aldeanos desde muy lejos. “Colocábamos cientos de publicaciones en el mercado”, recuerda Dorothy Wright, una intrépida precursora. Cuando la gente regresaba a sus aldeas remotas, llevaba consigo el mensaje del Reino adonde los publicadores no habían podido llegar.
Tiempo después, Jim Wright —quien era hijo de Dorothy— y Kerry Kay-Smith fueron asignados a Banz, un distrito al este de Mount Hagen ubicado en el pintoresco valle de Wahgi, donde hay plantaciones de té y café. Allí, estos dos precursores enfrentaron fuerte oposición de parte de las misiones de la Iglesia, que incitaban a los niños a arrojarles piedras y echarlos de sus aldeas. Cuando Kerry fue asignado a otro lugar, Jim se quedó solo. Él recuerda: “A menudo me quedaba despierto por las noches en mi chocita de paja y oraba diciendo: ‘Jehová, ¿qué hago aquí?’. Años más tarde recibí la respuesta”.
Jim continúa: “En 2007, estando ya en Australia, viajé a Banz para ir a una asamblea de distrito. Cerca de donde había estado mi vieja chocita de paja ahora se erigía un nuevo Salón del Reino que se convertía temporalmente en un Salón de Asambleas con capacidad para mil personas. Al acercarme a las instalaciones, un hermano corrió hacia mí, me agarró y comenzó a llorar sobre mi hombro. Cuando se calmó, me dijo que se llamaba Paul Tai y que su padre había estudiado la Biblia conmigo hacía treinta y seis años. Paul había leído los libros de su padre, llegó a aprender la verdad y ahora sirve como anciano.
”En una entrevista que me hicieron en la asamblea hablé sobre la persecución que enfrentamos cuando la obra estaba empezando en Banz. Casi nadie pudo contener las lágrimas. Después del programa, varios hermanos se me acercaron con los ojos llorosos para abrazarme y disculparse. Cuando eran niños, me habían echado de sus aldeas arrojándome piedras e insultándome. Entre ellos estaba también Mange Samgar, el pastor luterano que los había instigado y que ahora es anciano de congregación. ¡Qué asamblea tan memorable!”
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